Los vecinos de la rúa do Vinteún no se enteraron en la mañana de ayer de la detención de José Miguel Martínez Campos. Es más, el vecindario aseguraba no tener conocimiento de que en la zona residiera una persona a la que la Guardia Civil vinculara con la muerte de sus padres en Taboadela.
En los bares llegaban incluso a mostrarse extrañados, pero la situación cambiaba una vez que observaban su fotografía. "Sí es un cliente que venía de vez en cuando por aquí, pero no sabía que estuviera metido en este tipo de problemas", apuntaba el gerente de un bar.
La Guardia Civil trasladó al detenido sobre las cuatro de la tarde a su vivienda para que estuviera presente, junto con su abogado, en un registro. La presencia de los agentes -llevaban a Martínez Campos esposado- generó expectación entre los viandantes. Investigadores y detenido, que cumplían todas las medidas de seguridad decretadas a causa para evitar contagios de coronavirus, permanecieron en el interior del inmueble más de una hora. Los guardias civiles se incautaron de un disco duro de un ordenador, material electrónico y diversos documentos, que analizaban en la tarde de ayer con el objetivo de encontrar pistas que puedan arrojar luz en el doble homicidio de la localidad de Amendo.
La detención se llevó a cabo en coordinación con el juzgado de guardia de Ourense, que reabrió la causa una vez que aparecieron nuevas pruebas en el tiroteo del brigadista.
La investigación por la muerte del matrimonio también está archivada y solamente será reabierta si los guardias civiles aportan nuevas pruebas.
Los efectivos de la Policía Judicial del Instituto Armado trabajan en la jornada de ayer en silencio para encontrar huellas y, sobre todo, el arma homicida.
José Miguel Martínez Campos se mostró sorprendido ante la detención e insistió nuevamente en que no tenía nada que ver con la muerte violenta de sus padres, ni tampoco el tiroteo a su compañero.
Se cambió a la zona tras residir en Xinzo y Allariz
José Miguel Martínez Campos se trasladó a O Vinteún hace un par de años, después de residir en Xinzo y en Allariz. En las dos villas estaban ayer al corriente de su detención, pero compañeros de trabajo y conocidos declinaron hacer ningún tipo de valoración o comentaron sobre su forma de proceder, incluso a la hora de trabajar. "Ya pasaron años y mejor evitar problemas", aseguraba un excompañero suyo de la brigada de incendios.