CONCENTRACIÓN

Los venezolanos de Ourense piden frenar el "atropello" a la democracia

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photo_camera Lectura del manifiesto, ayer en la Praza Maior de la ciudad.

Decenas de personas reclamaron en la ciudad el cese del "golpe de estado" y recordaron sus devastadoras historias

Decenas de venezolanos residentes en Ourense se concentraron ayer en la Praza Maior de la ciudad para mostrar su rechazo al "golpe de estado" que consideran que se está viviendo en su país y para alzar la voz ante las elecciones convocadas para el próximo 22 de abril, que ven como una "ilícita acción que atropella los derechos básicos de toda democracia", según hicieron saber a la sociedad ourensana con un comunicado leído públicamente.

Personas procedentes de distintos sectores y con historias para contar se reunieron para mostrar unidad y también para contar su situación actual y apoyarse mutuamente. La comunidad venezolana en Ourense es cada vez más grande, ya que el éxodo masivo en su país de origen no cesa. Solo en 2017 se incorporaron al padrón provincial 369 personas nacidas en Venezuela, casi la mitad de las llegadas en las 806 llegadas en la última década. Y la cifra no cesa: "Siguen viniendo personas nuevas a diario y muchas se derrumban cuando los recibimos. Solo en enero llegaron a nuestra oficina de atención más de 50 personas en busca de asesoramiento", señala uno de los organizadores, José Reza.

"Hay una auténtica huida, gente que se marcha dejándolo todo atrás", explica Reza. A viva voz, pidieron "la apertura de un canal humanitario, que se respete la Asamblea Nacional elegida por los venezolanos, que sean liberados todos los presos políticos y la desmovilización de grupos paramilitares y que el gobierno desista de armar a la milicia". En la concentración estuvieron apoyados por grupos políticos como PP, PSOE, Ciudadanos o DO.

NUEVAS LLEGADAS

La gente sigue llegando, como Edilio Álvarez, de padres canarios, llegado a la ciudad desde la población venezolana de Valencia el pasado 31 de enero, después de ir a Madrid y no poder tirar de un contacto que le había prometido ayuda. "Estuve dos noches en el Fogar do Transeúnte. Me tuve que venir y dejé allá a mi esposa y mis dos hijos. Si logro mandarles tres euros allá, eso ya sería tres veces el salario mínimo que hay, y con eso podrían comprar dos kilos de carne. Ahora necesito establecerme y poder traerlos acá".

Tras varios días, gracias a la ayuda de la Cruz Roja y de compatriotas que llevan años viviendo en Ourense, pudo empadronarse y ahora tiene ganas de empezar a trabajar. "Por tres vacunas para mis hijos me pedían 450 dólares y en efectivo", explica consternado, tras reconocer que "tomar la decisión de marcharse no es fácil". Ahora, la pediatra le recomendó que uno de sus hijos tome leche de soja. "No sabemos cómo conseguirla", dice.

También ha llegado hace apenas cinco meses Óscar Díaz, un contable de la zona de Barinas. "Acá estoy tratando de adaptarme y ser productivo", dice con esperanza. Se ha venido y ha dejado sus inmuebles y propiedades allá. "Es imposible vender la casa, hay tanta oferta que los precios están por los suelos", relata. Él se tuvo que dejar todo allí.

AMENAZAS

Jesús Piza llegó a Ourense hace cuatro meses, aprovechando que su mujer es gallega. Era locutor en una radio afín a la oposición venezolana. "Me fui por las amenazas recibidas, llamaron para amenazar a los directivos de la radio, y decidimos venirnos. Vine yo primero, y pronto vendrá la familia. Ahora toca empezar de cero acá, ya se empezarán a abrir las puertas. La situación allá va a peor cada día. No se ve la luz"., concluye.

Daniel Pineda es un abogado que llegó ya a finales de 2016. "Los que están llegando son gente preparada. Cuando salí del país el euro estaba a 900 bolívares y ahora está a 280.000. Si hace un año se hacía difícil estar en el país, imagínate ahora. Intenté vender la casa o el vehículo pero es malvender, no merece la pena, no dan nada".

Otra abogada recién llegada es Wilmarys Hernández, que estuvo un tiempo en Vigo y que ha llegado recientemente a Ourense, donde su marido, ingeniero químico, acaba de encontrar un buen trabajo. "En un año en Galicia ya hemos hecho más que en cinco años trabajando allá", explica. n

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