La exposición presenta la visión única del artista sobre numerosas mujeres relevantes y poco reconocidas
nnn En el espacio de la Sala Valente flotan estos días relatos de lucha, superación y reivindicación de muchas mujeres importantes en la historia. Y sin embargo, pese a contener tal cantidad de información, la colección se presenta sencilla frente al espectador. Colorida, cercana, reposada.
Cada bola expone la interpretación personal que Baldomero Moreiras hace las mujeres que recoge en la muestra pictórica. Cada esfera, por tanto, tiene un carácter único; algunas son más alegres, con colores chillones que reclaman atención; otras son pausadas, con rosas y ocres suaves que envuelven al espectador en una atmósfera íntima y cálida.
Pasearse entre la exposición es como simular un baile: un paso adelante para disfrutar de la parte superior de la obra, dos atrás para observar el fondo, tres a la derecha para seguir un brazo que se alarga hacia algún lugar, y cinco a la izquierda para repasar la escena en su totalidad. Resulta increíble la capacidad de Moreiras de plasmar la energía de cada una de esas mujeres en una superficie, como también lo es la facilidad de comprender sus historias para cualquier espectador sensible.
La exposición no solo consigue emocionar, sino también informar sobre la existencia de muchas mujeres relevantes en la historia, a quienes el relato de la humanidad ha conseguido dejar en un segundo plano. Así pasa con la artista estadounidense Giorgia O' Keeffe, madre del modernismo pictórico americano; la poeta española María Teresa León; Maruja Mallo, la viveirense surrealista de la Generación del 27, o la gallega María Rodríguez, quemada en la hoguera en Santiago de Compostela por supuesta "brujería", entre otras muchas.
Sin duda, una muestra necesaria para conocer y reconocer a grandes pioneras, y también para situarlas en el lugar que merecen.
