REPORTAJE

"Mi vida borracho era ‘Pulp Fiction"

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photo_camera Jornada de puertas abiertas del grupo de Alcohólicos Anónimos, ayer en su sede de la plaza del Sagrado Corazón.

Cuatro miembros del grupo de Alcohólicos Anónimos de A Carballeira relatan su experiencia de vida y cómo se han ayudado unos a otros; en el 84 aniversario de la fundación de A.A, con sedes en todo el mundo.

Cuando S. llegó al grupo de Alcohólicos Anónimos en Ourense–él le llama A.A–, pensó que aquello era cosa de viejos. De viejos en el bar de Moe de "Los Simpson". Era el único tipo joven de aquellas reuniones, felizmente casado y con un pensamiento que tardó 20 días en desaparecer: "Yo controlo". A la segunda reunión llegó borracho: "La última borrachera fue con lagunas mentales, me vi en una película de terror en la que no sabía lo que hacía. Pensé: 'Amigo, si vuelves a beber, te mueres'. No volví a beber, estoy cojonudo". Relata esta experiencia porque es parte de la filosofía de Alcohólicos Anónimos: "El único requisito es el deseo de dejar de beber. A mí aquella vez nadie me echó. Aquí no hay jefes, todos somos iguales y nos mantenemos con nuestras contribuciones. El funcionamiento es el de un alcohólico ayudando a otro alcohólico", aclara. Ayer se celebró en la sede del grupo, "Esperanza Nueva" (plaza del Sagrado Corazón, 5) el 84 aniversario de la fundación de A.A. 

Alcohólicos Anónimos tiene otras dos sedes: en As Lagoas hay un grupo y también acuden al centro penitenciario de Pereiro de Aguiar. Los usuarios animan a todo el que lo necesite que acuda. Al lado de S., está E., el mayor del grupo, pero el que menos tiempo lleva. Hace tres meses que se dio cuenta de que tenía un problema con el alcohol. "El alcoholismo es una enfermedad democrática, no entiende de estatus social, de color o de religión, ni de edad. Somos iguales", explican los miembros.

Alcohólicos Anónimos es sinónimo de terapia compartida. Realizan sesiones de puertas abiertas a menudo, a donde pueden acudir también familiares. El anonimato no ayuda a uno mismo, sino al otro: "Si soy anónimo es para ayudar al que venga, para que sepan que estamos aquí", anotan.

No ofrecen alojamiento, es un punto que quieren resaltar. La única web oficial del grupo es www.alcoholicos-anonimos.org. 


Las experiencias


"El alcohol me daba valor para hablar con las tías, siempre me sentí inferior"

S. empezó a beber con 19 años. Pronto coqueteó con las drogas. Era grafitero y rapero. "Pero apenas tenía vida social. El alcohol me daba valor para hablar con la gente, sobre todo con las tías. Siempre me sentí muy inferior. A día de hoy estoy casado y solo tengo que decirle a ella lo guapa que está. Pero hasta eso me enseñaron en A.A, porque yo llegué animaliño, de monte", cuenta. 

Su mujer fue la que le trajo al grupo. La conoció, dice, prácticamente borracho. Y aunque después de casarse empezó a beber solo los fines de semana, ella notó sus estados depresivos. "Al consumir acabas entrando en sitios oscuros. Llegué a pensar que estaba viviendo una vida de 'Pulp Fiction'. Era borracho de los de armar cristos. Salía y arrasaba por el pueblo. Mis padres me ven ahora y no se lo creen". 

"Toda mi vida pensé que no era alcohólico, bebía en el plano social como el resto"

"Llevo tres meses y pico y vine porque me di cuenta de que me pasaba con el alcohol y necesitaba que alguien me ayudara. Consideraba que no iba a ir a un psiquiatra porque pensé que ellos me ayudarían mejor, por las terapias", cuenta E.T. "Soy el extraterrestre del grupo", bromea. Es el mayor del grupo y empezó a beber en el ámbito social. "Siempre pensé que no era alcohólico, toda mi vida. Consumía todos los días en el plano social, como todo el mundo. Yo veía a un borracho y decía: 'Ese no tiene medida'. Pero yo era igual".

Empezó a darse cuenta de que era una enfermedad cuando "noté reacciones que no eran lógicas en mí, con mi familia. Tuve detalles feos con ellos por culpa del alcohol", relata. El "extraterrestre" hace un "esfuerzo brutal cuando entro a un bar". 

"Todo lo que te da el alcohol te lo cobra. Me planteaba suicidarme. A.A me ayudó"

X. estuvo a punto de terminar con su vida por culpa del alcohol. Culto, inteligente y apasionado de los libros de Stephen King en los que el autor ficciona su alcoholismo. Viene a Ourense para acudir a las reuniones. Un esfuerzo que "me sale barato porque estoy vivo. Ya llevo unos cuantos años pero seguiré. Me siento bien". 

Empezó porque "me faltaba esa chispa para acoplarme a la sociedad, necesitaba vencer mi timidez. Pero todo lo que te da el alcohol, te lo cobra. Pasados los años, me estaba matando a mí y a mi familia. Llegué a una depresión tan fuerte que me planteaba suicidarme para no estorbar". Reclama que el alcoholismo deje de ser tabú: "Hay familias estropeadas, violencia de género, muertes en carretera… Parece que el alcoholismo es tabú. No puede ser". 

"Me sentía como un desgraciado. Hoy he recuperado mi dignidad"

J. dice que siempre volvía a consumir por lo mismo: "Porque se me olvidaba lo mal que estaba. Me sentía mal padre, mal hijo, mal trabajador... Pero a los días se me olvidaba. Decía eso de: '¿Por qué no te tomas una?'. Nunca fui capaz de tomarme una, no podía parar", apunta.

El alcohol le llevó a perder a su familia. "Perdí algo muy importante.  Mi primera mujer.  Y mi hija no está conmigo. Y la dignidad. Me sentía humillado y no me sentía merecedor de nada. Hoy la he recuperado", explica este miembro. "El grupo me ayuda a ver que no estoy solo y hacer conciencia de que esto es una enfermedad. Yo creía que era un vicioso y por tanto un desgraciado. Pero yo no quería ser mal padre ni mal hijo. Hice cosas que me hacían sufrir. El grupo me ayuda a saber que estoy enfermo". 

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