EN OURENSE

Hay vida más allá de un embalse

Desde 2012 en el Miño, en Frieira, a pie de embalse, hay escalas donde se capturan salmones para reproducir en cautividad; por instinto, remontan el río para desovar aguas arriba y se topan con un muro de cemento. 

En qué momento se jodió Perú", se preguntaba Zabalita en “Conversación en la Catedral”, del celebrado Vargas Llosa. Hacia tiempo, sin duda.

En siete compuertas y un mamotreto de cemento se contienen las aguas del Miño, en una vertiente montañosa de eucaliptos y pino donde se respira humedad y niebla. Para llegar, un puente separa ambas orillas, a un lado Crecente (Pontevedra), al otro, Frieira (Padrenda); allí, unos escolares aguardan por el bus en una remozada parada. Sobre un contenedor, un cartel de una sala de fiestas en A Cañiza anuncia un espectáculo de dj. En ambos, rotulado: Deputación de Ourense.

La central -Gas Natural Fenosa- se anuncia a golpes de sirena, que de cuando en vez rompen la calma.

Marcial Carrera, agente, y Pablo Caballero, jefe de servicio de Conservación de la Naturaleza de Pontevedra, vienen a revisar la estación de captura, un sendero de cemento que simula un río con el caudal ecológico que suelta la minicentral -2 metros cúbicos por segundo-, construida en un extremo durante las obras de ampliación en 2010. Al final del canal, un “butrón” cierra el paso a los peces, y justo allí, una sofisticada jaula en metal que retiene el agua es parte del elevador que llega hasta la cima, y desde allí a un tanque de poliéster donde derivarán los peces.

Medidas compensatorias

Todo este costoso entramado se corresponde a una “medida compensatoria” por la ampliación de la central, en 2010.

Marcial y Pablo vienen a comprobar si hay salmones que remontan de manera instintiva el río para reproducirse, sin saber que el final del viaje es un coloso de cemento. Revisan la estación un par de veces por semana, así desde noviembre. Ahora ya es época de desove, lo que implica que a lo sumo podamos encontrar “algún salmón despistado”; en un primer momento ni eso. “La naturaleza es así”, apunta Pablo.

Frieira es una central casi clónica a Castrelo y a Velle, desde donde se controlan las tres, difíciles de distinguir en ojos de profano. Tradicionalmente anguilas, lampreas y salmones remontaban el río. “Los salmones desovaban en Lugo, y en el Sil había pesquerías de lamprea”. Es historia. Desde que en Frieira se “traslocan” especímenes migratorios, se han recogido 59 salmones. Este año una veintena, en el año 2015 ninguno, derivados a la piscifactoría de Carballeda para reproducir y con los alevines repoblar “en los afluentes del bajo Miño donde tengan posibilidad de ir al mar”. Todo esto es un artificio, un ejercicio de traslocar -así le llaman- especies a las que han roto su curso natural.

La primera visual al levantar la piscina del ascensor es desesperante, nada. Por suerte, Marcial, descubre dos ejemplares en agitado movimiento sobre el fondo. El más grande de los dos entra al primer intento, el otro no, queda para otra ocasión. El capturado es un hermoso macho de pintas rojas de unos cuatro años, despistado sin duda a estas alturas. En Carballedo (Pontevedra), que andan escasos de machos -según cuentan- hará una formidable labor.

Si ahora es el salmón, en julio y agosto fueron los angulones, recogidos por miles, la especie más numerosa.

¿Escalas o capturadero? Los técnicos lo tienen claro, no tiene sentido remontar a estas especies aguas arriba cuando después los alevines no pueden regresar al mar. Tecnológicamente hay otras opciones, en España ya no, las centrales son muy antiguas -Frieira, año 70- y aunque desde el franquismo había una ley (año 43) que exigía que las centrales tuvieran escalas no fue así. Y es que como a Zabalita, de eso fue hace mucho tiempo.

Anguilas por las paredes de las hidroeléctricas

Primero fueron los ecologistas, los que dieron la voz de alarma. Los angulones, tratando de remontar aguas arriba, reptaban por el hilillo de agua que se desprendía de las compuertas en una pared vertical. La señal, un grupo de gaviotas y cormoranes sobrevolando la zona, a la espera de un festín. Mucha de aquella gente voluntariosa arriesgaba su integridad por salvar los peces y remontarlos, enfrentándolos a un nuevo problema. Salvo para la pesca deportiva, la de la anguila, muy limitada y como especie suscrita a regulaciones europeas de planes específicos de gestión, la operación carecía de sentido. Con el proceso de captura y deriva al bajo Miño y afluentes (Deva, Termes y Tea), se simula un mundo natural.

Te puede interesar