Una vida de sacerdocio

Quizá no sea el más indicado para escribir esto. Y al hacerlo comprendo lo poco que conocía y que sabía del hombre pese a lo mucho que conviví, compartí y recibí del sacerdote. Más de medio siglo es mucho tiempo. Un historiador lo sabe. Medio siglo dedicándose a una misma tarea aún más, entregándose a un mismo fin es más. De ese tiempo que dedicó a la misión, su misión, Santa Teresita fue la mayor beneficiada, 56 años de disponibilidad de 8 a 2 del mediodía y de 3 a 8 de la tarde, con una puerta abierta a la que cualquiera podía asomarse, es mucho más, es vocación, y no una cualquiera. De ellos solo tuve la oportunidad de vivir ¿veinticinco? ¿veintiocho?, es difícil contabilizar los años de gracia desde la infancia -y muchos somos los que la hemos compartido-, tan intensos que no sabría cuando comenzaron, pero sí sé que no terminarán hoy. Ese fue el tiempo que don Lisardo “sirvió” en la parroquia de Santa Teresita. Y sirvió como hombre con los talentos que le habían sido concedidos. Al hombre costaba entenderlo en ocasiones, y quizá por eso, porque no las encubría ni intentaba blanquearlas de cara al público el mensaje prevalecía. Pues eran los frutos los que importaban y él lo sabía. La calidad y la naturaleza del contenido se revelaba así más clara ante la imperfección del contienen. Fuimos muchos los que encontramos refugio y socorro espiritual y temporal en él. Los números no podrían dar cuenta de las personas a las que ayudó pues eran reserva de su corazón, y son muchos los que pueden dar fe de que este no llevaba cuenta, consciente de que ni los dones ni las almas eran suyas, no promediaba juicio humano en lo que a auxilio humano y espiritual tocaba, fruto de esta consciencia y humildad -y es que hay labores que solo se pueden llevar a cabo de una forma- fue también su ternura, esta impendía que cualquier picaresca o recelo fruto de la ingratitud enturbiase su alma. Un ejemplo sacerdotal, no para venerar -sé que no le habría gustado-, para imitar y alentar a sacerdotes y laicos. Hoy día de la epifanía del Señor el cielo cuenta con un nuevo adorador, y Santa Teresita con un poderoso intercesor que junto a su patrona continuará velando por ella y la grey del pastor.n