EN CLAVE

Vidas finitas y legados genéticos

Adolfo Domínguez vio que la sucesión estaba en casa. Su  hija recibe por ósmosis el espíritu de la marca. La semana acaba con trasmisión de legados. Empezó con vidas finitas. ¿Qué es la vida sino?

Lunes, 17. Entre delitos y diferentes condenas

Para variar, por la semana adelante hemos ido esquivando a los chorizos de guante blanco o cuello duro, pero también raterillos de baja estofa que se han ido cruzando por el camino. Miguel Blesa decidió ser dueño de su vida y decidir cuándo y cómo acabaría con ella. Vaya sarcasmo: un tipo al que le esperaban casos de enjundia con bastantes papeletas premiadas para ir a pasar entre rejas una temporada, decidió aplicarse a sí mismo la más severa de las sentencias: pena de muerte, incluso antes de ser juzgado. Ángel María Villar, mientras tanto, parece que va a estar durante un tiempo fuera de las tribunas de los estadios. Muchas son las conductas delictivas, pocas las que salen a la luz, pero cuando lo hacen casi ciegan. Al lado de estos casos de prácticas distraídas, de imputados con nombres y apellidos, los de las iniciales apenas adquieren relevancia. El periódico del lunes ponía la lupa sobre robos en los templos ourensanos, protagonizados en su mayoría por gentes carentes de pedigrí social, amigos de lo ajeno que salen a los periódicos desnudos, provistos únicamente de sus iniciales. Se llevan imágenes y objetos de valor para comerciar con ellos y sacarles unas perras. A veces solo las esconden, dicen los expertos de la Iglesia. A ver si solo lo hacen para postrarse ante ellas y adorarlas fuera de la visión ajena. Es una forma como otra cualquiera de expiar las culpas. No todo va a ser cárcel, mucho menos pena de muerte.


Martes, 18. Para qué protestar habiendo redes 

En el año 2015 en Ourense se contabilizaron 247 manifestaciones, tan solo 84 el año pasado. El descenso ha sido del 66%. Bienvenidos a la introspección de la protesta y el malestar. Pesen y vean la complacencia del respetable, sin motivo para la pancarta y el megáfono, siéntense en el cómodo sofá de la provincia más conformista. El selfie acabó con el posado, los 140 caracteres del Twitter con la reflexión argumentada, los like del Facebook con la lisonja  justificada. Y todos acabaron también con las manifestaciones callejeras. Para qué la incomodidad de convocar a las masas a gritar contra algo o alguien. Para qué teniendo las redes sociales para los desahogos biliares, para poner las tripas sobre las yemas de los dedos al escribir. Y en medio de este escenario, 84 manifestaciones muchas me parecen. Serán de los que no tienen Twitter o Facebook.


Miércoles, 19. Las razones de la gaita y la muiñeira

Unos 70 chavales que llevan en sus venas sangre gallega han estado estos días por Ourense. Es el programa Escolas Abertas de la Xunta y traen desde Argentina, Uruguay, Chile, Cuba o Venezuela a los mozos a ver qué hay de cierto en aquello que contaba el abuelo de esta tierra que él dejó cuando en casa no había cuarto de baño ni agua corriente. Vienen, aprenden a tocar la gaita y a bailar la muiñeira en tiempo record, peregrinan a Compostela y se van. El periódico contó parte de sus historias, algunas singulares, todas ellas representan un mestizaje de sentimiento y razón, verdad y leyenda pero nos deja pensativos el grado de conocimiento de una tierra que no es la suya, una lengua y una cultura que no estudiaron y un país del que solo tenían evocaciones familiares del abuelo. Mientras, aquí, la gaita y la muiñeira ya solo es cosa del Luar de la Televisión de Galicia. 

Jueves, 20. Si será por proponer museos en el pueblo

El museo de la salchicha en Berlin, el de la trufa en Navarra , el del crimen en Londres, el de las falsificaciones en París, el del calcetín en Tokio, el del demonio en Lituania... Y el de la Masonería en Amoeiro. No sé si al pueblo le hacía falta un equipamiento así, pero lo tendrá merced a un convenio entre el concello y el Instituto de Estudios Masónicos de Galicia. Al menos nos dará pie a conocer con algo más de tino la historia de esta sociedad de la que durante décadas solo trascendió lo de la famosa conspiración judeomasónica internacional, que pregonaba Franco. A ver si tiene más visitas que el del calcetín, la trufa y la salchicha. 

Viernes, 21. Los parlamentiños y una especie de ONU

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) anda por los 72 años. En el famoso foro internacional se han escuchado discursos que se han ganado un sitio en la historia. El soviético Nikita Krushev se sacó el zapato derecho y golpeó la tribuna, ciego de ira. El sátrapa de Uganda Idi Amín puso a pingar al respetable porque la comunidad internacional le tenía por cruel dictador. Fidel Castro soltó una chapa de cuatro horas y media. Aquí huele a azufre todavía, espetó Hugo Chavez para referirse al mismísimo "diablo" Bush. En todos los parlamentos se juega a ser estupendos, largar peroratas a mayor gloria de la retórica, no siempre oportuna o esperada por la concurrencia social. En el Concello de Ourense estos días se vivió un momento solemne: el gobierno local comparece en pleno cejijunto y circunspecto para decir que no hay un chavo en la caja para pagar los servicios sociales y acusar a la oposición. Ésta, dice qué hemos hecho para tener un gobierno tan previsible y mal gestor. En la calle, o al menos alguno, decimos: Y si en vez de jugar a discursear en la ONU de la Plaza Mayor prueban a hablarse entre ellos. Que el enfrentamiento es tan pueril que no hacen falta los cascos azules. Ni siquiera la Policía Local. 

Sábado, 22. Adolfo Domínguez y su Golf descapotable

Adriana Domínguez es la nueva directora general del grupo Adolfo Domínguez. El creador de la marca orilla su Golf descapotable en el que tantas veces ha sentido el viento en la cara y en el que tantas veces se le ensortijó aún más su cabellera por los viales del polígono de San Cibrao. Desde el arcén deja paso a quienes pilotan otros coches más modernos, que van camino de su empresa. El tiempo pasa, la obra queda. Administrar lo creado es más difícil que crearlo. Hay coches y coches, pero ojo con dejar que se oxide el Golf en el garaje.

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