Historias de un sentimental

Virguerías y recuerdos de los soldados del Zamora 8 en aquellos años 60

Odilo Rodríguez, haciendo malabarismos con el Cetme.
photo_camera Odilo Rodríguez, haciendo malabarismos con el Cetme.
La mayoría de los 800 militares que formábamos entonces la plantilla del Regimiento éramos de Ourense

No es muy frecuente que, al contrario de lo que sucede aquí en Ourense, que una unidad militar, largo tiempo de guarnición, acabe tan entroncada con la vida y la historia de la urbe como ocurre con el Regimiento de Infantería Zamora 8, “EL FIEL”, que durante más de 40 años tuvo como cuartel el viejo caserón y convento de San Francisco, hecho que, entre otros efectos, supuso el cuidado y conservación del claustro del siglo XIV del antiguo cenobio franciscano. Durante ese largo periodo, miles de gallegos pasaron por sus filas, como ya ocurriera en las otras plazas de Galicia donde estuvo destinado. Pero en Ourense las relaciones adquirieron un carácter especial, como evidencia el hecho de que se recuerde y añore la presencia de su banda en las fiestas de la ciudad, en la calle y en todo tipo de acontecimientos. Y, sobre todo, que poco antes de su disolución le fuera otorgada la medalla de oro de la ciudad, como reconocimiento de especial cariño a este viejo tercio, cuyos veteranos llegamos al Congreso de los Diputados para solicitar que el Zamora 8 no fuera disuelto, como finalmente fue.

Los veteranos vivos de las diversas épocas del Regimiento en Orense nos agrupamos en asociaciones o grupos, no perdemos contacto y nos reunimos siempre que podemos. Los de mi tiempo teníamos un templo especial en un restaurante popular ya desaparecido, “La Regidora”. En estos días que uno dispone de tiempo y ganas de hurgar en los archivos, emergen viejos recuerdos y fotos de aquellos lejanos días, donde aparecen queridos compañeros que, en no pocos casos, ya cruzaron a la otra orilla, pero que siguen presentes en su bonhomía y humor. Al ver esas viejas fotos, uno sonríe con nostalgia al recordar secuencias felices de aquellos días.

La mayoría de los 800 militares que formábamos entonces la plantilla del Regimiento éramos de Ourense, y buena parte de ellos, pernoctas y voluntarios; es decir, no dormíamos en el cuartel, sino en casa. Nos presentábamos en el cuartel a hora de diana y pasábamos toda la mañana en el servicio donde teníamos destino o con los ejercicios de las compañías de fusiles, salíamos a la hora de comer y ya no volvíamos hasta el día siguiente, salvo tener guardia o servicio de semana, en mi caso. La mayoría de los voluntarios teníamos un destino administrativo (yo estaba en la Secretaría del Coronel). Había un famoso teniente, de apellido Requejo, que cuando llegaban las órdenes del coronel destinando a los soldados de su compañía a las planas de los destinos, solía decir: “abandonas el honrado destino de fusilero para convertirte en un enchufado”. Pero en el Regimiento tenía que haber de todo.

La foto que ilustra hoy este espacio es una de aquellos días de finales de los sesenta. En la imagen, el que hace malabarismos con el CETME era Odilo Rodríguez, un formidable tipo que poseía tales habilidades. Odilo sería más tarde un eficiente inspector de Policía que estuvo destinado en Ferrol, donde era muy apreciado como persona y como funcionario. La foto ésta es de abril de 1969 y los soldados que se solazan en el campo de Aragón eran la compañía de honores que debería salir aquel Viernes Santo escoltando la procesión que entonces salía por las calles de Ourense. En cuanto a la foto refleja el buen ambiente en el cuartel en aquel tiempo y no me imagino que en nuestros días se tomara una semejante ni que nadie se atreviera a virguerías como las del recordado Odilo Rodríguez, un inolvidable amigo y compañero, pero, sobre todo, un artista con el Cetme.

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