Viviremos más allá del universo

Somos precursores también en esto A la velocidad de la luz (casi también a la de su precio) se instala en las conversaciones el neologismo metaverso que, etimológicamente, proviene de la fusión de los significados más allá y universo. Mark Zuckerberg, el creador de Facebook, ahora llamado Meta, es el ventrílocuo de la humanidad, que fabrica mundos a medida a cuenta de comprarnos nuestra alma y regalarle la cartera. No hace mucho, acuciado por una crisis reputacional de escala planetaria, predicó al orbe su nueva parábola y habló de la realidad que llega. A este mundo le quedan dos telediarios, con lo aburrido y cruel que es. Lleno de personas, incluso. Con sus canallas y su buena gente. Fuera con todo eso. Llega el mundo que se verá a través de unas gafas de realidad virtual. Estaremos donde nos apetezca y con quien lo merezca. Construiremos un mundo de bobaliconas sonrisas que mejorará hasta la chispa de la vida de Coca-Cola. No es el futuro, es el ya mismo. Nada que temer aquí. Zuckerberg llega tarde porque en el metaverso ourensano, gracias a que llevamos mucho tiempo con nuestras gafas de realidad virtual, vivimos mundos oníricos, realidades paralelas. En el metaverso ourensano hasta la Iglesia, que vive a caballo entre la divinidad celestial y la estupidez terrestre, lamentó en la ofrenda de San Martiño el “espectáculo de enfrontamento” de la clase política. A estas críticas también le queda poco recorrido. La realidad virtual, la vida digitalizada que se nos promete, permitirá desconectarse de lo incómodo, ni siquiera será necesario ir a votar. Que gana Jácome las próximas y te toca mucho las criadillas, te enchufas las gafas de realidad virtual e incluso puedes jugar a ser Dios y echar a estos innobles mercaderes del templo. De lo poco creíble Nuestro metaverso no necesitará ni siquiera termalismo. Lo siento por Flora Moure, que lucía la mirada acuosa días atrás por adivinar que pronto se abrirán las termas púbicas que su jefe Jácome tiene cerradas. La concejala de Termalismo no tendrá por qué gastar más en maquillaje para evitar los sonrojos. Serán cosas del pasado, ahora vivimos en el metaverso termal. El único que lo entiende es Baltar, que ha presentado un anteproyecto para convertir el Pazo Provincial en un hotel de cinco estrellas. Él ya está en otra dimensión y ha dado a conocer quizá la única iniciativa creíble en materia balnearia de las últimas décadas. El presidente de la Diputación ha mejorado a Zuckerberg y presentó públicamente su anteproyecto en formato digital antes de que, algún día, entren ahí las máquinas a hacer una sauna en el salón de plenos, donde hasta hoy solo se masajea al gobierno provincial. En el metaverso ourensano ya no harán falta maquetas, solo gafas de realidad virtual termal. Que las de miope ya las llevamos puestas tiempo ha. El periodismo centrífugo Las gafas ya se posan sobre la nariz y las orejas de mucha gente. Periodistas, incluso. La mayoría de los centrífugos de Madrid arqueaban días atrás las cejas sorprendidos de que una encuesta aventurase que la llamada España Vaciada (en la que está también Ourense, pero desorganizada, sin militancia conocida) podría conseguir hasta quince escaños en unas elecciones generales, jugando a ser llave de un gobierno. Se dieron cuenta cuando se las quitaron. Repararon entonces en que vivían en el metaverso de la actualidad, creyendo que nos interesaban tanto como a ellos la guerrilla del PP madrileño, que se nos acelera el pulso con una declaración de Almeida, que nos derretimos con un suspiro de Ayuso. Que también nos entretiene desde el 2017 el plato único que nos sirven a diario: la butifarra catalana. Que quede para la chufla y gracieta En el metaverso de la actualidad madrileña interesa hasta una moción de censura a un tal Albiol, ya exalcalde de Badalona, porque salió en unos papeles de no sé qué paraíso fiscal. Las gafas de realidad virtual nunca proporcionan una mirada centrípeta hacia el norte, con alcaldes estrafalarios a los que hasta investiga la fiscalía. Solo interesa el personaje para la chufla, el metaverso del cargo. Al poner la lupa: algo más que imitar a Forrest Gump Varios cargos del PSOE ourensano peregrinaron a Madrid a pie como quien sale de la consulta del médico con una analítica que evidencia un colesterol por las nubes: dispuesto a menos plato y más zapato. Pasa por el Decathlon, se calza unas zapatillas y una sudadera y se pone a correr como solo lo hacía Forrest Gump. "Corrí hasta el final del camino y cuando llegué allí pensé que podría correr hasta el final del pueblo, también hasta el final del condado. Ya que he llegado hasta aquí pensé que podría cruzar Alabama..." Y luego se dio la vuelta. Los animosos socialistas tomaron camino hacia la capital de España para quejarse allí de lo que pasa en la Diputación de aquí. Cosas de discriminación, ya saben, y de reparto de fondos públicos. Como si el Gobierno central no cayese jamás en la misma tentación. En todo caso, los socialistas se han echado al camino, esperemos que por algo más que luchar contra el colesterol. O imitar a Forrest Gump. El portafotos Xosé Ramón González es uno de los históricos sindicalistas de Unións Agrarias, una estirpe que casi está tan en riesgo de extinción como el sector que defiende. Su organización lideró en días pasados una protesta de ganaderos, ahogados por los costes, imposibilitados para conseguir rentabilidad. Dijo, mientras sus compañeros se hacían notar en la protesta ante la Subdelegación del Gobierno, que "cada becerro custa cebalo 200 euros máis que antes da pandemia; este diñeiro sae dos aforros". Fue una voz, no la única, que ayudó a poner el foco en un sector que posiblemente muchos creen que ni siquiera existe ya en la provincia dada la cantidad de terreno baldío. El periódico explicaba que en algunas zonas como Maceda había casi un centenar de familias viviendo del ganado y hoy queda una. El sector primario no puede seguir siendo trasteado de la forma que lo está. Será estratégico pero nadie se dedicará a él solo por vocación, como si fuese el sacerdocio. Es falso que Ourense vaya a vivir del termalismo, tampoco del turismo, ni tampoco del AVE. Como dijo otro ganadero, Miguel Gómez, "viremos todos para as cidades e as aldeas en quince ou vinte anos desaparecerán". O quedarán para ir el fin de semana a hacer turismo rural.