"El voluntariado cambió mi vida"

El inicio de la pandemia desbordó las previsiones que manejaban las entidades sociales. Todas las manos eran necesarias para hacer frente a la crisis que se desató a nivel sanitario, económico y social en todo el país. El Plan Cruz Roja Responde fue una de las iniciativas que surgieron para apoyar a los más vulnerables, que solo en la ciudad logró reunir a 450 personas como voluntarias para atender a las más de 16.000 personas que necesitaron sus servicios. Llamar a los usuarios, entregar alimentos o medicamentos en sus casas o ayudar a los menores con sus tareas escolares fueron algunas de las múltiples labores que llevaron a cabo. "Esta pandemia ha dejado de todo y hay mucha desesperación entre la gente", reconoce Nelly Perdomo, una de las voluntarias que lleva en Cruz Roja dos años disfrutando del "buen ambiente" entre compañeros. Y ella lo sabe. Desde la recepción, donde comparte puesto con Nancy González, ve y escucha a todas esas personas que más están sufriendo las consecuencias de la pandemia. "Un día nos llegó una pareja desesperada, como muchos otros. Estaban sin techo y dejaron a sus seis hijos con un amigo", recuerda. No los volvió a ver y solo desea que encontrasen una solución. González, que lleva tres años en la entidad, la acompaña en esta aventura desde la puerta de entrada a Cruz Roja. Ambas por el riesgo que suponía el contagio en sus vidas se quedaron en casa los primeros meses. "Mis propios compañeros me llamaban para preguntarme cómo estaba", destaca González. Con el paso de los meses volvieron y las llamadas a los usuarios eran una constante en su rutina. "Una vez me tocó un sacerdote que vivía solo, tenía cáncer y se iba a trasladar a una residencia de mayores. Se encontraba mal anímicamente y agradeció mucho esa llamada", rememora. Esta conexión telefónica a veces sirvió de más ayuda que otro tipo de apoyo que Cruz Roja pudiese brindar a las personas. Mariel Teixeira entró como voluntaria hace un par de meses y aún lidia con las situaciones "precarias graves" con las que se encuentra. Su tarea está en el área de medio ambiente, donde luchan contra la pobreza energética y el cambio climático. Muchas de las consultas sirven de desahogo. "Una vez llamé a una persona y no me dio tiempo a preguntar por nada, se echó a llorar y a contarme sus problemas", cuenta. Teixeira no hizo otra cosa que escuchar y comprender desde el otro lado de la línea porque "realmente era lo que necesitaba". Ofrecer conocimiento Sergio Monteagudo colabora desde enero de 2020 y aporta sus conocimientos en medicina, ya que se formó en Cuba para ello. Mientras no homologa el título para ejercer en España, cede su tiempo a Cruz Roja donde imparte talleres de salud sexual. Esto no fue así siempre y, durante el confinamiento, se encargó de llevar alimentos o vales a las familias. "Cruz Roja fue una vía de escape a todo lo que vino tras el confinamiento", destaca. Hace una semana apoyó a los sanitarios del Sergas en la vacunación masiva y se enfrentó a los miedos de algunos asistentes. "Tuve que tranquilizar a personas con crisis de ansiedad, otros llegaban nerviosos cargados de dudas", recuerda Monteagudo. Estas situaciones son comprensibles para él porque "no todo el mundo es capaz de asimilar lo que nos ha cambiado la vida". Pese a ello, no se arrepiente de formar parte de la "familia" Cruz Roja en estos últimos meses: "Es una experiencia reconfortante". Sabela Canitrot es la más veterana de los cinco. Desde hace ocho años es voluntaria de Cruz Roja Juventud y, al inicio de la pandemia, trabajó para cubrir las necesidades de los niños. "Que alguien les llamara les daba tranquilidad porque, tras las primeras semanas, estaban cansados", afirma. A las casas de esos menores llevaron deberes impresos acompañados de meriendas e incluso juguetes. Tiempo para los demás Estos cinco voluntarios no dudan en recomendar su experiencia a otras personas que lo sientan de verdad, no "como un mero cumplimiento", como dice Canitrot. Para Teixeira es la manera de actuar contra las desigualdades que sufren muchas personas: "Me pasaba mucho tiempo señalando lo que está mal en el mundo, quise hacer algo y ser útil", reconoce. Monteagudo destaca que es una oportunidad de "dar tu tiempo a quien lo necesita", mientras que González asegura que "me cambió la vida desde que entré como voluntaria".