Homenaje de la CEO

Si volviese a nacer, peluquero

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photo_camera Lito Seoane será homenajeado el próximo viernes por la CEO.
El sueño de Lito Seoane era regentar una pequeña peluquería, conocer a una "buena chica" con la que compartir su vida y tener dos hijos y un R8. Pero todo salió a lo grande: "Es la vida y las sorpresas que trae". 

El germen de los salones Lito Seoane nació en la avenida de La Habana, en el 72. Lito Seoane (Ourense, 1943) inició entonces, junto con Rosa Gándara –"mi socia en todo"–, un sueño, su primera peluquería. Tenían tres empleados  y una filosofía clara: "Formación permanente, superación de objetivos, atención al cliente e imagen corporativa en constante actualización". El negocio floreció y Seoane se ganó un hueco en la industria de la belleza, un mundo en constante renovación, al que no solo supo adaptarse, sino también influir. 

La CEO homenajea su trayectoria profesional el próximo viernes, junto con la de cuatro empresarios ourensanos más, por su tesón, su esfuerzo y su lucha como emprendedor. El camino de Lito Seoane implicó pocos descansos y muchas horas de trabajo: "No tuve vacaciones hasta los 50 años, y por vacaciones estoy hablando de más de 10 días seguidos". 

"El sillón de una peluquería escucha más historias que un confesionario. Yo he escuchado de todo, pero te acostumbras"

En la década de los 90, su hijo Lucky entró a formar parte de la empresa. "Él es el brazo artístico", afirma su padre. Desde su llegada, ambos compaginaban el trabajo en la peluquería de lunes a viernes  con atteliers, formación y eventos durante los fines de semana en ciudades de España y Portugal. "De septiembre a Navidad teníamos ese ritmo", dice Seoane. Sus otros dos hijos, Rosa y Óscar, también se sumaron al proyecto. Los tres dirigen la empresa actualmente, desde que Seoane y Gándara se jubilaron, hace 7 años. Hoy en día, Lito Seoane Peluqueros regenta cinco salones, que incluyen una academia formativa.


“Más que un psicólogo"


Desde la primera Lito Seoane, el cliente siempre ha sido el centro de la empresa. "Siempre quisimos que la atención fuese muy personalizada, y es algo que mis hijos han sabido cuidar, señala. Desde los años 70 hasta ahora, el tipo de cliente cambió, y así el servicio de los profesionales. "La gente cambia, esto ya no es lo de antes, ya no se va una vez por semana a la peluquería. Cuando hablamos de ser creativo también implica tener en cuenta las necesidades de la gente y adaptarse a ellas según cambien", explica Seoane.

El vanguardismo es otro de los pilares de la empresa, por lo que los cambios forman parte de la historia de las peluquerías Lito Seoane. "La moda, los medios, el cine, la televisión, internet... Todo ha cambiado. La señora de ahora es más casual, tienes que ir acorde con los tiempos", asegura. 

Como peluquero escuchó infinidad de historias personales, entre amores, desamores, problemas económicos, alegrías, tristezas: "El peluquero es más que un psicólogo, tiene un campo mucho más amplio. El sillón de una peluquería escucha más historias que un confesionario. Yo he escuchado de todo, pero te acostumbras. A nuestros empleados siempre los formamos en escuchar y comprender al cliente, pero no divulgar ni meterse en los asuntos de los demás". 


La ruptura


Desde su jubilación, Seoane dejó la empresa. "Una empresa familiar es delicada. Después de formar a nuestros hijos, tienes que dejarlos solos, que creen, evolucionen, sean libres", cuenta. Para él, la transición era necesaria: "Tienes que delegar, el problema en muchos casos es que no delegas en los demás, pero en toda revolución se rompen platos, es así". 

Recuerda a muchos clientes como amigos, y en fechas especiales, como fin de año, se le hace raro no participar de aquella intensa actividad en la peluquería. "De volver a nacer sería peluquero, lo tengo muy claro", afirma. Cuando soñaba con su propio negocio, no imaginaba el alcance de la realidad: "Yo solo quería una peluquería pequeñita, encontrar una buena chica, tener dos hijos y un R8. La vida me dio mucho más, son las sorpresas que te da". 

Este año se jubilan varias empleadas de la empresa, y Seoane asegura que es algo "raro" en el sector. "No es común que una peluquera se jubile en la misma peluquería en la que empezó, siempre quisimos fidelizar a los empleados", relata. 

La receta del negocio: "Una empresa va bien gracias a todos los que trabajan en ella. Si tus trabajadores no son felices, no será posible evolucionar, es importantísimo que se sientan motivados y valorados."

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