El votante joven, en peligro de extinción en la ciudad

Papeletas de los partidos en un colegio electoral, el pasado 26 de mayo.

La ciudad se prepara para unas elecciones municipales en 2023 en las que, a falta de pulir el censo, de momento hay 2.725 personas menos con derecho a voto que hace cuatro años. En 2019, eran 86.313 personas en el censo, una cifra que ha menguado ya a 83.588.  El votante de la ciudad es, en líneas generales, similar al del conjunto de la provincia, aunque algo más juvenil. La edad media en la provincia asciende a 51,22 años y en la urbe se queda en 48,04. 

La clave la volverán a tener los pensionistas, ya que el colectivo de mayores de 65 años se dispara. Si en 2019 había 30.908 personas en edad de jubilación con derecho a voto (35,8%) del total, ahora ya son 32.327, lo que aumenta su ponderación y pasan a ocupar ya el 37,8% del total. También aumenta la generación inmediatamente anterior, aquellos vecinos entre 50 y 64 años, que crecerán en medio millar de personas, pasando a ser ya el 27,1% de la composición total del censo (frente al 25,7% anterior)

Por el lado contrario, los jóvenes siguen yendo a menos a pasos agigantados y su voz en las urnas tendrá mucho menos peso. Los menores de 30 años pasan en cuatro años de 11.433 a 10.842, y suponen apenas un 12,8% del total de votantes. 

Pero la población que más mengua en la ciudad respecto a 2019 es la situada entre 30 y 49 años, que se reduce en 2.000 personas, cayendo a 26.000, y pasan del 32,2 al 31% del total. 

Se incorporarán a las urnas por primera vez 3.466 jóvenes, menos que los 3.700 de 2019.

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