ELECCIONES 10 N

El vuelco al reparto de escaños, solo posible por efecto dominó

(MARTIÑO PINAL).
photo_camera Papeletas en las elecciones del 28 de abril (MARTIÑO PINAL).
La apelación del PP al "voto útil" para lograr el tercer escaño precisa también una debacle del PSOE

Tras unas elecciones Generales del 28 de abril en las que el PSOE fue el gran triunfador en la provincia de Ourense, quedándose a apenas dos puntos de ser la fuerza más votada y recuperando un segundo diputado, empatando así con el PP, únicamente los socialistas afrontan la repetición de los comicios a la defensiva, conscientes de que es una quimera pensar en mejorar su representación en la Cámara Baja.

No ocurre lo mismo con el resto de formaciones, que anhelan conseguir el apoyo necesario para que el reparto de escaños cambie. Están ahí PP, Cs, Galicia en Común-Unidas Podemos, Vox y BNG, aunque todos son conscientes de que cualquier vuelco requerirá un efecto dominó que, en apenas seis meses, se antoja muy complicado, un escenario en el que se colará mañana la encuesta de Infortécnica que publicará La Región sobre los comicios.

Así, en el PP tienen fijada su mirada en conseguir el tercer diputado que ya consiguieron –desde que se ponen en juego cuatro escaños– en 2016, 2011, 2004 y 2000. Los dirigentes del partido y los candidatos están haciendo reiteradamente una apelación al "voto útil", en esos 30.000 ourensanos que en abril confiaron en Cs y Vox para así unir al electorado de centroderecha bajo las siglas del PP, como sucedía hasta 2011, antes de que irrumpieran los de Rivera y Abascal.

Aunque mejorar notablemente el porcentaje de apoyo (un 34,81% en abril, el mínimo histórico) sería el primer paso para devolver a los populares las opciones de aumentar su representación en el Congreso, el PP precisaría también una debacle de un PSOE que en abril consiguió 63.304 sufragios y un 32,9% en porcentaje de voto. Incluso en porcentajes de los conservadores cercanos al 50%, si los socialistas son capaces de aglutinar mayoritariamente al electorado de centroizquierda tienen el segundo escaño asegurado.

Lo contrario sucedió en junio de 2016, cuando los populares recuperaron, tras sumar casi 6.000 votos más, el diputado que seis meses atrás le había arrebatado En Marea. Lo hicieron, con todo, por un exiguo margen de algo más de 1.000 papeletas, beneficiado por la caída de apoyos de la formación ligada a Podemos, que se dejó más de 5.000 votos entre ambos comicios marcados por una mayor abstención, precisamente uno de los principales temores de la izquierda en las próximas elecciones.


El factor urbano


El partido que más cerca se quedó en abril de alterar el reparto de escaños fue Ciudadanos, a más de 12.000 papeletas de arrebatar uno al PSOE, que cimentó su gran resultado en el Concello de Ourense, donde obtuvo más del 36% de los votos, el segundo apoyo más alto para el partido entre las capitales de provincia españolas.

Si la formación naranja quiere tener alguna opción de crecer en apoyos, en un contexto que anuncia un importante descenso en todo el Estado, debe hacerse fuerte en las zonas urbanas, donde el PP está sufriendo más. Los populares vienen de encandenar sus peores resultados en la ciudad, quedándose en abril en apenas 16.000 votos, cifra que bajaría todavía más en las elecciones municipales. Será también la primera ocasión para testar cómo ha sentado al electorado popular el pacto de gobierno con Democracia Ourensana que situó a Gonzalo Pérez Jácome en la Alcaldía.

Mientras, para partidos como Vox y BNG se antoja casi un milagro pensar en que haya tal revolución que les permita soñar con tener presencia en el Congreso. 

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