A pie de barrio

La vuelta al cole más peligrosa

Cuando los alumnos del CEIP Inmaculada regresaron con energías renovadas a las aulas tras sus vacaciones de Semana Santa, tuvieron que pagar de nuevo el peaje de poner en riesgo su integridad física.

En lo que respecta a la seguridad vial, a menudo son pequeños detalles los que marcan la diferencia. Muchas ciudades cuentan con puntos de especial peligro que requieren de una rápida intervención para evitar sustos que con el tiempo pueden terminar convirtiéndose en desgracia."Só cando comezas a vir cos nenos, decátaste do perigoso que é", explica Elsa González sobre uno de los cruces más  surrealistas y difíciles de explicar de la ciudad de Ourense, entre la OU-101 y rúa dos Berrocas, en el camino hacia la plaza de Barrocás. 

A González le preocupa la situación de los niños pequeños que pasan por este lugar varias veces al día. "Eu veño cos meus nenos tódalas mañás e temos que cruzar este paso peonil que a primeira vista non chama a atención pero, dun lado, os contedores non permiten ver se pasan coches, e doutro o paso remata nunha parede, cunha beirarrúa moi estreita -de apenas unos centímetros- e na que bloquea o paso unha caixa eléctrica", explica. 

Esta situación obliga a los niños a invadir la carretera para llegar al otro lado, tanto a la ida como a la vuelta del colegio, siendo especialmente peligroso en este último caso al no tener visibilidad los vehículos sobre la ubicación de los pequeños. "Dificultando aínda máis as cousas, o cadro eléctrico é máis alto que os nenos. E os coches, cando ven que o semáforo -que se encuentra justo después del paso de cebra- se vai poñer en vermello, aínda apuran máis", añade la madre, preocupada ante la inseguridad de este tramo. 

El estrés de la vida moderna es un factor más que aporta luz sobre la peligrosidad de esta vía para los pequeños. Sobre el Concello, lamenta González que "son moitas persoas levando demasiados temas diferentes".

Sustos

Ahora, en tiempos de pandemia, los alumnos salen de clase más escalonados. "Penso que até é máis perigoso, porque cando son un grupo grande se protexen uns a outros, ao pasar de forma continua. Cando máis afastados estén, máis sustos pode haber", lamenta González. "Son nenos, ás veces van xogando, e hai un ángulo cego. Os coches non se decatan se un neno se mete na estrada. E eles -los pequeños- non pasan moitos sustos, e enseguida olvidan, pero os seus pais...", compara. 

Así,  en el día de la grabación de un vídeo del lugar para la página web de La Región, los niños, recorriendo su camino diario y viendo la vida aún como un simple juego, bromean sobre cuando un coche sorprendió a uno de sus amigos. "A mi casi me atropellaron dos veces", añade otro con toda la naturalidad del mundo. 

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