CRÓNICA

Una vuelta a la vieja normalidad, con muy pocas mascarillas

Decenas de personas aglomeradas en la calle de la Luna.
photo_camera Decenas de personas aglomeradas en la calle de la Luna.
La ruta de fiesta se mantiene casi igual, con una despreocupación que aumenta según pasan las horas

El reloj marca las 00,00, y el primer viernes noche de apertura de locales de ocio nocturno postcovid da comienzo. La gente queda con sus amigos, se sientan en una terraza, piden algo y comentan cómo ha ido la semana, hablan de sus cosas… Todo parece fluir con naturalidad, hasta que, muy a su pesar, los dueños de los establecimientos empiezan a recoger una hora y media después, avisando a los clientes de que tienen que desalojar las terrazas o sus negocios se enfrentan a sanciones y al cierre. "¿Y ahora adónde vamos? Yo no quiero salir, sólo estar con mis amigos tomando algo y dar una vuelta", comenta Lucas, uno de los tantos clientes que buscan un lugar al aire libre donde pasar tiempo en compañía.

Pese a esto, la noche todavía está muy viva en el Casco Vello. Los que quedaban en la Plaza Mayor y en las inmediaciones cambian su ruta a Vinos, por la Plaza de los Suaves y la Plaza del Corregidor, para arañar una hora más de terraceo a los locales que las mantienen.

Mientras, vehículos de la Policía Nacional patrullan las calles prácticamente cada media hora. Mientras, y a medida que avanza la noche, la preocupación por mantener las medidas en la calle va desapareciendo a la misma velocidad que baja el contenido de las copas, y se comprueba que es muy difícil salir de noche con mascarilla, especialmente cuando entras al calor de un local.

Dan las tres y la marea de gente en las calles comienza a concentrarse en Vinos, donde los pocos establecimientos que abren sus puertas tratan de gestionar medidas y aforo de clientes para lo que resta de velada.

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