Un octogenario niega un fuego en el fatídico otoño del año 2017, pero un vecino dice que lo vio

“Que me vuelva del color de la ceniza si yo quemé el monte"

Rafael D.S. pisó por primera vez una cárcel a los 77 años. Estuvo un mes en prisión preventiva por una oleada incendiaria en Porqueira durante el fatídico otoño de 2017. Pero de todos los fuegos que le endosó el equipo ROCA de la Guardia Civil en el marco de la Operación Farel, solo uno le llevó a juicio.


En la vista, celebrada hoy en la Audiencia provincial, la fiscal de Medio Ambiente, Carmen Eiró, reclamó una condena de cuatro años y medio de cárcel y multa de 21 meses (seis euros al día) para el octogenario -cumple 80 años en abril-. Aunque el fuego calcinó 0,01 hectáreas de monte raso en el paraje de Foz, en  la localidad de Nocelo, en las inmediaciones había una granja de pollos y el impacto medioambiental pudo ser importante. Había dos focos y las condiciones meteorológicas eran favorables a la propagación: calor y al viento (a las nueve de la mañana el termómetro ya marcaba 19,6 grados centígrados). Pero una llamada al 112 de un testigo que vio a la persona que prendía -identificó al acusado- y posibilitó una rápida extinción.


Rafael D.S.  aseguró hoy que el 17 de septiembre de 2017 no salió de casa porque tenía un marcapasos y tuvo que estar todo el día en la cama para que lo controlaran desde el CHUO. Negó la autoría del incendio con hipérbole incluida: "Yo no prendí fuego para nada; nunca en mi vida, ni ahí ni en ningún sitio ... ¡Que me vuelva del color de la ceniza!".


La principal prueba de cargo la aportó un vecino del lugar que el día de los hechos paseaba al perro y asegura haber visto a Rafael prender el fuego en las márgenes de una pista. Desde entonces, según precisó ayer, sufre amenazas. "Me dijo que me iba a volar la cabeza", declaró ayer por videoconferencia.


Identificó su furgoneta -una C-15 blanca, única en el pueblo, con la parte trasera  cuadrada- y al inculpado por su silueta y forma de moverse. Ayer, tal como hizo a lo largo de la instrucción, no dudó de su percepción, puesta en duda por la defensa en base a un un informe de un oftalmólogo que analizó la distancia sin acudir al lugar de los hechos -habla de 625 metros- y los problemas de visión del testigo (usa gafas porque es miope).


El abogado del inculpado trató de desacreditar a este testimonio por la tardanza en comunicarlo a la Guardia Civil, después de un mes del incendio, y porque cree que está inducido por "la rumorología vecinal".  El propio acusado introdujo en el juicio la enemistad por problemas de lindes. El testigo lo negó.


La fiscal destacó en su informe final las versiones dadas por el inculpado. "Tras la detención dijo que ese día había cogido la furgoneta, aunque no recordaba que estuviese en el monte, y hoy -por ayer- nos dice que no salió de casa", destacó. Eiró insistió en que  "Rafael miente". A su juicio, como cazador, quiso quemar el monte para "delimitar la zona". 

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