La hostelería recuperó total normalidad este fin de semana, salvo por la mascarilla y la distancia de seguridad, gracias a las nuevas medidas adoptadas por la Xunta. Los aforos volvieron al 100% tanto en el interior como en el exterior, con la recuperación del servicio de atención en barra, tras un año suspendido. “Los clientes lo estaban deseando, especialmente con los cafés rápidos”, asegura María Meiriño, de la cafetería Galaxia 21 de la ciudad.
El mes pasado se recuperó su uso, pero solo en establecimientos que cumpliesen con unos requisitos más exhaustivos. Emplear mascarilla FFP2 o practicar test periódicos a los trabajadores eran algunos de ellos. Muchos hosteleros prefirieron continuar sin la barra, pero ahora, sin ningún tipo de condición en su uso, las abrieron de nuevo. “Yo empecé ahora a atender en ella, pero los clientes deben acostumbrarse otra vez”, señala Isabel Pereira, de la cafetería ourensana Agarimo.
Borja González, de Kaldi en la plaza Paz Nóvoa, también reabrió la barra de su establecimiento. “Están un poco reacios, pero hay que acostumbrarse”, concuerda con Pereira. Este avance, junto con el 100% de los aforos, es un paso que los acerca “poco a poco” a la normalidad.
El servicio en la barra, pese a su vuelta, tiene que cumplir una serie de requisitos. Solo dos personas convivientes pueden sentarse juntas y en caso de no serlo, solo una. Cada asiento debe separarse con un metro y medio de distancia, además de que se habilita un espacio exclusivo para el personal y no el consumo. “Es complicado que la gente cumpla siempre. Hay que estar encima del cliente para que respete las medidas”, comenta Pereira.
Prudentes
Pese a que la barra ya puede emplearse solo con unas condiciones de seguridad, algunos continúan sin usarla. Este es el caso de Crono, donde la barra todavía no es útil. “En principio nos vamos a quedar así. Hay que mantener la distancia y para eso necesitas estar más pendiente de los clientes, que es algo complicado”, señalan. El punto de vista cauto es minoritario, pero visible entre establecimientos que prescinden este servicio para ganar en seguridad con la clientela y los empleados.
También hay consumidores excesivamente prudentes que quieren evitar los espacios interiores. “Les cuesta entrar dentro. Cuando nos pusieron las terrazas al 100% nos ayudó mucho, porque quieren estar fuera”, apunta Meiriño. Ahora, que se acercan los meses de invierno, verá cómo se comportan los clientes y si deciden entrar dentro para tomar algo.
Horarios
El horario de cierre se mantiene a la una de la madrugada, salvo en el fin de semana que tendrán una hora y media más. Esto afecta a los negocios hosteleros en función de su ubicación. Meiriño comenta que “nunca cerramos a la una, por lo que no nos influye”. En la periferia la persiana se baja más temprano, por lo que este cambio pasa de largo para ellos. González, con un local céntrico, tampoco lo percibe: “Siempre cerramos antes”.
