EN LA CIUDAD

¿Y tú en qué cola de estas te encuentras?

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photo_camera Las colas en las pulpeiras.

Las colas están aferradas a nuestra ciudadanía, aquí algunas tipologías

Relacionamos las colas con un buen o un mal servicio público, un sistema saturado o mal gestionado. A nadie se le escapa, al sufrirlas, trazar una línea imaginaria entre las miradas de los de un lado del mostrador y los del otro, para acabar en el rostro del funcionario acostumbrado al oficio. No son colas sangrantes, como las del INEM o las de los comedores sociales, que ya no se encuentran, o no de la misma manera, pero las que hay son llamativas. 

Los sistemas informáticos han modernizado el sistema de turnos y el proceso –desde el banco al super, pasando por cualquier administración pública– se ha convertido en lo más parecido a la sala de espera de un aeropuerto imaginario con el que toca bregar. 

No es fácil cuantificar el tiempo que nos consumen estos preámbulos administrativos para resolver nuestros entuertos cotidianos, pero es importante; además como población envejecida que somos, en muchos de estos casos nos tocará de acompañantes o acompañados. Confiemos en que la telemática y la administración digital aporten enteros allá donde es más factible hacerlo, en muchos casos ya está funcionando, y se nota.

Colas buenas, colas malas. Hay colas que sin resultar gratas, ninguna lo es, están mejor llevadas, y algunas hasta resultan simpáticas y aportan color a la ciudad; otras, las relacionadas con la salud, papeleos administrativos y demás, siempre estarán con el marchamo de una mano ingrata por detrás. Colas aferradas a la rutina, ¿y si toca?, de las loterías, aunque en la mayoría de administraciones lo que acabas encontrando es una legión de descreídos, que se consuelan entre ellos, aún así insisten, no vaya a ser. Las colas gastronómicas, en un restaurante símbolo, La Romántica, no hay fin de semana que falle, y eso que la tanda de comidas empieza a las 13,00 horas; las pulpeiras, sometidas en los últimos meses  los vaivenes del cefalópodo, que les ha restado argumentos, de momento. Con la resaca de la Navidad, aferrémonos a la de los Reyes Magos, cuestión de fe. Salud. 

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