LLEGADA DE LA ALTA VELOCIDAD

Zamora y Ourense: dos realidades que fían su progreso a la llegada del AVE

Tres años después, la provincia castellana ve cierta mejoría y apuesta por la unidad para ejecutar su plan de desarrollo | Más información en GOU!.es

En el andén de la estación de Zamora cuelga una placa que recuerda que en el año 2014 se conmemoró el siglo y medio de la llegada del tren. Refiere una batalla ganada al aislamiento y la pobreza. Discreta, sin alharacas, pero visible al lado de la sala de operaciones. A las 8,51 minutos de la mañana del 17 de diciembre del 2015, es decir, 151 años después del resoplido de aquella pretérita máquina de vapor —de la familia de una réplica que está en la explanada de la terminal— un tren de alta velocidad escribe con letras capitulares otro renglón en la historia del ferrocarril de esta ciudad castellana. Una treintena de pasajeros usó el AVE en su viaje inaugural. En la estación había aquel frío diciembre más expectación que viajeros. 

Tres años después, con toda naturalidad, José María toma a las 16:18 el Alvia que viene de Lugo para que le deje en Madrid Chamartín. "Es muy cómodo y muy rápido", dice. En una hora y veinte minutos le planta en la capital de España. Este profesor de Bellas Artes regresará al día siguiente. 

Zamora es otra, pero no es diferente. A ver: más moderna, más cosmopolita, más mestiza gracias al influjo de las comunicaciones, luce otras galas. Pero no es diferente: carga sobre sus hombros los males endémicos del subdesarrollo. Tiene cierto mimetismo con Ourense: provincia de interior, suicidio demográfico, envejecimiento y un rural con el eco del silencio. 

Ourense vive a un año y medio vista de la llegada del AVE y todo parece indicar que, si lo sabe aprovechar, pondrá una marcha más, solo si establece una estrategia —que no se ve— y apuesta por fórmulas de desarrollo. Zamora y Ourense tienen mucho en común, poco en materia de AVE. La ciudad castellana trabaja en estrategias claras de desarrollo aprovechando el tren, en Ourense campa la desunión. "Bueno, Zamora es lo que es, no nos podemos engañar", resume su alcalde, Francisco Guarido, con una gran dosis de pragmatismo. 

Al turismo, el comercio y la hostelería es a los que mejor les va. Entre enero y octubre del 2015, año del AVE, visitaron la provincia 189.576 personas y en el mismo periodo de este año la cifra fue de 232.646. Lo saben bien en la Oficina de Turismo, al lado de la Diputación. Antonio José Gómez, que atiende al visitante, y Mercedes Sánchez, técnica de este organismo, coinciden en que "el AVE está teniendo mucha incidencia, sobre todo con visitantes de Madrid, que es el mercado a captar".

Zamora ha entrado en los planes de fin de semana, pero no llueve a gusto de todos. A Olga Urriza, una navarra asentada en la ciudad y con dos comercios en el centro le parece "increíble que no haya más promoción". Y se pregunta "cómo una ciudad con tanto románico,con la huella del Cid, no tenga más divulgación". Con el flujo de gente todos ganan. Óscar Francisco Miguel Alba, taxista, rubrica que el incremento de turistas "es un hecho sobre todo los fines de semana y hablas con los de los hoteles y te dicen lo mismo".

El turismo, con ser un pilar económico, no lo es todo. Gente que viene y que se va al cabo de unos días, pero no se queda a vivir. La venta o el alquiler de vivienda sigue en barbecho. Antonio Allende, de la Inmobiliaria Santa Clara, reconoce que "va bien el alquiler vacacional pero no el convencional ni tampoco las ventas". El AVE no trae inversores ni colonos para repoblar, se limita a llevar gente de un lado a otro a gran velocidad.
Sin embargo, los datos del Instituto Nacional de Estadística dicen que el ladrillo zamorano se espabila también. Entre enero y septiembre del 2015 se vendieron 640 viviendas en la provincia y en el mismo periodo de este año la cifra subió hasta las 806. Eso sí, "en el rural no se vende nada", reconoce Allende porque fuera de la capitalidad provincial, el panorama es de casas cerradas y persianas bajadas.


Declive demográfico


Zamora, como Ourense, cuenta sus censos por números rojos. También ahí sus destinos son coincidentes pero en la provincia vecina quieren torcer esa realidad. José María Esbec, presidente de los empresarios de CEOE-Cepyme, hace un resumen de los zarpazos que la crisis y el ajuste empresarial ha dejado en el rostro social: Iberdrola se deslocalizó a Valladolid, Telefónica empleaba a unas 500 personas, los talleres de Renfe eran muy importantes porque los trenes de la linea de Madrid se mantenían allí con más de mil personas. Galletas Reglero dejó también un lastre laboral de 500 empleos. "Zamora ha sufrido una pérdida de empresas brutal que hay que recuperar basándonos en nuestra riqueza, creando fabricas de transformación de nuestros productos y con turismo", resume el presidente de la patronal.n

La lucha se antoja titánica porque el drama demográfico es obvio. El Instituto Nacional de Estadística dice que la población residente en la provincia era de 184.175 habitantes cuando llegó el AVE y en la actualidad la cifra cayó hasta los 175.906. En la ciudad había entonces 63.831 habitantes y en el 2017 había 62.389. "Somos una provincia exportadora de capital humano muy importante, hemos tenido una pérdida de población brutal", reconoce José María Esbec.
Reactivar todos los resortes para aprovechar el tren de alta velocidad va a requerir un esfuerzo titánico. Eso sí, la unidad de acción es un hecho por encima de rivalidades políticas y Ayuntamiento, Diputación, Junta de Castilla y León, entidades financieras o Cámara de Comercio —allí sí existe porque los empresarios han apostado— están metidos en el reto de sacar a Zamora del atolladero.

En octubre del 2015, dos meses antes de la llegada del AVE, la provincia tenía 16.485 parados, de los cuales 6.531 estaban en la ciudad. En octubre de este año las cifras bajaron a 11.637 y 4.844, respectivamente. Como es obvio, han influido muchos factores, en los que el tren puede ser uno de ellos.


Urbanismo


Zamora ha hecho una apuesta por poner en perfecto estado de revista sus principales distintivos patrimoniales. Su casco histórico está cuidado, con un alto grado de rehabilitación. En buena parte de las edificaciones sin uso, en las fachadas hay reproducciones de dibujos hechos por escolares. En Ourense hay pintadas y borrones. Zamora apostó por llevar al casco histórico a sus instituciones: Ayuntamiento, Diputación, consejerías, Biblioteca Pública, Parador de Turismo, Oficina de Turismo...

La estación está cerca del centro urbano y la intervención para acoger el AVE ha sido espartana: reforma del edificio neoplateresco inaugurado en 1958 y poco más. La playa de vías, funcional, sin más. La terminal se salva mediante una pasarela, una solución incómoda para unir la ciudad. En los andenes y en las ventanillas, el trajín habitual: gente que va y viene. Los zamoranos tienen mañana lunes  siete frecuencias con Madrid —tres ya están competas—, a precios que van de 32 a 42 euros ida y vuelta. La capital de España está a hora y media escasa. A Ourense desde la capital castellana se tarda casi el doble y a Madrid lleva unas cuatro horas y media. Cuando finalice la obra serán poco más de dos horas. El AVE llegará a Ourense en año y medio y Zamora será un competidor natural. Hace años que no están perdiendo el tiempo. 

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