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Comités de pesca

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Actualmente la pesca fluvial en Galicia está regulada por la Ley de pesca fluvial de 1992. Antes de las últimas elecciones autonómicas se estaba preparando una nueva ley, pero, como normalmente ocurre, las elecciones se encargan de paralizar «casi todo» y, por si fuera poco, hay que sumar el efecto Covid, que ha venido a trastocarnos la vida en todos los aspectos.

De lo que conocí del borrador de esta nueva ley, no me gustaban principalmente dos cosas:

  •  No corregía el sistemático incumplimiento de la Ley de 1942, referente a la interrupción de los cauces para las especies migratorias.
  • Desaprovechaba una oportunidad histórica para declarar a nuestros salmónidos como especies de interés preferente, tal como ya se ha hecho en la mayoría de España: Aragón, Andalucía, Castilla y León, Castilla La Mancha…, con el fin de brindarles la máxima protección ante el alarmante descenso de sus poblaciones. Conste que estas medidas fueron tomadas por gobernantes de diferentes sensibilidades políticas. Concretamente, en la comunidad vecina de Castilla y León fue tomada bajo el gobierno del Partido Popular. La defensa del medio ambiente no debe ser bandera de unas siglas políticas concretas, sino de todas.

Seguro que habrá oportunidad de hablar largo y tendido de esa nueva ley en otro momento.

A día de hoy, está vigente un decreto del año 97 que define la normativa de pesca actual. Dicho decreto, entre otras muchas cosas hace referencia a los Comités de Pesca Provinciales y al Comité Gallego. Ambos son órganos consultivos, es decir, sus resoluciones pueden ser reflejadas, o no, en la orden anual de pesca continental que se publica en el Boletín antes del inicio de cada temporada.

La composición de dichos comités es muy variopinta, y además de los funcionarios del departamento en que esté encuadrada la pesca, hay representantes de la Federación de pesca, de los cubes o sociedades de pescadores —federadas o no—, de las asociaciones ecologistas y conservacionistas, profesionales de reconocido prestigio y también funcionarios que representan a las áreas de Sanidad, Industria y Turismo, así como miembros de la Confederación Hidrográfica.

Su funcionamiento es democrático y sencillo. En primer lugar se celebran —generalmente en septiembre u octubre— los Comités Provinciales, donde tanto los asistentes al comité como cualquier pescador puede hacer llegar propuestas relacionadas con la pesca que sean competencia del Comité, como fechas de inicio y fin de la temporada, cupos de capturas, medidas reglamentarias de las capturas, técnicas y cebos autorizados, medidas de protección como el establecimiento de vedados y tramos de pesca sin muerte, y también las entidades colaboradoras exponen sus planes de ordenación de recursos piscícolas…

Las propuestas aprobadas en cada una de las cuatro provincias se llevan posteriormente al Comité Gallego que se celebra en Santiago, donde pueden, o no, ser refrendadas por éste. Recordemos el carácter «consultivo» de los Comités, pues no todo lo que se aprueba en el Gallego sale publicado en la orden anual, tal y como sucedió en la última edición, en el que se debatieron las propuestas aprobadas por los Comités Provinciales de Lugo y Ourense, que abogaban por que todas las aguas libres habitadas por salmónidos fueran declaradas sin muerte, y tras un intenso tira y afloja se consensuó que fueran sin muerte solo el 50%, pero en todas las aguas libres de Galicia. Desgraciadamente para los que somos conservacionistas, esta medida consensuada no tuvo reflejo en la actual orden de vedas.

Mi impresión es que a los políticos gobernantes, ante la cercanía de las elecciones autonómicas, dicha propuesta les dio vértigo y la echaron para atrás en el convencimiento de que les restaría votos. Creo que muchas veces los políticos que nos representan escogen la opción más favorable para sus intereses electorales y no la más necesaria.

He participado en unas diez ediciones del Comité Provincial de Ourense, y en los dos últimos Comités Gallegos.

Mi impresión sobre el Gallego de 2018 —el primero al que asistí— fue muy positiva, pues se adoptaron medidas muy importantes para la pesca, como la tan necesaria reducción de cupos de capturas, entre otras. Del segundo y último al que asistí, el del año pasado, estoy bastante decepcionado por lo que he relatado en párrafos anteriores.

En lo referente al Comité de Ourense, mis sensaciones son muy positivas. He constatado de primera mano la creciente concienciación y evolución de todos los asistentes: funcionarios, representantes de sociedades…, hacia una forma de gestionar la pesca más acorde con nuestros tiempos y con la triste situación de nuestros ríos y sus pobladores.

Ourense es la provincia con los ríos mas castigados por las hidroeléctricas de toda Galicia, y quizás de toda España. Pero también, gracias al trabajo de los sucesivos comités de pesca, es la provincia gallega con más kilómetros de río en régimen de pesca sin muerte.

Los que me conocen saben que comparo la implantación de medidas conservacionistas en favor de la pesca con la necesidad imperiosa de poner una dolorosa inyección que sabemos va a curar a nuestro hijo enfermo. Si le preguntamos al niño, siempre nos va a responder que no quiere que le pinchemos; pero nosotros, como padres, sabemos lo que tenemos que hacer.

Echo de menos un gobierno que tome en serio a la pesca deportiva y crea en el potencial económico que podría representar para Galicia. Necesitamos un «responsable», posiblemente político, que dirija y coordine a todos los actores que juegan un papel en el mundo de la pesca. No es aceptable que los gestores de la pesca no puedan tomar acciones correctoras ante muchos de los problemas, simplemente porque no tienen competencias. Me temo que hasta que no haya un interés real y alguien con mando interdisciplinar, esto va a seguir yendo a peor.

La agricultura, la ganadería, la industria claro que son necesarias, pero hay formas de que se desarrollen sin machacar nuestros ríos contaminándolos y secándolos, como vemos a diario en los medios. Se necesitan alcaldes que se preocupen de que los concellos que dirigen no dejen una huella mortal en los ríos a los que vierten las aguas después de usarlas.

He podido pescar en bastantes lugares del mundo, y ninguno reúne las cualidades de nuestra Galicia, donde se podrían pescar con éxito las especies deportivas más buscadas: trucha, salmón, reo y lubina, a escasos kilómetros de atractivas propuestas turísticas, culturales y gastronómicas.

Los mejores destinos actuales del mundo para la pesca: Patagonia, Canadá, Alaska, Islandia, Austria, Eslovenia… no tienen nada que envidiar a los ríos gallegos del siglo XIX y primera mitad del XX, que tan bien describieron algunos viajeros extranjeros de la época como Hemingway, Walter M. Gallichan o su esposa Catherine Gasquoine-Hartley, o españoles como el marqués de Marzales. ¡Qué tristeza de generación la nuestra, que en tan solo medio siglo ha conseguido machacar nuestros ríos y tener especies tan importantes como el salmón atlántico al borde de la extinción en los ríos gallegos; donde los gestores siguen permitiendo el inexplicable sacrificio de cupos ridículos de 5 o 7 salmones por temporada! Puede que aún estemos a tiempo, pero si seguimos haciendo lo de siempre, está demostrado que mal vamos a terminar. Hace falta un cambio radical en la gestión, y los comités de pesca son imprescindibles para ello.

Hace falta tomar muchas medidas, algunas de ellas costosas, y ciertamente no tenemos la economía para florituras; pero muchas otras no cuestan dinero y serían muy beneficiosas para la pesca.

De cualquier forma, a ese «Super Responsable de Pesca» que demando le pediría que tuviera muy claras dos premisas. La primera es que los dineros empleados no deben tener la consideración de gasto sino de inversión, capaz posteriormente de multiplicar su cuantía a modo de retorno en beneficio de la sociedad. Y la segunda es que en lo primero en lo que hay que invertir, es en estudios técnicos que nos informen del estado real de la situación de nuestros ríos y sus poblaciones de peces para, con conocimiento de causa, decidir cuáles son las medidas más urgentes y adecuadas a adoptar. Actualmente no se hacen estudios por carencia presupuestaria; al no hacerse estudios, no se dispone de información; al no haber información, no se toman decisiones… es la pescadilla que se muerde la cola.

Para mí, la solución mientras no haya recursos es tomar decisiones claramente conservacionistas; más vale quedarse corto que pasarse. Cada vez son más los pescadores que, en un acto de generosidad, están dispuestos a no llevar a la sartén los peces que pescan, dejándolos en el rio para que sigan reproduciéndose. Pobriños los peces; ya tienen bastante con la contaminación, con la regulación de los caudales, con el exceso de cormoranes, con el furtivismo… La actitud del pescador del siglo XXI debe ser la de formar parte de la solución, no la de agravar el problema.

Soy un convencido de que las cosas se pueden mejorar desde dentro; y los comités de pesca, con todas sus limitaciones, nos dan esa oportunidad.

Me felicito por vivir en una sociedad democrática que le permite a cualquier pescador proponer medidas para el mejor desenvolvimiento de su afición. Los que peinamos canas y tenemos cierta edad, sabemos que no siempre fue así en este país.

Nota.- Los lectores de La Región que deseen leer los comentarios sobre la estancia en Galicia en 1904 y 1911 del escritor y pescador inglés Walter M. Gallichan y su esposa Catherine Gasquoine-Hartley, escritos por el pescador ourensano José Ramón Rodríguez (Argibay), pueden descargarlos en esta dirección electrónica, integrada en la página web de Secundino Lorenzo (Sloren), Ourense natural. Podrán hacerse una idea de lo que fueron y podrían volver a ser nuestros ríos gallegos.

 

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