Tribuna

¿La pesca sin muerte puede incrementar potencialmente la posibilidad de contagio del covid-19?

p1
photo_camera Argibay

Sé que este artículo lo leerán solo algunos pescadores que lo tengan a su alcance, pero invito a los que no lo son a que empleen unos minutos en leerlo, en base a que la defensa de los ríos y sus pobladores no solo incumbe a los que nos dedicamos a la bella afición de la pesca deportiva, sino a toda la sociedad. 

Se han celebrado recientemente los cuatro Comités Provinciales de Pesca, y en breve se celebrará el Gallego. Como expliqué en un anterior artículo, de estos comités salen las normas que regirán la práctica de nuestra afición la próxima temporada.

La pesca con devolución parece que va ganando el respaldo de la Administración, al igual que ya lo hizo en casi todas las autonomías.

Creo que ya nadie discute que el actual estado de nuestros ríos es muy deficiente, así como que es alarmante la disminución del número de truchas y, sobre todo, salmones que los habitan.

Todo apunta a que los martes y los miércoles se sumarán a los jueves como días hábiles para la pesca de salmónidos, pero con la obligación de devolverlos vivos al río nuevamente, pero hasta que no salga publicado en el Boletín, no hay nada seguro.

Pues bien; esto ha servido para desatar una campaña, tanto en medios escritos como en las redes sociales, totalmente en contra de los pescadores conservacionistas, motivo por el cual me gustaría que la opinión pública pudiera conocer, sin intermediarios, el punto de vista de un pescador conservacionista.

En primer lugar, aclaro que los conservacionistas no hacemos las normas; las hace la Administración, cumpliendo así con su obligación y responsabilidad. Nos limitamos a exponer nuestras propuestas en los comités, al igual que lo hacen todos los asistentes que lo deseen. Una vez escuchadas todas las partes, la Administración toma sus decisiones. Les recuerdo que los comités solo son órganos consultivos. Si se baraja la cifra de que tan solo el 7% de los pescadores gallegos pescan sin muerte, ¿no debería cuestionarse el otro 93% por dónde empiezan a ir los tiros en esto de la pesca en el siglo XXI?

Se nos acusa de “ECHAR” o “DEJAR SIN PESCAR” a miles de pescadores tradicionales del río para disfrutarlo solo nosotros, que somos “cuatro”. Aquí está el quid del maquiavélico titular de este artículo. Hace pocos días, concretamente el pasado 4/11/20 un articulista afirmaba en un periódico gallego que, como dejábamos sin pescar a unos miles de pescadores, aumentaría la densidad social con el consiguiente aumento del riesgo de contagio del maldito Covid-19. El argumento es un poco rebuscado, ¿no les parece? 

Si llegando a este párrafo queda algún lector no pescador (ojalá sea así), le aclaro que pescar con devolución no es en ningún caso dejar de pescar; solo implica tener que devolver al río la trucha después de pescarla, en vez de llevarla a la sartén. La jornada de pesca seguirá siendo una jornada de disfrute; lo único que cambia es el menú de la cena, sustituyendo la “trucha a la navarra” por cualquier otro plato. ¿Es esto echar a alguien del río? Yo creo que no, es más bien una autoexclusión por no querer adaptarse a una norma.

También es motivo de disgusto por parte de los autodenominados pescadores “tradicionales” que se les limite en el empleo de cebos naturales. Esperando que todavía quede algún lector no pescador, trataré de ilustrarle con dos razones sobre el motivo por el que, a mi modesto entender, la Administración pone estas limitaciones. La primera tiene que ver con el hecho de que, tras numerosos estudios, se ha comprobado que los cebos naturales son engullidos con menor desconfianza por las truchas, lo que significa una mayor dificultad (y por tanto mortalidad) a la hora de desanzuelar al animal para devolverlo intacto al río, bien por motivo de que no alcanza la medida mínima legal establecida, o por la obligatoriedad de devolverla al agua independientemente de su tamaño. La segunda razón tiene relación con el hecho de que, ya en un período avanzado de la temporada, debido al estiaje de los ríos las truchas que han sobrevivido tienden a abandonar las zonas de corrientes rápidas, ya con poca profundidad, y refugiarse en pozos y zonas de aguas profundas y lentas. Pues bien; en este tipo de aguas, cebos como el saltamontes o el grillo tienen una tremenda eficacia y terminarían con las truchas que necesariamente deben sobrevivir para perpetuar la especie y, por ende, nuestra afición.

De cualquier forma, esto del cebo natural creo que es un tema secundario respecto al de no matar los salmónidos. Se podrían tomar medidas como el uso obligatorio de anzuelos sin arponcillo, y exigir a todos los pescadores el uso de un desanzuelador para evitar lesiones a los peces. También, como ya sucede en otras autonomías, se podrían establecer algunos tramos donde siguieran autorizados. No debería ser difícil construir una solución que contentara a todos.

Nos gustaría que se entendiera que las medidas que defiende el colectivo de pescadores conservacionistas no van contra el resto de pescadores; van siempre a favor del río y de los peces, y estamos convencidos de que su aplicación es urgente.

No creemos que seamos merecedores de los insultos y menosprecios de los que somos objeto en prensa y redes; y mucho menos de amenazas, como la que parece insinuar el comentario aparecido en Facebook recientemente, y que cito textualmente a continuación: “Pues claro…!!! Como siga así la cosa tendremos que hacer guardia con unos buenos piquetes, a ver quién es el listo que mete la línea en el agua”.

Lo de los insultos nos trae al pairo (ya se sabe: a palabras necias, oídos sordos); pero lo de las amenazas es un tema más serio y delictivo. Algún pescador partidario de la pesca sin muerte ya encontró rajadas las ruedas de su vehículo al retorno de su jornada de pesca en el tramo sin muerte del Miño ourensano, no mucho tiempo después de que se instaurase este nuevo régimen de pesca en la zona.

Es muy lamentable lo que algunos, solo algunos, son capaces de hacer por un miserable puñado de truchas. Personalmente he escuchado a algunos (repito: solo a algunos) decir bravuconamente que si les limitan tal o cual cosa, envenenan el río. Parece no haber desaparecido del todo esa España profunda de “la maté porque era mía”, o “mía o de nadie”.

Todos los pescadores, independientemente de nuestras ideas, tenemos la obligación de aislar y desterrar de nuestra afición estos comportamientos indeseables.

Algunos tienden a difundir el bulo de que los pescadores conservacionistas tenemos la idea de implantar la PESCA SIN MUERTE como fin último y único en la gestión de la pesca deportiva, y ya está. Pues déjenme decirles que tampoco esto es así. Como prácticamente todos los pescadores, sabemos que los principales problemas de la pesca son los originados por la escasa calidad del agua: purines; depuradoras chungas; obstáculos y mala gestión de caudales; cambio climático; plaga de cormoranes, etc…

Los conservacionistas no estamos ni casados ni contentos con la Administración gallega, porque entendemos que ni de lejos cumple su responsabilidad de cuidar nuestros ríos como nos gustaría. Salta a la vista de todos que vamos día a día descaradamente a peor. Por favor, que no se me ofendan los funcionarios; es más arriba donde tienen que ponerse las pilas y comprender de una puñetera vez que actividades como la pesca deportiva podrían significar un importante nicho de desarrollo turístico y, por lo tanto, de riqueza. ¿No persiguen eso los políticos?

Los “ecolocuentistas”, como algunos nos denominan, luchamos desde hace muchos años. Luchamos en todos los frentes en donde creemos que se debe luchar, no en las tertulias de barra de bar o con mensajes más o menos incendiarios en las redes, dirigidos solo a los seguidores de quienes los escriben.

Luchamos en los comités de pesca proponiendo las medidas que entendemos más urgentes y necesarias para la pesca y la salud de los ríos, evitando hacer brindis al sol con la petición de medidas irrealizables por dichos comités, pues no son de su competencia.

Luchamos en cooperación con la Fiscalía de Medio Ambiente denunciando ilegalidades y abusos. Gracias a una denuncia nuestra, conseguimos que la cascada de Ézaro recuperara un flujo de agua estable para disfrute y riqueza de todos.

Luchamos en las Confederaciones Hidrográficas y Aguas de Galicia. Acabamos de presentar numerosas alegaciones en la Confederación Miño-Sil, una de ellas, por poner un ejemplo, con un interminable listado de obstáculos a eliminar en nuestros ríos; obstáculos que son responsables en gran medida de que nuestras truchas y salmones no puedan reproducirse como sería deseable, privando así al río y a los pescadores del aumento tan necesario de sus poblaciones.

Luchamos para que nuestra Administración nos informe de la situación real de los stocks de truchas y salmones que quedan en nuestros ríos. Me parece insólito que quieran nuestras propuestas e ideas en los comités y al mismo tiempo no nos faciliten la información necesaria para elaborarlas.

Luchamos para que la Administración no haga la normativa de pesca “de oído”, si no sobre los datos que deben revelar los estudios científicos que prácticamente no se realizan desde hace muchos años. ¿Alguna persona sensata sacaría dinero alegremente de su cuenta corriente sin saber el saldo que le queda?

También luchamos en terrenos como la educación de colectivos de niños y mayores, difundiendo el amor al río, así como participando en jornadas de limpieza fluvial.

Luchamos en la política, reuniéndonos con políticos de todas las tendencias e instándoles a que busquen y apliquen soluciones para que el desarrollo industrial, ganadero y agrícola sea compatible con la vida en nuestros ríos. Sin ir más lejos, acabamos de facilitar información, referida al desastre que está sucediendo en el Eume, a determinados políticos para que la esgriman en la comparecencia de la sra. conselleira en nuestro parlamento.

Y desgraciadamente tenemos que tratar de abrir los ojos a la realidad a algunos (solo algunos) de nuestros colegas, a los que les parece que tienen que ser solo los demás los que les solucionen el problema de que cada vez son menos las truchas que les pican y pueden llevar a casa; pero, eso sí, que no les toquen sus “derechos”, porque no están dispuestos a ceder en nada ni a mover un dedo para mejorar la situación.

Procuramos desarrollar esa lucha en el sitio que corresponde, y créanme que vamos consiguiendo cosas beneficiosas para nuestros ríos.

No es mi intención dar la sensación de que solo nosotros somos los buenos de la película. Me consta que hay más gente trabajando por la pesca, tanto particularmente como desde muchas asociaciones. Mucho ánimo para ellos.  

A los incendiarios, ¡que les den! Es al público en general y a los pescadores deportivos con sensibilidad a quienes he tratado de mostrar mi punto de vista.

Por último, permítanme decir que los conservacionistas, que es cierto que en un alto porcentaje somos pescadores a Mosca, entendemos perfectamente al resto de pescadores, porque la mayoría de nosotros también hemos pescado a cebo, a cucharilla…y hemos llenado cestas y congeladores de truchas. También las apreciamos gastronómicamente, nosotros y nuestros familiares y amigos. La diferencia es que hemos sido capaces de evolucionar al darnos cuenta de la mala situación en que nos encontramos, y practicamos por ello una pesca sostenible. No queremos formar parte del problema, matando truchas aunque la ley nos lo permita; queremos ser parte de la solución. ¿Es ético que se nos crucifique por esto?

Cualquier lector que haya seguido mis escritos relativos a la pesca puede comprobar que en ellos solo me atrevo a “pedir” y, por supuesto, no trato de imponer a mis colegas de afición que no maten más truchas o salmones aunque se lo permita la ley, dada la delicada situación que atraviesan sus poblaciones. 

Invito a todos esos pescadores deportivos, que aún no se han decidido a hacerlo, a que comprueben, aunque sea una sola vez, la satisfacción que se siente al dejar que una trucha o un salmón se escurra entre sus dedos voluntariamente y recupere su libertad.

Gracias por leerme y, muy especialmente, gracias al lector no pescador que ha llegado hasta el final de estas líneas.

Te puede interesar