Salud

Cuando la casa nos enferma: así afectan los problemas de vivienda a nuestra salud

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Plagas, humedades, imposibilidad para pagar el alquiler... son algunas de las causas que pueden ocasionar problemas de salud

Plagas, humedades, pobreza energética, imposibilidad para pagar el alquiler, obstáculos que dificultan la vida de las personas con discapacidad… En España muchas personas viven en estas situaciones con las implicaciones para la salud que eso conlleva. Las personas con problemas de vivienda tienen 10 veces más riesgo de tener mala salud que la población general y presentan dos veces más un malestar grave a nivel psicológico. Son datos de un informe publicado por la asociación Provivienda, financiado por el Ministerio de Sanidad.

Las condiciones de la vivienda y de su entorno pueden repercutir sobre la salud física y psicológica de las personas.

Vivir de alquiler

Según un informe elaborado por la Fundación FOESSA, una de cada dos personas en situación de exclusión social en España reside en viviendas de alquiler. El número de personas que viven en este tipo de régimen ha aumentado en los últimos años -del 14,9 % en 2011 al 17,5 % en 2018-, y los precios también lo han hecho considerablemente.

Según la OMS, las dificultades para afrontar los gastos del hogar pueden generar ansiedad, preocupación y problemas de sueño. Además, la presencia de humedades, de insuficientes recursos para poder mantener la vivienda a una temperatura adecuada o la escasa luz natural aumentan el riesgo de problemas respiratorios o enfermedades esqueléticas y musculares.

Salud, vivienda y vulnerabilidad

La vulnerabilidad se manifiesta también en el estado de salud general autopercibido. La población vulnerable presenta una percepción mucho más negativa que la población ge­neral: un tercio reconoce tener un estado de salud regular, e incluso el 12,4 % considera su salud como mala o muy mala.

En cuanto al estado general de conservación y mantenimiento de las viviendas de la población vulnerable, es muy inferior al de la población general. Casi dos de cada diez consideran que su casa está en mal o muy mal estado y esta proporción aumenta entre las personas que consideran que tienen mala salud (25,1 %), así como las personas con malestar emocional y psicológico grave (29,1 %).

De manera general, su situación residencial se caracteriza por la inestabilidad. Muchas consideran su vivienda como algo temporal y otras tantas han tenido que abandonarla en algún momento de forma involuntaria.

Discapacidad

Muchos hogares vulnerables en los que residen personas con discapacidad no están adaptados a las necesidades de sus habitantes. El caso más frecuente es la ausencia de ascensor.

Familias monoparentales

La mayoría de las familias monoparentales están encabezadas por una mujer. Las mujeres sufren la exclusión residencial como consecuencia del ejercicio de su rol social de cuidadora. Una de cada cuatro madres solas vive en situación de pobreza se­vera, -un 23,9 % frente al 9,2 % del total de hogares-, es decir que una de cada cuatro madres con un menor de edad a cargo cuenta con menos de 640€ al mes para cubrir todos sus gastos.

Otro factor de desigualdad asociado en parte a la presencia de niños, niñas y adolescentes en el hogar es la dificultad de equilibrar la vida familiar y laboral de las sustentadoras.

La conciliación de la vida personal y laboral es un aspecto fundamental que dificulta su entrada al mercado de trabajo en igualdad de oportunidades con otros tipos de hogares, y que tiene impacto directo en el bienestar de los hijos.

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