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Orinoterapia

No es la primera vez que desde esta sección alertamos a los lectores sobre determinadas costumbres perniciosas para la salud que, no sabiendo muy bien cómo, alguien pone de moda. A propósito de este tema, el otro día se libraba una encarnizada batalla en las redes sociales entre científicas, médicas y farmacéuticas contra un ejército de las llamadas influencers, personas que al parecer cuentan con cierta credibilidad sobre un tema concreto, y que gracias al poder que le otorgan millares de seguidores virtuales, consiguen convertirse en auténticas estrellas publicitarias para determinadas marcas comerciales. 

Hasta ahí, nada que objetar. Cosa bien distinta ocurre cuando los zapateros abandonan sus talleres y se meten a cirujanos. Para entendernos, pongamos un par de ejemplos. Existen unas toallitas impregnadas con una solución medicamentosa, que contienen un antibiótico que se ha venido utilizando en el tratamiento del acné leve. No sirven para tratar de ocultar ese incómodo inoportuno granito en la cara de una chica, justo antes de salir de noche, por mucha o mucho influencer que lo recomiende. Y así también con anti-inflamatorios para determinadas dolencias, sedantes e hipnóticos para dormir o colirios que supuestamente endurecen las pestañas. 

Respecto a las últimas terapias escatológicas, hay por ahí quien está recomendando el uso de nuestras meadas para tratar diversos tipos de patologías. Pablo Carbonell se debe estar meando de la risa, mucho más que cuando popularizaba “Mi agüita amarilla” con sus Toreros Muertos. Podemos remontamos al antiguo Imperio Romano, cuando se publicitaban los enjuagues con orina para blanquear los dientes. Sostiene Aloysius que la historia de la Medicina está repleta de ejemplos terapéuticos tan peregrinos como éste, por supuesto cuando esta disciplina no era ni siquiera ciencia, ni científica. 

Ahora, resucitando a los romanos muertos, un famoso youtuber vuelve a la carga con el pis como blanqueador dental y colirio. Depositar orina en las mucosas, en los ojos o en las heridas tan sólo sirve para provocar molestas irritaciones o contagiarse de infecciones. Que se lo pregunten a cualquiera que haya padecido una cistitis. Y es que aunque la orina está formada por un 95% de agua, contiene además sustancias como urea, cloruro sódico, fosfatos, creatinina, ácido hipúrico, sulfato de amonio y otros compuestos que nuestro organismo elimina después del filtrado renal. 

Cuando no existían todavía Instagram o YouTube (ni se les esperaba), en 1944 el supuesto naturópata británico John W. Armstrong publicaba “El agua de la vida”, un tratado terapéutico miccional, el pionero de tan estrambótica doctrina. Pero como personajes fascinantes, nosotros preferimos al Azarías de “Los santos inocentes” (Mario Camus, 1984) que se orinaba las manos para que no se le cortasen con el frío. Inolvidables Miguel Delibes, Alfredo Landa y Paco Rabal.

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