De parásitos, lobos y pumas

El Toxoplasma gondii se reproduce sexualmente en el interino de los felinos, como los pumas, aunque puede infectar a cualquier animal de sangre caliente, como los lobos, cuando éstos ingieren la forma resistente del parásito a partir de carne contaminada

Las relaciones que los seres vivos establecen entre si representan un mundo apasionante en la biología. En medicina, se han estudiado algunas tan complejas como las existentes en enfermedades infecciosas como la malaria o la toxoplasmosis. En la primera se conectan los parásitos del género Plasmodium con varias especies de mosquitos Anopheles, que actúan como vectores de transmisión, y los seres humanos. En la actualidad, la malaria no es una broma: cada año, a nivel mundial, trunca las vidas de 400000 prójimos, de los que más de la mitad son niños. Respecto a la toxoplasmosis, su agente causal es otro parásito, el Toxoplasma gondii, uno de los mas exitosos en la naturaleza, capaz de infectar a diferentes especies de animales de sangre caliente, y del que los seres humanos somos huéspedes habituales. Según ciertas estimaciones, un tercio de la humanidad estaríamos infectados de manera crónica. 

Aquí la infección puede contraerse por diferentes vías: comer carne mal cocida e infectada por los parásitos, consumir agua o verduras mal lavadas, contaminadas con restos de heces felinas, y finalmente, a través de la vía materno-fetal, cuando la madre contrae la enfermedad durante su gestación. En líneas generales, la toxoplasmosis no supone un riesgo importante para nuestra salud, puede ser asintomática y tiene un tratamiento efectivo. Pero, en las embarazadas, sus consecuencias resultan más graves: desde la muerte fetal durante el primer trimestre de gravidez, pasando por graves malformaciones durante el segundo, hasta múltiples complicaciones neurológicas, cardíacas, hepáticas y pulmonares en el futuro recién nacido, cuando la infección ocurre durante  el último trimestre gestacional. Otra situación especialmente complicada afecta a los pacientes inmunodeprimidos, donde el toxoplasma se comporta como un patógeno oportunista, como por ejemplo en los enfermos de sida. Recientemente, científicos estadounidenses han publicado los resultados de sus investigaciones en la revista Communications Biology, respecto de la interrelación entre toxoplasmas y los lobos y los pumas en el famoso parque nacional de Yellowstone, una vasta extensión natural protegida que se extiende entre los estados de Wyoming, Idaho y Montana. 

Comentábamos anteriormente que el Toxoplasma gondii se reproduce sexualmente en el interino de los felinos, como los pumas, aunque puede infectar a cualquier animal de sangre caliente, como los lobos, cuando éstos ingieren la forma resistente del parásito a partir de carne contaminada. Pues bien, las investigaciones de Yellowstone han venido a corroborar hallazgos anteriores, a favor de que las infecciones crónicas por toxoplasmas son capaces de desarrollar comportamientos más intrépidos en ratones de laboratorio y seres humanos. Estas conductas de riesgo estarían relacionadas, por ejemplo, con la elevada presencia de quistes de toxoplasmas entre los accidentados de tráfico. De la misma manera, los lobos infectados desarrollarían conductas de liderazgo, siendo más temerarios es su relación con los pumas, hecho que facilitaría la transmisión y la perpetuación de la infección. En el Yellowstone de los dibujos animados vivía el Oso Yogui, el atrevido ladrón de  las cestas de comida de los turistas. ¿Sería por culpa de una toxoplasmosis?

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