Peligros de las pantallas en el desarrollo psicoemocional

¿Cómo influye el uso de las pantallas en el desarrollo de las nuevas generaciones?

En estos días tan señalados, son muchos los progenitores que estarán pensando qué regalos deben hacer sus hijos/as. Si disponen de tiempo les recomiendo que antes de decantarse (o si ya lo han hecho) por las “pantallas” (smarthones, videojuegos, consolas, tablets, etc) se lean el libro “La fábrica de cretinos digitales. Los peligros de las pantallas para nuestros hijos” escrito por Michel Desmurgent, director del instituto nacional de salud e investigación médica de Francia. El autor dedica varios capítulos a desmantelar ideas tan populares como la de los “nativos digitales” o la creencia de que la tecnología siempre es positiva para el desarrollo cognitivo de los niños y adolescentes.

El uso de “las pantallas” por parte de las nuevas generaciones es absolutamente desproporcionado. Sirva como ejemplo que con solo dos años de edad, el consumo medio se sitúa en torno a las tres horas. De los ocho a los doce, la media se acerca a las cinco horas. En la adolescencia, arrojan cifras de casi siete horas, lo que supone más de dos mil cuatrocientas horas al año en pleno desarrollo intelectual. En contra de lo que la prensa (en términos generales) y la industria han difundido hasta ahora, el uso de la tecnología, lejos de ayudar al desarrollo de los niños y adolescentes, produce graves complicaciones de toda índole: sobre el cuerpo (obesidad, problemas cardiovasculares, reducción habilidades psicomotrices), sobre las emociones (agresividad, depresión, aislamiento, conductas de riesgo) y sobre el desarrollo intelectual (empobrecimiento del lenguaje, concentración, memoria…).

Desmurget propone siete normas que, por supuesto, cada uno debemos adaptar a las características de nuestros hijos/as y al contexto de cada familia.

1. Antes de los seis años, nada de pantallas. Para crecer adecuadamente los niños/as no necesitan pantallas: necesitan que se les hable, que se les lean cuentos, que se juegue con ellos, que se le regalen comics, construir casitas y JUGAR, JUGAR y JUGAR. La deprivación de estas actividades acarrea serias complicaciones a corto/lago plazo, mientras que la ausencia de la exposición a los dispositivos digitales en los primeros años de vida no les representará ningún efecto negativo.

2. A partir de los seis años, entre treinta y sesenta minutos al día. Los estudios científicos vienen a mostrar que las pantallas no provocan efectos negativos detectables (siempre y cuando los contenidos sean adecuados). Conviene recordar a los padres/madres que hoy en día los dispositivos ofrecen opciones o aplicaciones descargables prácticos y eficaces para controlar el tiempo: una vez alcanzado el límite diario establecido el aparato se bloquea.

3. Controlar los contenidos y respetar las recomendaciones por edades. Los contenidos relacionados con la violencia, el consumo de drogas, el uso de armas, etc. presentan un profundo impacto en la manera en que los niños/as y adolescentes perciben el mundo. Mientras los poderes públicos no se dignen a regular en serio el acceso de los menores de edad a los contenidos hiperviolentos, pornográficos, racistas, etc. la única opción que nos queda a los progenitores es la instalación en los dispositivos digitales de aplicaciones que permiten bloquear el acceso a contenidos inapropiados.

4. Nunca en el dormitorio. Las pantallas en la habitación presentan consecuencias particularmente desfavorables, pues incrementa el tiempo de uso, sobre todo restando horas de sueño (tan importante en estas edades), y facilitan el acceso a contenidos inadecuados. Depositar todos los dispositivos en un lugar común de la casa “dormitorio tecnológico” antes de cenar es una buena opción; por cierto,  regálele un despertador  ¡no hace falta un Smartphone para despertarse!.

5. Nunca por las mañanas antes de ir al colegio. Los contenidos excitantes agotan durante mucho tiempo la capacidad intelectual del niño/a. Por las mañanas permítale soñar, aburrirse y desayunar en un entorno tranquilo y sereno.

6. Nunca por las noches antes de acostarse. No le permita su uso por lo menos una hora antes de acostarse. Las pantallas alteran en buena medida la duración y la calidad del sueño. Una vez más los contenidos excitantes son perjudiciales en este sentido.

7. Una cosa cada vez. Las pantallas deben utilizarse por separado y mantenerlas fuera del alcance de los niños/adolescentes cuando están comiendo, haciendo los deberes o hablando con el resto de la familia. Cuanto más se someta el cerebro en proceso de desarrollo a la multitarea, más permeable será a la distracción. Además cuantas más cosas haga al mismo tiempo, menos rendirá, menos aprenderá y menos memorizará.

Estas sugerencias, a buen seguro incómodas para muchos progenitores, no son en absoluto ocurrencias del autor, sino medidas eficaces y basadas en estudios científicos. En cuanto a estas horas arrebatadas a las pantallas, deben ponerse a disposición de la vida: charlar, jugar, practicar deporte, tocar un instrumento musical, dibujar, pintar, bailar, cantar, ir a clases de teatro y por supuesto leer.

Si todo esto les resulta difícil y si sus hijos/as ponen el grito en el cielo, no olvide lo siguiente: cuando sean mayores le agradecerán que haya dejado espacio en sus vidas para la “fertilidad liberadora” del deporte, de la música, del juego, de la cultura en lugar de la esterilidad de las pantallas.  

Te puede interesar