El médico en casa

Rebrotes

El mes de julio que hoy finaliza pasa a ocupar la página que le corresponde en la historia. En Galicia celebramos nuestro Día da Patria Galega, con el triste recuerdo de las víctimas de Angrois, que jamás nos abandonará. También por desgracia, el fuerte calor y la acción criminal de algunos desaprensivos ha prendido la mecha de los fuegos que arrasan nuestros bosques, cebándose además con las zonas más castigadas en años anteriores. 

A nivel deportivo nacional, nos ha dado a conocer al flamante campeón de la Liga de fútbol más insólita, con sus últimas jornadas disputadas sin público, y el follón en Segunda División, con varios equipos implicados en problemas para la promoción y el descenso. Y todo ello provocado por la pandemia de Covid-19, que lejos de aflojar su yugo sobre la humanidad, se encuentra en pleno auge, con millones de infectados a nivel planetario y un número de víctimas mortales que supera de largo los 500.000 prójimos. 

Mientras escuchamos esperanzados las noticias sobre los avances en el desarrollo de las vacunas específicas para derrotar a esta enfermedad, toca convivir con los rebrotes que salpican nuestro país, quizás el preludio de una segunda oleada epidémica generalizada si continuamos empeñados en creer que la situación está controlada. 

El personal sanitario está preparado, cansado pero con una mayor experiencia en el manejo de la enfermedad. Los centros de salud y los hospitales se mantienen en guardia. Y aunque las unidades de cuidados intensivos se han ido vaciando progresivamente, y los curados son muchos, todavía cada semana la lista de los fallecidos sigue aumentando su macabra cuenta. Tampoco están ayudando demasiado determinados mensajes que los expertos mudan en cada momento: el debate sobre la obligatoriedad de las mascarillas, la necesidad de pedir pruebas de salud a los viajeros, nacionales e internacionales, o la cuarentena preceptiva para los que retornan de las zonas más infectadas. 

Tal vez en la forma de contagiarnos se han ido despejando las nubes en el horizonte. Por analogía con otros coronavirus, el SARS-CoV-2 se transmite por vía respiratoria, de humano a humano. Además del papel que desempeñan los fómites, y de la importancia de la higiene de manos para prevenir esta y otras muchas enfermedades infecciosas, las aglomeraciones de personas, sin ningún tipo de protección, resultaron esenciales en la diseminación comunitaria masiva de este virus en nuestro país durante los pasados meses de marzo y abril. El resultado es bien conocido: crisis sanitaria, económica y social. Ahora, para contener los rebrotes, la detección precoz y el aislamiento preventivo de los contagiados, enfermos o asintomáticos, resulta fundamental.

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