Para acostumbrar a los niños desde pequeños debemos ir introduciendo la fruta poco a poco y sin mezclarla con otras para no disimular el sabor.
Podemos hacerlo pasando de puré de fruta o compota, a trozos pequeños e ir creciendo en tamaño hasta lograr una adaptación real.
Las “mermeladas” naturales son perfectas también para mezclarlas con yogures, bizcochos o tostadas de pan integral.
Además, también podemos hacer combinaciones sabrosas para mejorar la palatabilidad de la fruta, pero deben ser en trozos medianos y adaptados a cada edad o gestión. Fresa y plátano, piña y coco, mandarina y kiwi, manzana y canela, albahaca y mango…