Vida OurenSana

El valor de la humildad

Una persona mira hacia el cielo durante el anochecer.
photo_camera Una persona mira hacia el cielo durante el anochecer.

Todo en la vida tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Esto siempre ha sido así, la vida del hombre normal está marcada por esa atracción -rechazo en sus avatares inevitablemente. ¿ Por qué entonces seguimos corriendo buscando las ventajas con ilusión y huyendo de los inconvenientes con frustración?. Nos parecemos al ratón en la noria pedaleando cada vez más buscando el queso, sin darse cuenta que es él mismo el que, en su afán por alcanzarlo, la hace girar y hace imposible encontrar lo que busca. El origen del problema está en la propia actitud de la mente humana, ante las diversas situaciones que surgen, discriminándolas automáticamente como buenas o malas, convenientes o inconvenientes…¡Claro que unas cosas son mejores que otras! Independientemente de nuestra actitud. Pero el gran problema radica en que mientras el que mantiene una actitud ecuánime, pensando que el inconveniente no lo es tanto e incluso que no hay mal que por bien no venga, el que no mantiene dicha actitud, sino que automáticamente, sin consciencia de sí mismo, ya introduce en la situación un valor negativo, producto solo de su propia mente temerosa e inconsciente, le va a dificultar más aceptar con relativa tranquilidad el problema, y desde esa tranquilidad necesaria encontrar incluso las soluciones posibles. 

Ante la sensación de vulnerabilidad, por ejemplo, de que el coronavirus no es controlable del todo, y que no hay más remedio que estar confinados en casa, se producen unas situaciones totalmente distintas a las habituales, aquellas en las que podíamos actuar de alguna manera con acciones o estrategias, que aunque no siempre consiguieran gran cosa para solucionar el problema, al menos nos mantenían entretenidos mientras duraba el trance, y así "entretenidos", con nuestros negocios, intereses culturales, relaciones sociales en general... se nos iba pasando lo que consideramos la vida normal a que estamos acostumbrados. Pero con el confinamiento, es cuando nos damos cuenta de lo vulnerables que en realidad somos, cuando nos faltan los "apoyos" sociales de los demás, que incluso antes no estimábamos tanto, porque nuestro engreimiento, sintiéndonos autosuficientes, no nos lo permitía.  

Ojalá que esto sirva (no hay mal que por bien no venga) para que seamos más conscientes, al sentirnos mas vulnerables de lo que pensábamos, aun cuando todo esto halla pasado, y eso nos haga ser más humildes . Porque es a través de la humildad cuando nos acercamos al vacío de la verdadera meditación, en la que estamos totalmente confinados y sin embargo no nos sentimos confinados. Solo a un observador externo le podría parecer que estamos confinados, pero nosotros interiormente nos sentimos bien, libres y felices de haber llegado a donde hay que llegar.

Los temores tienden a paralizar el flujo energético de la vida, haciendo que cuando estamos confinados, aunque tengamos todo el día libre para hacer lo que queramos, no sepamos qué hacer. Por el contrario en los humildes no pasa lo mismo. Damo Mitchell en su libro "Luna blanca sobre la montaña" en la pagina 280 nos dice:"Aquellos que pueden ser verdaderamente humildes generan un espacio energético que permitirá fluir la información. La energía siempre tiende a ocupar las áreas de baja presión desde las áreas donde la presión es mayor. Cuando se genera humildad en el practicante, el vacío atrae información espiritual que nutre al practicante sincero". 

Jesús de Nazaret, el gran Maestro de Occidente buen ejemplo dio de todo ello, lavando los pies de sus discípulos :”Se levantó de la mesa, se quitó los vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó; luego echo agua en la jofaina, y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a enjugárselos con la toalla que tenía ceñida.”(San Juan cap.13,vers.4 y 5).

Te puede interesar