Vivir en el instante presente

photo_camera El sutra del Diamante expone la importancia de vivir el instante.
La iluminación es el retorno del ser humano a la unidad con la naturaleza intrínseca de todo lo que le rodea

Dokushan era un docto intelectual, experto sobre todo en el sutra del Diamante, en el que se expone todo lo referente a la importancia de saber vivir solo en el instante presente, tanto en el budismo como en la vida en general. Pero por más explicaciones que da el Sutra, la paradoja que sigue subsistiendo es que, aunque se diga que para llegar a la iluminación hay que vivir en el instante presente siempre, esto en la práctica diaria parece evidente que es imposible. Incapaz de dar solución a este gran problema, tan vital para todos, pero sobre todo para personas buscadoras de la Verdad como él, se fue andando hasta un lejano templo, donde había oído decir que vivía un gran sabio maestro que estaba iluminado, esperando que él pudiera darle la luz que le aclarase la solución al problema real. 

Después de mucho caminar llegó por fin cansado a los alrededores del templo, y vio en uno de los tenderetes próximos a una anciana que vendía pastelillos; enseguida se dirigió a ella, pues tenía hambre, para solicitarle uno. La anciana, probablemente analfabeta, pero que sin embargo en sus ojos brillaba la luz de la Sabiduría, le dijo: "Veo que lleva vd. bajo el brazo el Sutra del Diamante, en el se dice que en el tiempo pasado ya no podemos realizar acción ninguna, en el futuro tampoco porque aún no ha llegado, pero en el presente tampoco, pues desde que pensamos en la acción que vamos a realizar, hasta que la realizamos ha pasado un tiempo, por lo tanto no hemos estado en el instante presente en el momento de la acción, así pues yo le voy a regalar el pastelillo si me dice en qué momento se lo va a comer".

Dokushan, el sabio intelectual, no supo contestar. De poco le valieron todos sus conocimientos puramente intelectuales sobre el tema, a la hora de la verdad existencial. En cambio la analfabeta viejecilla supo poner en evidencia que el saber intelectual es letra muerta ante una situación real y vivencial.

Para una persona Iluminada, que vive sólo en el momento presente y sólo utiliza el intelecto para resolver problemas intelectuales, no intelectualizando por sistema los que no lo son, se trata de un falso problema, en el que inevitablemente todo sujeto humano normal va a caer, porque todos sus actos no suelen ser plenamente vivenciales, sino que lo que vive es la conceptualización que tiene de ellos. Se podría decir que en la mayoría de las vivencias del humano civilizado y culto, lo que hay de fondo es una continua masturbación de la mente, más que una vivencia real de lo que nos ofrece el momento presente.

Para una persona normal, que no vive en el momento presente, el salto en el tiempo, entre el pensamiento y la acción correspondiente es inevitable, por lo que hay que concluir que el instante presente es inatrapable para la consciencia.Esta es la separación básica que no nos deja ser uno con las demás cosas, no ya sólo con la acción, sino con todas las cosas. Así el hombre se ha ido separando de la naturaleza, aunque esté en ella físicamente y quiera o no quiera, pertenezca a ella. Además ha ideado el método científico para conocer las cosas de las que se ha separado, cuyo axioma básico es, consecuentemente, la separación total entre el sujeto observador y el objeto observado. Menos mal que curiosamente la moderna física cuántica ha redescubierto que, al menos con partículas sumamente pequeñas (fotones), la observación de lo observado no es la observación misma (teorema de Heisemberg). Claro que les falta aún verificar que lo que ocurre con la observación de las partículas pueda extrapolarse a todas las demás cosas.

La iluminación es el retorno del ser humano a la unidad con la naturaleza intrínseca de todo lo que le rodea, y con las acciones que pueda realizar en cada instante de su vida, es decir, que está siempre concentrado exclusivamente en lo que en cada instante está haciendo, por lo que es uno con lo que hace, no hay dicotomía en el tiempo entre lo que piensa y lo que hace, porque no convierte la acción de comer el pastelillo, en este caso particular, también en una acción del pensamiento, por lo tanto se comerá el pastelillo simplemente cuando se lo coma, sin que medie pensamiento alguno.

En otra ocasión un discípulo preguntó a su maestro zen: "Maestro, ¿qué hay que hacer para llegar a la iluminación?". El maestro le dijo, es muy sencillo: "Cuando como, como. Cuando bebo,bebo y cuando duermo duermo". Pero el discipulo replicó "¡Pero eso lo hace cualquiera!, yo mismo lo hago todos los días". Pero el maestro concluyó: "Vd.cuando come, no solo come, sino que al mismo tiempo está viendo y oyendo la televisión, pensando qué va a hacer cuando termine de comer...".

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