PAPELES DEL ROCK

Acordes y barrotes: la relación entre los músicos y la cárcel

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photo_camera Johnny Cash dio en 1968 un concierto ante los internos en la prisión de Folsom.

De Jimi Hendrix a Kurt Cobain, pasando por David Bowie, Janis Joplin o Axl Rose, otras celebridades del rock han pasado alguna noche entre rejas

En enero de 1968, mientras America saludaba como un nuevo éxito de su desarrollada sociedad el lanzamiento de la nave espacial Apolo 5 sin imaginarse que en esas mismas semanas se preparaba en Vietnam la Ofensiva del Tet, una de las más humillantes derrotas sufridas por el ejército de los USA en aquella guerra, Johnny Cash cruzó los muros de la prisión de Folsom para dar un concierto ante los presos que cumplían condena en aquel establecimiento penitenciario. Pero no sería un concierto cualquiera; sería el primer concierto grabado en una cárcel con el objeto de ser editado en disco, proyecto que se llevó a cabo unos meses más tarde, en aquel mismo año de 1968. Medio siglo hemos vivido desde entonces. 

El disco, "At Folsom Prison", arrasó en las listas de country y obtuvo unos más que aceptables resultados a nivel público general y deliberadamente o no y más allá del “Jailhouse Rock” durante algunos años llevó a una asociación del rock y de otras formas de música popular con el mundo de la marginación y de la pobreza, y por ende, de la delincuencia. De hecho el propio Cash cumplió penas de cárcel y se dice que por ese motivo fue sumamente respetado entre los presos que asistieron al concierto de la cárcel de Folsom.

La nómina de músicos que han visto meter sus pertenencias en una bolsa de papel marrón, firmar en el registro y ser acompañados por dos funcionarios a la celda que les correspondiera contiene algunos casos especialmente significativos. Leadbelly, auténtica leyenda del blues americano al mismo nivel de un Robert Johnson, pasó a lo largo de su vida tres veces por prisión al ser declarado culpable de agresión e intento de asesinato. Durante su segunda condena, en 1933, una comisión de estudiosos de música popular que trabajaban para la Biblioteca del Congreso visitó la prisión en la que se encontraba para grabar música popular negra cara a ser catalogada en sus archivos. Impresionados por el genio de Leadbelly tocando puro blues, le grabaron un disco en el que por un lado cantaba una plegaria en forma de blues pidiendo perdón al gobernador de Louisiana, mientras que por el otro lado le grabaron su legendaria “Goodbye, Irene”. Y el gobernador le concedió la libertad bajo palabra. 

En el mundo del soul, James Brown ya entró en una cárcel de menores a los 16 años por robo a mano armada, delito por el que fue juzgado al cumplir la mayoría de edad, siendo condenado a 8 años de reclusión, de los que solo cumplió 3 debido a su buena conducta dentro de la cárcel. A lo largo de su vida y casi siempre por violentas discusiones con sus mujeres y ex-mujeres fue arrestado y condenado a pagar fuertes multas, aunque no volvió  a pisar una cárcel. Y si entramos ya en el rock'n'roll, conocida es la historia del encarcelamiento de Chuck Berry por el affaire de la menor india Janice Norine Escalanti en Juárez (Texas), a resultas del cual pasó tres años a la sombra a comienzos de los 60 por infringir la Ley Mann, que consideraba delito grave transportar de un estado a otro a una joven menor “con fines inmorales”, vulgo ejercer la prostitución. Berry siempre negó conocer que la chica era prostituta y el juicio adoleció de importantes irregularidades procesales y de una acusación de la fiscalía que no se sustentaba en ninguna prueba de auténtico peso.  

Unos de los más aventajados discípulos de Chuck Berry, Mick Jagger y Keith Richards fueron juzgados en junio de 1967 en Londres bajo la acusación de posesión de sustancias ilegales en el Reino Unidos con arreglo a la Ley sobre estupefacientes de 1964, que en el caso de Jagger eran unas pastillas vitamínicas compradas legalmente en Italia y en el caso de Richards restos de ceniza de haschis. Sentenciados a prisión, aquella farsa de juicio, lleno de irregularidades que lo hacían nulo de pleno derecho y que suscitó una reacción social de protesta e indignación a la que incluso se sumó el diario The Times, que denunció aquel proceso abiertamente como una persecución política, la presión en favor de su puesta en libertad hizo que el juez de apelación dictase su puesta en libertad apenas pasados tres días de su encarcelamiento. 

Sid Vicious, icono del fenómeno punk en la Inglaterra de 1977 y bajista de los Sex Pistols, fue detenido en la habitación que ocupaba junto a su pareja Nancy Spungen en el Hotel Chelsea de Nueva York en octubre de 1978 acusado de asesinato. Vicious fue encontrado inconsciente junto al cadáver de Nancy, desagrada tras haber recibido varias heridas de arma blanca. Tras doce semanas en prisión preventiva fue puesto en libertad condicional hasta la vista del caso, que nunca llegó a celebrarse. El 3 de febrero de 1979, una sobredosis de heroína acabo con la vida de Sid Vicious.   

De Jimi Hendrix a Kurt Cobain, pasando por David Bowie, Janis Joplin o Axl Rose, otras celebridades del rock han pasado alguna noche entre rejas, aunque en el caso de estos últimos mencionados, la escasa entidad de sus delitos -supuesta resistencia a la autoridad, conducir a excesiva velocidad o posesión de drogas en una cantidad muy reducida- posibilitó que a lo sumo pasaran 48 horas en un calabozo del que saldrían previo pago de la correspondiente fianza por parte de sus abogados.

Además del mundo anglosajón y aunque afortunadamente con menos frecuencia, algunos nombres de nuestra música en España han conocido la experiencia de pasar por la cárcel. En 1972, año en el que Miguel Ríos triunfaba con su disco en directo "Conciertos de Rock y Amor", pasó 27 días en la cárcel acusado de consumir marihuana. El tristemente desa-parecido Natxo Etxebarrieta, el carismático líder de los gasteiztxarras Cicatriz, estuvo varios meses en la cárcel a comienzos de los 90 al ser detenido junto a su pareja en el aeropuerto al encontrárseles en posesión de drogas a la vuelta de un vuelo a Amsterdam. 

Aunque cabe decir que también la cárcel ha propiciado algunos hitos importantes en el mundo de la música, el rock y la comunicación. Además de los conciertos en la cárcel de Carabanchel de Ramoncín y el argentino afincado en España Moris -el autor de uno de los himnos más celebrados de la historia del rock madrileño, el gran “Sábado a la noche”- a comienzos de los años 80 se puso en marcha por parte del periodista radiofónico Mariano García un programa llamado “Disco Cross” que si bien años más tarde se convertirá en uno de los espacios referentes en la vida rockera y heavymetalera de Madrid, comenzó su andadura en la FM de Radio Centro como un programa dedicado a los presos de Carabanchel, al que los reclusos podían escribir para pedir canciones, enviar mensajes a familiares y amigos y tratar de evadirse al menos durante dos horas de los rigores de la vida carcelaria. De hecho, fue tal la cantidad de cartas que se recibieron en el programa pidiendo la celebración de conciertos de rock en la cárcel que desde “Disco Cross” se gestionó que uno de los más prestigiosos grupos de la escena del rock madrileño del momento, Topo, actuasen en el patio central de Carabanchel, al igual que hizo también el cantautor flamenco El Luis.    

¿Buena excusa para escuchar este domingo “JailBreak” de AC/DC?

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