CONSUMO DE DROGAS

El atracón alcohólico aumenta 
para los jóvenes de 14 y 15 años

Grupos de jóvenes durante la celebración de un botellón en un jardín público
photo_camera Grupos de jóvenes durante la celebración de un botellón en un jardín público

El conocido como "patrón nórdico" -beber hasta emborracharse- se consolida entre los menores.

Cada vez más adolescentes consumen alcohol y cada vez lo hacen con mayor intensidad, en forma de "atracón", lo que según los expertos revela que se está consolidando entre nuestros jóvenes el llamado "patrón nórdico": beber hasta emborracharse.

Lo corroboran los datos. La última Encuesta Escolar sobre Uso de Drogas en Estudiantes de Enseñanza Secundaria (Estude) 2012-2013, realizada por la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional de Drogas, revela un notable aumento del consumo de alcohol entre los adolescentes, especialmente entre los de 14 y 15 años. Además, constata que uno de cada cuatro chavales de 14 años hizo "botellón" alguna vez y seis de cada diez estudiantes ya se emborracharon a esa edad.

Por eso, por encima de las cifras de consumo, hay dos indicadores que deben preocupar más, los atracones y las borracheras, señala Claudio Vidal, psicólogo de la ONG ABD (Asociación, Bienestar y Desarrollo). "Nos vienen a decir que la incorporación que se está haciendo al alcohol es en forma de un consumo intensivo", un patrón que si bien ya estaba instaurado, ahora se está consolidando. Un modelo de ocio nocturno en el que el alcohol "juega un papel muy importante".



Fallos en la educación

Los expertos llevan años advirtiendo de que el modelo mediterráneo (consumo frecuente pero moderado y muy ligado a las comidas) se fue sustituyendo, fundamentalmente, entre los jóvenes, por lo que se denomina 'patrón nórdico', concentrado en un momento concreto, los fines de semana, y usando destilados.

En el mismo sentido, el doctor Josep Cornellá, presidente de la Asociación Española de Psiquiatría Infantil, alertó también del incremento del consumo de bebidas alcohólicas de alta graduación, en combinación con refrescos, "lo que aumenta el riesgo de absorción rápida". Y ello tiene mucho que ver con la forma en la que educamos a nuestros hijos.

Entre las familias se generalizo la idea de que "bueno, yo ya pasé por eso y no me pasó nada; tampoco le tiene por qué pasar nada a mi hijo".

Un planteamiento que, según los especialistas, no es correcto. "Es necesario que los padres eduquen a sus hijos en el consumo del alcohol, que sean ellos los que establezcan límites", considera Vidal.

Los padres y la sociedad, en general, hemos dejado el aprendizaje del alcohol en manos de los iguales; los adolescentes aprenden a beber entre ellos, lo que facilita que se transmitan normas basadas en la búsqueda de la borrachera. Los límites "hay que trabajarlos en casa".

En el mismo sentido, el doctor Cornellá señala que la educación supone autoridad (no autoritarismo), lo que se traduce en la definición de los límites.

"La falta de límites en la edad preescolar (el niño hace lo que quiere y cuando quiere) se transforma en un drama cuando se llega a la adolescencia; es una realidad muy frecuente que vemos en las consultas".

Este psiquiatra apunta también a la falta de comunicación. Los chavales están muy conectados a través de las redes sociales, pero escasea la comunicación verbal y toda la riqueza del gesto que la acompaña.n

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