El “bullying", enemigo 
de la salud a largo plazo

Los niños que sufren acoso pueden experimentar inflamación crónica y otras dolencias

Los niños que sufren acoso pueden experimentar inflamación crónica sistémica que persiste hasta la edad adulta, mientras que los agresores pueden experimentar beneficios para su salud salud por aumentar su estatus social a través de la intimidación, según revelaron esta semana investigadores del Centro Médico de la Universidad de Duke, en Durham, Carolina del Norte, Estados Unidos.

"Nuestros resultados señalan las consecuencias biológicas de la intimidación y, mediante el estudio de un marcador de inflamación, ofrecen un potencial mecanismo de cómo esta interacción social puede afectar al funcionamiento de la salud más adelante", resalta el autor principal, William E. Copeland, profesor asociado de Psiquiatría y Ciencias Conductuales de la Facultad de Medicina de la Universidad de Duke.

Estudios anteriores han sugerido que las víctimas de acoso infantil sufren consecuencias sociales y emocionales en la edad adulta, incluyendo un aumento de la ansiedad y la depresión. Sin embargo, los niños intimidados también presentan problemas de salud, como dolor y enfermedad, es decir, que ser susceptible de acoso puede extenderse más allá de los resultados psicológicos.

Los participantes fueron entrevistados durante la infancia, la adolescencia y la edad adulta y se recolectaron muestras pequeñas de sangre para observar los factores biológicos y, en ellas, midieron la proteína C-reactiva (PCR), un marcador de la inflamación de bajo grado y un factor de riesgo.

Los adultos jóvenes que habían sido acosadores y víctimas cuando eran niños tenían niveles de PCR similares a aquellos que no participaron en el 'bullying', mientras que los agresores tenían la PCR más baja. Por lo tanto, ser un acosador y mejorar el estatus social puede proteger contra el incremento del marcador inflamatorio.

Aunque el acoso escolar es más común y se percibe como menos perjudicial que el abuso infantil o el maltrato, los resultados sugieren que la intimidación puede alterar los niveles de inflamación en la edad adulta, de forma similar a lo que se ve en otras formas de trauma infantil.

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