El cierre en falso de la COP26 evidencia su falta de ambición

Un trabajador mueve uno de los portaarchivos del set principal de la cumbre de Glasgow. (Foto: Robert Perry)
photo_camera Un trabajador mueve uno de los portaarchivos del set principal de la cumbre de Glasgow. (Foto: Robert Perry)

Los líderes internacionales “escenifican” tímidos avances sobre la eliminación de combustibles

La COP26 finalizó sin sorpresas, fiel al guión de lo que se esperaba antes de su apertura. No hay grandes acuerdos y sí tímidos avances y promesas de los países ricos respecto a la eliminación de los combustibles fósiles para tratar de evitar que la temperatura media de la Tierra aumente más de 1,5 grados. Más que nunca, para muchos delegados y observadores fue “la cumbre del bla, bla, bla”, como anticipó Greta Thunberg. De poco sirvió la presencia de importantes líderes del mundo en su arranque para impulsar metas más ambiciosas. Como en el filme “Atrapado en el tiempo” (“Groundhog Day”) de 1993 dirigido por Harold Ramis y protagonizado por Bill Murray y Andie McDowell, los protagonistas de las COP están condenados a repetir, COP tras COP, el “día de la marmota climática”.

Año tras año se producen las mismas rutinas en las negociaciones, para en las últimas horas, escenificar, quizá para justificar la intensidad de los trabajos, una prórroga in extremis. Pero, a diferencia de los protagonistas de la película, los negociadores no tienen todo el tiempo del mundo, y se vislumbran diversas velocidades en la voluntad de descarbonizar la economía en 2050, eliminando gradualmente los combustibles fósiles. Como ejemplo la sorpresa de India, al introducir una enmienda sorpresa en el último plenario por la que se pasa de la “eliminación progresiva” del carbón a una “reducción progresiva”, lo que retrasa la supresión de este combustible.

Un modelo multilateral

Glasgow no fue diferente a otras COP y repitió los patrones de un modelo de negociación multilateral que para una parte de la sociedad civil y los jóvenes, que reclaman medidas desde las calles, se antoja cada vez menos operativo. Fueron trece días de trabajo, pues no se pudo finalizar en plazo, y pasó lo que les ocurre a los malos estudiantes. Lo que no se consiguió durante el curso, es decir, durante los dos años que se tuvieron para avanzar en los acuerdos desde la COP25 de Madrid (uno más de lo habitual por la pandemia), era difícil que se lograse en dos semanas o en las horas de prórroga. Hay que entender que esto es así porque en los documentos oficiales todo se mira hasta el mínimo detalle, cualquier término, cualquier punto, coma, etc., debe estar consensuado. 

No es fácil, pues los intereses económicos y geoestratégicos parece que pesan más que el clamor ciudadano y la urgencia de actuar, pese a las advertencias de la comunidad científica.

Y aunque los países ricos empiezan a concretar la hoja de ruta para poner fin a la era de los combustibles fósiles, lo cierto es que estos aún siguen moviendo la economía mundial. Demasiados intereses.

Un dato: si los lobistas de las viejas energías acreditados en la COP26 hubiesen estado agrupados en una delegación nacional, esta sería la más numerosa de la cumbre. Por eso, se entiende la decepción de muchos delegados por el hecho de que en los textos finales se debilitase el compromiso de eliminación de los combustibles fósiles. Entre los culpables: Australia, Arabia Saudí y Rusia. La eliminación de los hidrocarburos es un tema que levanta ampollas.

El acuerdo entre EEUU y China, entre lo más destacado de la cita

Entre los puntos más positivos está el regreso a la negociación de los EEUU, el mayor emisor per cápita de CO2, y su acuerdo con China (el mayor emisor en términos absolutos) para trabajar conjuntamente para atajar el problema. Aunque ni la presencia de Biden ni el carisma de su predecesor Barak Obama fueron suficientes para incrementar la ambición de esta COP.

También se avanzó en la incorporación de la biodiversidad en la acción climática, así como en los acuerdos para reducir las emisiones de metano y los relativos a bosques y reforestación. Sigue pendiente lograr un mayor avance en el tema de la financiación, es decir, en resolver “esto quién lo paga”, pese a que los expertos confirman que el coste de la inacción será muy superior. Es cierto que no todo se reduce a dinero, sobre todo cuando lo tienes. 

Pero estamos hablando de pérdida de vidas, desplazados climáticos e ingentes daños materiales, y no se cumplió en plazo el compromiso de captación y transferencia de los 100.000 millones de dólares anuales del Fondo Verde, y sigue siendo un reto duplicar la financiación de la adaptación respecto a los niveles de 2019 para 2025. Por eso, finalizada Glasgow la esperanza se traslada a la próxima COP27 en Sharm el-Sheikh (Egipto). El trabajo arranca ahora y en apenas doce meses los negociadores volverán a reunirse. Los principales emisores deberán explicar en 2022 sus planes para aumentar los recortes de emisiones e incrementar la ambición para cumplir con París, lo que implicaría reducir las emisiones.

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