Los costes sanitarios de la fragilidad

photo_camera La práctica regular de ejercicio físico es una de las garantías para un envejecimiento saludable.
Las fracturas por osteoporosis grave costaron 4.300 millones de euros en 2019 y la cifra aumentará si no mejora la prevención.

Las fracturas por fragilidad debidas a osteoporosis grave en España supusieron un coste sanitario de 4.300 millones de euros a lo largo de 2019. Una cifra que se incrementará hasta los 5.500 millones en 2030 debido al progresivo envejecimiento de la población, si no se mejora la prevención secundaria de fracturas por fragilidad.

Se han observado diversos puntos críticos en el proceso asistencial para la prevención secundaria de las fracturas por osteoporosis grave, y por ello se hace necesario implementar una serie de acciones de mejora que beneficien a los pacientes, al Sistema Nacional de Salud (SNS) y a la sociedad en su conjunto.

Por este motivo, señala el doctor Manuel García-Goñi, catedrático de Economía de la Salud en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Complutense de Madrid, “y utilizando el método de retorno social de la inversión (SROI), a través de un grupo de expertos multidisciplinar hemos podido identificar medidas que podrían tomarse para optimizar la prevención secundaria de fracturas por fragilidad y, además, cuantificar el retorno económico para la sociedad de su implementación”.

 

BENEFICIOS DE LA PREVENCIÓN

La creación de Unidades de Coordinación de Fracturas (FLS en sus siglas en inglés) en todos los hospitales, la armonización de Guías de Práctica Clínica, la adhesión a los registros de fracturas o un mayor esfuerzo en campañas de sensibilización, serían las cuatro acciones más relevantes que permitirían mejorar este abordaje.

“La implementación de estos cuatro puntos permitiría obtener beneficios sustanciales tanto desde la perspectiva clínica como económica, reduciéndose el número de fracturas, mejorando la calidad de vida de los pacientes, y disminuyendo la mortalidad asociada. Además, desde la perspectiva económica, cualquiera de estas acciones de manera individual supone retornos de la inversión positivos”, señala García-Goñi. En este sentido, el fomento de Unidades de Coordinación de Fracturas es la acción “más eficiente y que obtendría un mayor retorno social”, llegando hasta los 28,69 euros por cada euro invertido.

Por otro lado, la existencia de datos de calidad sobre osteoporosis y fracturas por fragilidad, y más aún, que estos datos estén disponibles para poder analizarlos, se presentan como factores determinantes para una eficaz gestión y planificación sobre la patología. Así, el Registro Nacional de Fracturas de Cadera (RNFC), contabilizó más de 50.000 fracturas de este tipo en España entre 2017 y 2020. Este tipo de fracturas suponen la mayor carga clínica, social y económica de todos los tipos de fracturas osteoporóticas.

Según la doctora Teresa Pareja, del Servicio de Geriatría del Hospital de Guadalajara, “necesitamos optimizar la prevención de una segunda fractura por fragilidad en aquellos pacientes que, a causa de una osteoporosis grave, ya han tenido un primer episodio de fractura. Por eso, es necesario establecer un proceso asistencial que permita una mejora en el abordaje de estos pacientes con mayor riesgo a través de equipos multidisciplinares”.

El estudio se ha presentado en el marco de la jornada virtual “Gestión sanitaria del paciente con fractura por fragilidad”, organizado por Executive Forum España, en colaboración con el Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (SESCAM), y con el apoyo de la biofarmacéutica UCB y la biotecnológica Amgen.

 

Los ejercicios de fuerza muscular ayudan a prevenir cualquier síntoma en los mayores

La fragilidad afecta a más del 33% de la población mayor de 80 años. Se caracteriza por una capacidad reducida para responder a estreses menores que disminuyen la autonomía de quienes la padecen y suponen un mayor riesgo de discapacidad, hospitalización y muerte. Un anciano frágil, frente a uno robusto, tiene más probabilidades de acabar siendo dependiente, por lo que identificar y revertir el estado de fragilidad es fundamental para garantizar un envejecimiento saludable.

Para paliar sus efectos, un equipo del Ciber en el Instituto de Investigación Sanitaria Incliva del Hospital Clínico de Valencia está desarrollando un estudio para analizar la implicación de la disfunción mitocondrial muscular en la fragilidad en pacientes diabéticas mayores, así como el papel del ejercicio como terapia. La investigación parte de la idea de que la disfunción mitocondrial es la responsable de la aparición y progresión del deterioro funcional asociado a la sarcopenia (pérdida de masa y potencia muscular que ocurre durante el envejecimiento) y al síndrome geriátrico de la fragilidad en mujeres diabéticas tipo 2, mayores de 65 años.

Su objetivo principal es analizar el grado de afectación mitocondrial en el músculo esquelético de pacientes diabéticas tipo 2 y su relación con el síndrome geriátrico de la fragilidad. Además, se comparará este impacto con un grupo de mujeres jóvenes y se analizará el papel de un entrenamiento de fuerza muscular como mitoterapéutico (recuperador de la función mitocondrial).

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