Cuando la Creedence Clearwater Revival conquistó la aristocracia del Rock’n’Roll

Portada del disco “Creedence Clearwater Revival At the Royal Albert Hall”.
photo_camera Portada del disco “Creedence Clearwater Revival At the Royal Albert Hall”.
Existe un aire de celebración de su grandeza y brillantez como banda en directo y de reivindicación de su valía y papel 

Cuando entre finales de la década de los 60 y comienzos de los 70 la Creedence Clearwater Revival vivió sus momentos de mayor éxito y popularidad, los críticos de rock de aquel momento nunca les elogiaron ni apreciaron, salvo contadas excepciones, su calidad como grupo. Se dice que muchos de ellos, interesados casi exclusivamente en el blues progresivo que daría origen al hard rock y en el rock progresivo, despreciaban el hecho de que fuera un grupo que se nutriera mucho en cuanto a influencias del rock’n’roll más clásico y que no tuvieran problema alguno en tocar en sus conciertos “Good Golly Miss Molly”. Por desgracia, esos críticos nunca entendieron que en muchas ocasiones lo más complejo, lo más difícil y lo que demuestra poseer más talento es saber hacer las cosas de manera sencilla, en tanto que ser bueno en lo sencillo, en lo básico, generalmente resulta ser lo más complejo de la música.

Con el paso del tiempo, el estado de ánimo y la opinión de los críticos cambió y hubo una reevaluación y un reconocimiento menos desprejuiciado y mucho más objetivo de la calidad de la música de CCR. En lo que respecta al público, obviamente CCR nunca desaparecieron ni quedaron en el olvido.

La confirmación de todo lo antedicho la podemos encontrar en la reciente edición de “Creedence Clearwater Revival At The Royal Albert Hall”, magnífico álbum en directo, un excepcional documento sonoro grabado el 14 de abril de 1970 en la prestigiosa y legendaria sala de conciertos londinense. Las cintas del show, por razones que nadie conoce, permanecieron al final de algún cajón durante más de 50 años y tras haber sido sometidas a una profunda y cuidada remasterización, al escucharlas ahora en este disco se constata claramente que la Creedence Clearwater Revival era, y sigue siendo, una de las mejores bandas de rock de todos los tiempos.

Los fans de la Creedence definitivamente están de enhorabuena en estos días. En torno al lanzamiento de este “At The Royal Albert Hall” de Creedence Clearwater Revival existe un aire no solamente de celebración de su grandeza y brillantez como banda en directo. También se respira en el ambiente una reivindicación de su valía y de su papel en la música, que coincide con el lanzamiento de la película documental ‘Travelin’ Band” recién estrenada en Netflix –con la inestimable participación del propio “The Big Lebowski”, Jeff Bridges, como narrador-, y que nos presenta un relato tan franco y sincero de la historia del grupo como el que ofrece el autor John Lingan en su excelente libro “A Song For Everyone” (Hachette Books, 2022), cuya lectura arroja abundante luz acerca de muchas de las razones y circunstancias no conocidas hasta este momento que provocaron la disolución del grupo en 1972, más allá de las disputas entre John Fogerty y el resto de miembros del grupo, así como con Fantasy Records.

En la primavera de 1970, cuando el grupo llegó al Royal Albert Hall, su último trabajo “Willie & The Poor Boys”, editado en noviembre de 1969, había logrado muy buenas posiciones en los “charts” y muchos de los temas más conocidos de este disco, como “Down On The Corner” o “Fortunate Son”, se habían convertido ya, en cuestión de pocos meses, en nuevos clásicos de CCR al mismo nivel de “Bad Moon Rising”, “Lodi” o “Green River”. En ese momento, llegar a un escenario de la historia que atesoraba el Royal Albert Hall sin duda les producía un entusiasmo indescriptible y un anhelo imposible de reprimir por impactar a la audiencia británica. Si algo más de cuarenta minutos no permiten muchas improvisaciones extendidas, excepto los últimos seis minutos y medio de “Keep On Chooglin”, esa también fue una elección artística deliberada y consensuada.

Para concentrarse en lanzar un mensaje musical claro, directo, de pura esencia rock’n’roll, la Creedence ofreció de tal suerte una selección de grandes éxitos interpretada lo más fielmente apegada posible a las versiones originales de estudio. Desde el bajo arqueado de Stu Cook hasta la pegada del batería Doug Clifford y la guitarra rítmica metronómica de Tom Fogerty, todo está en consonancia con la estructura sencilla de la canción country/blues/pop tan típica de CCR. El hermano de este último, John, da un toque novedoso y muy especial a “Proud Mary” con sus solos agudos y sus conmovedoras y estremecedoras voces, con una armónica durante la melodía final que a nadie le pasó inadvertida como guiño respetuoso a las raíces; su inclusión representa el mismo homenaje implícito, como explícita resultó la inclusión de canciones que Leadbelly hizo famosas (“Midnight Special”), Ray Charles (“The Night Time Is The Right Time”) y Little Richard (“Good Golly Miss Molly”).

En una reciente entrevista publicada en la revista “La Heavy” con el batería, Doug Clifford, en la que se le pregunta por aquella histórica ovación que duró más de 15 minutos, éste recuerda: “Ah, claro, por supuesto que sí, esa es una de las cosas que nunca llegué a entender. Terminamos de tocar y el edificio se vino abajo. El entorno era muy elegante pero al poco de empezar mucha gente se volvió loca. Durante la ovación final, lo cierto es que tampoco sabíamos muy bien que debíamos hacer, aparte de levantar nuestros pulgares como señal de aprobación (risas)”.

El metraje del concierto incluido en el documental antes mencionado, dirigido por el ganador del Grammy Bob Smeaton merced a su trabajo en la famosa serie ‘The Beatles Anthology’ (Apple Records), deja una impresión casi tan profunda como los sonidos envolventes en el disco en directo. Las grabaciones de audio del material de la primera de las dos noches en Inglaterra fueron mezcladas y restauradas por Giles Martin y Sam Okell, quienes también habían trabajado con Smeaton en la serie de los Beatles, y posteriormente masterizadas en los Abbey Road Studios por Miles Showell, dejando como resultado final un trabajo envolvente e inmersivo que amplifica y engrandece esa sencillez, esa radical honestidad y esa identidad rockera clásica e irrenunciable de su sonido.

Los seguidores de la Creedence Clearwater Revival están de enhorabuena. Esta vez no ocurre como en la tristemente célebre pifia de Fantasy Records en 1980, cuando lanzó un álbum erróneamente titulado “The Royal Albert Hall Concert” cuando aquella grabación en realidad se remontaba a una actuación de CCR de enero de 1970 grabada en el Oakland Coliseum. El álbum pasó a llamarse “The Concert” (Fantasy Records, 1980) para reediciones posteriores. Pero ahora, lo que se puede ver y escuchar es la historia de aquel inolvidable evento tal y como fue. Y les aseguro que es maravillosa.

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