Detectar los verdaderos sentimientos revoluciona la investigación de mercados

Maria Pocoví y Adolfo Lopez, responsables de Emotion Exprorer Lab y creadores del programa desarrollado por la empresa valenciana en la que trabajan (Foto: EFE)
Un programa de reconocimiento facial con una webcam pone al descubierto los sentimientos de los consumidores y permite predecir su comportamiento en el mercado al detectar si sienten verdaderamente 'tristeza, sorpresa, felicidad, desagrado, temor, enfado o neutralidad' ante cualquier nuevo producto.
Es un invento revolucionario en la investigación de mercados y el neuromárketing, desarrollado por la empresa valenciana Emotion Explorer Lab, ya que permite reconocer las siete emociones básicas en un 'entorno natural y poco invasivo', a diferencia de la habitual imagen de una persona conectada a un montón de cables para detectar sus reacciones.

Esta herramienta permite acabar con el 'efecto cortesía' de los consumidores cuando les preguntan si les gusta o no un nuevo producto que sale al mercado, ya que detecta 'lo que están sintiendo' y así puede determinar si dicen 'realmente lo que están pensando' o por el contrario, mienten.

'La emoción no se puede controlar', ha resaltado a EFE la directora de Marketing de Emotion Explorer Lab, María Pocoví, para quien este detector es el 'elemento adicional' que necesitaba la investigación de mercados tradicionales para evitar que el 95 % de los nuevos productos que salen al mercado fracasen.

'A través de esta herramienta podemos saber realmente lo que le gusta al cliente y al final, lo que va a comprar o no va a comprar', ha destacado Pocoví, para quien 'no es una máquina de la verdad' pero permite 'identificar puntos que no son coherentes entre lo que la persona está diciendo y lo que está sintiendo'.

Este novedoso software identifica, a través de una webcam, las expresiones de la cara mientras la persona se somete a diferentes estímulos comerciales y crea un 'mapa dinámico' del rostro prestando especial atención a algunas áreas y músculos de la cara y detectando microexpresiones.

Un algoritmo se encarga de reconocer determinados patrones básicos de expresión, que corresponden a las principales emociones humanas y las combina y las registra en tiempo real. Un análisis posterior de los datos permite entender y sacar conclusiones del intercambio de emociones registradas.

El director de Estrategia de la compañía, Adolfo López, explica que Sara y Marina se sometieron distintos días a una prueba con este nuevo invento y ante el mismo estímulo -un vídeo de animales-, registraron respuestas emocionales distintas -neutralidad y enfado, respectivamente-.

Las dos habían asegurado que les había gustado la película, pero el detector determinó 'la realidad de cada una de ellas' porque 'descubrió' que Marina mintió porque su registro de emociones mostraba una combinación de sentimientos de enfado, sorpresa y desagrado que no cuadraban con su respuesta.

'A Sara le gustan los animales y el detector de emociones lo confirmó. En Marina, el detector reflejó una realidad distinta y, aunque dijo que le había gustado, acabó por confesar que no le gustan los animales', ha relatado López.

El ámbito de la investigación de mercados con test de productos y servicios o de mensajes publicitarios y análisis de satisfacción o percepción de marcas es el principal campo de aplicación de esta herramienta.

El mundo del entrenamiento y la formación de directivos, políticos, comerciales o actores e incluso, como apunta Pocoví, la psicología, son nuevos campos que se abren a la aplicación de este detector de sentimientos.

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