Estrella Galicia o cerveza con museo

La centenaria cervecera aprovecha la simbología del día 19-06, dígitos que recuerdan el año de su fundación, para inaugurar Mundo Estrella Galicia (MEGA), un museo que se ve, se toca, se huele y se bebe.

No queremos elaborar la cerveza más vendida, sino la más amada", sostiene Ignacio Rivera, consejero delegado de Hijos de Rivera, cada vez que presenta los resultados anuales de la centenaria compañía ante la prensa. El aforismo se ha ido transmitiendo de generación en generación, como una receta que seduce al paladar desde 1906 y hace que mucha gente exclame tras el primer sorbo: "Esta cerveza tendría que estar en un museo". Lo estará a partir del 19-06, fecha cuyos dígitos recuerdan al año de fundación de la empresa, con la inauguración oficial del Mundo Estrella Galicia (MEGA), el primer museo con la premisa de impulsar la cultura de cervecera de España.

Y quizá como la fórmula para llegar a ser la cerveza más querida está en un cocinado lento que potencia el sabor pero impide doblar la producción, siete años ha empleado Hijos de Rivera en dar forma a un proyecto que cuenta con 2.500 metros de exposición en cuatro alturas y requirió una inversión de 10 millones de euros. La espera también ha merecido la pena porque sorprenderá al visitante desde el pimer instante en un museo que se ve, se toca , se huele y también se bebe.

Aunque las entradas ya se pueden adquirir desde ayer en la web (www.mundoestrellagalicia.es) a un precio de 15 euros la general y con opciones de realizar visitas guiadas o participar en los talleres y catas, el espacio expositivo ubicado en el antiguo cocedero de la fábrica en el polígono de A Grela de A Coruña no abrirá al público hasta el próximo día 21. La compañía organizó ayer una visita para la prensa bajo la reserva de no destripar un recorrido que sacude los sentidos. Se trata, además, del único museo de estas características que está en fuego real. Mientras el visitante recorre el trazado, los trabajadores continúan en la planta de producción con unas tareas que se pueden apreciar desde un mirador instalado en la sala de calderas gigantes que estuvieron en funcionamiento desde 1972 a 2012. Sólo así se puede probar el mosto de la cerveza que se esté elaborando en ese momento o la primera versión sin madurar, pero antes de llegar a este momento hay que atravesar diferentes estancias diseñadas para interactuar con el espectador en una propuesta envolvente.

Los más cerveceros quizá tengan que superar la tentación de quedarse en el interior de la reproducción de una caña a tamaño gigante en la que se pueden escuchar las características burbujas del brebaje, pero el museo tiene mucho cuerpo.

La primera sala recorre los orígenes de esta bebida elaborada con cereales y que era sanitariamente más segura que el agua, además de las cuatro generaciones que han guiado y guían La Estrella de Galicia, como llamó José María Rivera Corral a la primera fábrica de cerveza y hielo fundada tras regresar de la emigración en México, hasta que le toque a la quinta asumir el mando.


Caminas sobre el embalse


El siguiente espacio está dedicado a las materias primas. La entrada caminando sobre las aguas del embalse de Cecebre, que también abastece a la ciudad de A Coruña, resulta apoteósica. La técnica permite que las pisadas se reproduzcan sobre la lámina de agua, el sonido incrementa las dudas sobre la firmeza del suelo y en ese instante se agradece que la degustación del líquido espirituoso sea al final.

A continuación se puede ver las largas plantas de lúpulo, cultivo que comenzó en la zona de Betanzos en 1916 para surtir a Estrella Galicia y que se está recuperando desde hace unos años cuando se pensó en la celebración del centenario de esta empresa familiar. También se puede probar, como después los dos tipos de cebada que utiliza el actual maestro cervecero para elaborar las diferentes gamas de cerveza que salen al mercado. La visión microscópica con un aumento por 640 de las células de la levadura permite descubrir vida donde no parece haber misterio. Estrella Galicia cuenta con cepa de levadura propia que conserva en Alemania. La levadura se utiliza ocho veces en la eleboración de la cerveza y después alimenta a la ganadería porcina.

Los dos murales realiados por el exjugador del Real Madrid Ángel Atienza cuando se levantó en los años 70 el cocedero sólo han necesitado una limpieza para seguir adornando una estancia cargada de magia y en la que se explica los procesos de cocimiento, fermentación, maduración y acondicionado, además de repasar la evolución de los modelos de botellas y de latas que se han utilizado.

La visita, calculada en hora y media si es guiada, se acerca al final. Tras el repaso con alardes tecnológicos por las campañas de publicidad y los patrocionios realizados por Hijos de Rivera a lo largo de su historia, llega el momento de catar cinco elaboraciones distintas que se ofrecen con la entrada. En la estancia colindante están realizando un taller. Es sólo una muestra de un MEGA museo que se ve, se toca, se huele y se bebe.

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