Entrevista

Gregorio Marañón Bertrán de Lis: "Me produce vértigo el negacionismo de la Transición"

El presidente del Teatro Real, Gregorio Marañón Bertrán de Lis.
photo_camera El presidente del Teatro Real, Gregorio Marañón Bertrán de Lis.
El nieto del célebre médico e historiador  presenta  "Memorias de luz y niebla"

Gregorio Marañón Bertrán de Lis creció bajo el poderoso influjo del apellido de su abuelo, Gregorio Marañón y Posadillo, el célebre médico, humanista e historiador. A pesar del apellido que ha marcado su vida, reconoce que ha preferido trazar su propio camino y no utilizar el atajo fácil que todavía mantiene la figura de su abuelo. Acaba de publicar “Memorias de luz y niebla” un libro que dedica a su mujer y sus ocho hijos y en las que aborda los principales pasajes de su vida, sin obviar algunos de los más dolorosos, como el padre ausente de su niñez o la quiebra familiar por las males inversiones de su progenitor.

Memorias de luz y niebla. ¿Qué predomina en el libro?

Mi vida transcurre, y así ha sido siempre, bajo la luz, pero el ejercicio de recordar es más complejo. De ahí el título del libro.

¿Cuánto pesa llevar el apellido de su abuelo?

La unión de mi nombre y apellido evoca de una manera natural la figura relevante de mi abuelo. Pero yo he procurado, desde siempre, ser yo mismo, con mis méritos y mis carencias, y no acogerme a su sombra benéfica.

¿Tuvo conciencia desde niño del respeto de la figura de su abuelo?

Fue un abuelo cariñoso y entrañable, siempre accesible, que podía escribir en el jardín de El Cigarral, la residencia que había adquirido en 1921 y que ahora he destinado a Fundación. Allí vivió  rodeado de sus nietos, sin que jamás nos pidiera silencio o distancia en nuestros juegos infantiles. Y siendo niño no percibía el inmenso respeto público que su persona inspiraba. Por allí pasaron investigadores como Alexander Fleming, quien proyectó un documental sobre los avances curativos de la penicilina en el año 1948. El Cigarral de Menores se encuentra al sur Toledo y su construcción original se sitúa en torno al año 1600. Fue adquirido por Gregorio Marañón en 1921 convirtiéndose en lugar de encuentro de los principales, escritores, investigadores y políticos de la época. Desde 2007 está declarado Bien de Interés Cultural (BIC).

¿Serán muchas las lecciones que se ha llevado de él. ¿Con cuáles se queda?

Poco antes de morir, durante una conversación que tuvo conmigo a solas en el Cigarral, me habló de la prevalencia de la bondad sobre la inteligencia. Yo tenía diecisiete años y, en aquel momento, me deslumbraba lo que era inteligencia y cultura. No comprendí bien el alcance de su consejo, pero hoy la prevalencia de la bondad constituye, sin duda, una de mis más firmes convicciones.

Usted ha sido abogado, banquero, escritor, mecenas… ¿en qué registro se siente más cómodo?

Con todos ellos casi por igual, quizás por la falta de una vocación muy definida. De hecho, he aprendido a entrecruzar las distintas experiencias que comportan estas actividades. Lo que sí es cierto es que mi trayectoria profesional ha estado especialmente vinculada al Banco Urquijo, al que accedí apenas finalizados mis estudios de Derecho, y al despacho de abogados que he compartido con Óscar Alzaga desde que lo fundamos en 1967 hasta que lo dejé en el año 2000. En los años universitarios Gregorio Marañón inicia una oposición clandestina al Régimen, vive las reuniones prohibidas de los primeros partidos políticos y traba estrecha amistad con quienes años después -con la llegada de la democracia- asumirán cargos de responsabilidad en la Transición. 

El único registro que no ha entrado ha sido el político, pero no por falta de oportunidades. ¿Por qué no decidió dar ese paso?

Siempre he creído que en una democracia la política incumbe a todos los ciudadanos, y, por tanto, que también desde la sociedad civil podemos, y debemos, hacer política. En cuanto a dar el paso de traducir ese compromiso cívico con la ocupación de un cargo político, posiblemente no lo he dado porque nunca he terminado de ver claro que así fuera mi contribución cívica más valiosa. 

Creo que decía su abuelo: "En España hay que hacerse perdonar el éxito". ¿Se ha sentido así?

No tengo esa conciencia del éxito porque las posiciones que he desempeñado han sido, y son, posiciones de servicio, en las que me importa más el éxito institucional que el personal. Y ese éxito institucional se reconoce más fácilmente.

Creció en un país conocido como el de las tres Españas, la amordazada del interior, la del exilio y la oficial.  ¿Hemos conseguido superar las barreras como país?

Gracias a la Transición desaparecieron aquellas tres Españas, porque la instauración de la democracia comportó la reconciliación de todos los españoles. Pero no conviene olvidar de dónde procedemos. Me produce vértigo la inconsciencia de los negacionistas de la Transición.

Usted forma parte de la generación que hizo la Transición. ¿Cómo ve la situación actual con unos partidos políticos donde resulta tan difícil el entendimiento?

Estamos viviendo el momento más adverso de toda la democracia. Por un lado, padecemos esta inimaginable pandemia, cuyas consecuencias sociales y económicas son incalculables. Y, por otro, nuestros políticos en vez de ser capaces de afrontar esta hora con ese consenso que desea la inmensa mayoría de los ciudadanos, parecen incapaces de dialogar serenamente, y alcanzar los pactos que las circunstancias actuales demandan. Ojalá lo uno y lo otro pase pronto.

Gregorio Marañón huye de los focos como se pone de manifiesto a lo largo de la entrevista y trata de evitar situarse como protagonista de varios pasajes de la historia que salen a la luz por primera vez en este libro. Uno de ellos es la donación de un millón de mascarillas para la sanidad española. Con la crisis de las importaciones de material quirúrgico desde China, Marañón consigue que un antiguo empresario y amigo, Charles Brown, done al Gobierno español un millón de mascarillas. Este mismo empresaria donaría posteriormente otras 75.000 mascarillas al Teatro Real. 

Cuando creíamos que lo habíamos visto todo nos llega una pandemia. ¿Cómo ha respondido la sociedad ante el reto del covid-19? 

La responsabilidad de la gestión de la pandemia del coronavirus es de las Administraciones Públicas y, en general, la ciudadanía ha respondido bien a las distintas medidas que se han ido instrumentando desde el pasado mes de marzo. La manera de afrontar la pandemia, inevitablemente, ha sido por la vía de prueba y error. Siempre he pensado que no era el momento de criticar a los que se equivocaban sino a los que no aprendían, pero en la batalla política y también mediática, que hemos vivido, y que seguimos viviendo, ha sido mucho más dura.



De la salida de El País al éxito del Teatro Real

Uno de los episodios más dolorosos para el autor fue su salida del Grupo Prisa, empresa editora de El País, periódico al que estuvo vinculado desde sus inicios contribuyendo a su fundación desde su cargo en el Banco Urquijo. Aquel episodio lo resume así.  “El País sigue siendo uno de los periódicos de referencia en español, y Juan Luis Cebrián, ha sido, y es, uno de los mejores periodistas de nuestro tiempo. En 2017 tuvimos un desencuentro grave, que terminó, primero, con la salida de Prisa de todos los que éramos consejeros independientes, y, cinco meses después, con la suya”.

El País llevaba varios años en crisis, con una deuda que no paraba de crecer, y que amenazaba la quiebra del grupo. Inversiones fallidas y una deuda que había que renegociar constantemente fueron el caldo de cultivo en el que se fraguó el cese de los consejeros. La escena sucede en noviembre de 2017 en la Junta General de Accionistas en la que se abordaba el proceso de sucesión de Juan Luis Cebrián, y en la que se produjeron irregularidades que llevaron al presidente del Comité de Gobierno Corporativo Ernesto Zedillo a presentar su dimisión. Zedillo, expresidente de México, se había incorporado como consejero independiente de PRISA a finales de 2010. 

Gregorio Marañón explica cómo vivió una de esas escenas que se produjeron en aquel Consejo.  “En ese momento el presidente del Comité, Ernesto Zedillo, salió del salón, regresando cinco minutos más tarde muy alterado. Levantó una silla por encima de sus hombros y la arrojó al suelo exclamando: Se han creído que podrían comprarme”.

Gregorio Marañón también dejaba el Consejo de Administración con un mensaje dirigido a Cebrián. “Qué falta de inteligencia en alguien tan inteligente como tú”. Y le manifestaba que “haber recabado el apoyo del presidente del Gobierno (en ese momento Mariano Rajoy) para conservar una parcela de poder ejecutivo es un disparate de consecuencias incalculables”. Poco tiempo después Cebrián sería obligado a dejar el Grupo.   

Mejores momentos le ha dado la presidencia que ejerce en el Teatro Real. El propio Gregorio  Marañón lo explica así. "El Teatro Real, en los últimos diez años, ha salido de la irrelevancia, para situarse hoy, según confirma el Barómetro de la Cultura, en la primera institución de las artes escénicas y musicales de nuestro país, y ha sido el único teatro relevante del mundo que ha abierto sus puertas desde el 1 de julio. En este sentido, hoy somos referencia internacional".

Para la temporada de 2021 las expectativas son mejores, ya que estiman que a partir de septiembre, si se produce un proceso de vacunación masiva, se podrá normalizar la actividad del Teatro con todos los beneficios que ello conlleva. 

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