La partida más importante de los últimos años en los videojuegos arrancó ayer en la feria E3 de Los Ángeles, escenario elegido por Microsoft y Sony para enseñar músculo a los expertos y mostrar sus consolas del futuro.

La guerra de las consolas

Un grupo de visitantes utiliza una de las nuevas consolas presentadas en la feria de Los Ángeles. (Foto: MICHAEL NELSON)
Las debutantes Xbox One y PlayStation 4 (PS4) tomaron ayer el corazón del centro de convenciones de la urbe californiana separadas físicamente por apenas un estrecho pasillo, una frontera que simboliza el límite entre dos poderosas facciones enfrentadas un universo de juegos en el que se ha declarado la guerra.
Para esa batalla inicial, los rivales no dudaron en despojarse de los accesorios que protagonizaron las ediciones pasadas del E3 y regresar a sus orígenes, al derroche gráfico, las tramas apocalípticas, la acción militar, las conspiraciones, y la ciencia ficción de película.

Basta un paseo por la feria para certificar que Microsoft y Sony se han lanzado simultáneamente a seducir al mismo tipo de usuario, el jugador que le gusta el mando de siempre, el realismo en pantalla y sentarse en el sofá para vivir una aventura solo o acompañado.

Kinect, el exitoso periférico que permite manejar la Xbox con la voz o los gestos, apenas tiene una presencia residual en E3 después de tres años siendo la estrella de Microsoft, pero no es el único.

Un caso similar ocurre con el controlador inalámbrico Move de Sony y el fenómeno del 3D que la empresa nipona se encargó de vender como una revolución para el mundo del videojuego en 2011 y que dadas las nuevas prestaciones de PS4 podría esperarse que tuviera un rol preeminente.

Tampoco parece florecer la realidad aumentada, que sigue ocupando un nicho reducido en este mercado después de que Sony anunciara con entusiasmo en E3 en 2012 su libro 'Book of Spells', avalado por J.K. Rowling.

Ni si quiera Nintendo, que celebró ayer su acto inaugural en E3 (Microsoft y Sony se adelantaron un día), dedicó un segundo de su tiempo a hablar de realidad aumentada. Si bien la escasa presencia de esas tecnologías no es sinónimo de que hayan quedado en el olvido, sí confirma un cambio de estrategia en los grandes actores del sector, especialmente Microsoft y Sony, que tienen claro que serán los juegos espectaculares y adictivos los que vendan sus consolas nuevas.

Xbox One saldrá en noviembre al mercado por 499 dólares (alrededor de 375 euros) y PS4 lo hará en Navidad por 100 dólares menos (75 euros, aproximadamente), una diferencia de precio que puede resultar finalmente determinante.

La comunicación de Sony en E3 ha sido hasta ahora más efectista y le tomó la delantera a Microsoft tras su evento de presentación del lunes en el que lanzó una ofensiva para poner en evidencia a su rival al comentar, entre otras cosas, que PS4 sí permitirá que los usuarios se intercambien juegos de segunda mano.

El presidente de Sony Computer Entertainment America, Jack Tretton, matizó ayer esa afirmación, no obstante, para dejar claro que la decisión de bloquear o no el uso de juegos utilizados en otras PS4 será de los desarrolladores del software. Microsoft confirmó que con Xbox One ocurrirá lo mismo.

En otra esfera se mueve Nintendo que, sabedor de que este año el foco está puesto en sus competidores, trató ayer de cambiar la conversación y varió su habitual presentación en un auditorio con público por una experiencia más informal en la que los creadores y sus juegos se mezclaban con los periodistas durante más de una hora, apostando además por más Mario y más Zelda.

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