CON LOS PROTAGONISTAS DE LA HISTORIA

Jordi Pujol, la estrepitosa caída del pedestal

PUJOL
photo_camera Jordi Pujol.

Su pasado fue glorioso, uno de los hombres más respetados del paisaje político, su horizonte penal asusta

 

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ómo pudo sucederle esto, señor Pujol?  Usted que había levantado cuidadosamente  su estatua de hombre de estado sobre un pedestal de granito y una imagen donde Cataluña se había encarnado en usted y usted en Cataluña. Tanto que parecían ser la misma cosa y de pronto todo se ha derrumbado de una manera tan estrepitosa, tan devastadora que no ha dejado rastro del mito que usted había construido de manera tan minuciosa. Los catalanes le presentaban como el arquetipo de todas las virtudes: la ética, la sobriedad, el seny y el talento. Antes era el fuego que desprendía luz, ahora es el fuego que solo genera humo, un humo que invade el presente y el futuro porque usted no era solo un líder sino que era el padre fecundo del nacionalismo, aunque conviene precisar que lo era de un  nacionalismo con vocación federante y democrática, siempre dispuesto a colaborar con la gobernanza del estado. 

Le escuché varias veces decir que había colaborado con Suárez en la construcción del estado de las autonomías y apoyado los gobiernos de Felipe González y Aznar para que se pudieran mantener en el poder. De pronto, el viento a favor  que soplaba sobre sus velas giró en redondo, y se convirtió en el huracán que le destrozó cubriéndole de acusaciones y presuntos delitos. Y ahora usted está ahí, en el borde de la cuneta de la historia, sospechoso de haber cometido delitos de cohecho, tráfico de influencias, delito fiscal, blanqueo de capitales, prevaricación, malversación y falsedad. Su pasado fue glorioso, uno de los hombres más respetados del paisaje político, su horizonte penal asusta.

Recuerdo la primera vez que nos encontramos. Fue hace mucho tiempo, tanto que Franco todavía gozaba de buena salud. Yo era director de la Agencia Radial Press y usted ya había estado dos años en la cárcel por haber montado un pollo antifranquista en el Palau de la Música. Un día, Nicolás Sartorius me comentó que un joven nacionalista catalán llamado Jordi Pujol quería hablar conmigo sobre la posibilidad de poner en marcha una agencia de noticias donde se prestara especial atención a contenidos catalanes. Yo pensaba que todavía seguía preso porque en un reciente viaje a Barcelona había visto pintadas en las paredes pidiendo la libertad para Pujol. Concertamos una cena en un restaurante situado en el Madrid de los Austria, cerca de la Plaza Mayor, creo que en la Cava Baja. Acudí a la cena acompañado de mi inseparable Heberto Quesada, socio en Radial Press, y por supuesto de Nicolás Sartorius; Jordi Pujol llegó a la cita con Max Cahner, que durante la conversación se reveló como un apasionado conocedor de la literatura catalana y bastante experto en la gallega. Hablamos mucho de Curros. 

Jordi era de baja estatura, de cara redonda pero delgada, la frente ancha de la que salía un cabello largo y huidizo. Lo más llamativo de su rostro eran los ojos, que entrecerraba al hablar, especialmente cuando hacía reflexiones que consideraba importantes. 

Nuestra conversación

De partida teníamos dos coincidencias: éramos jóvenes (ahora sabemos por experiencia que la juventud se cura) y nos movíamos fervorosamente en la galaxia antifranquista, lo que facilitaba la conversación. Hablamos de su detención y nos confirmó las torturas, pero no era un tema del que le gustase hablar, al menos esa noche. Había hecho el viaje para un asunto concreto. Estaba poniendo en marcha un proyecto bajo el lema: “Construyendo país” y sabiendo de la importancia que la información tenía, quería conocer la viabilidad de una agencia de información que, sin ser catalana ni estar dirigida por catalanes trasladara a los medios noticias sobre la singularidad de Cataluña. Estaban dispuestos a financiarla. Radial Press era una agencia de reportajes y ellos apostaban por una de noticias y reportajes. Conceptualmente lo teníamos claro, pero ignorábamos como llevar el proyecto a la práctica; y ya se sabe que la teoría sin la práctica es como un carro sin eje. Estuvimos divagando como hacerlo. Empezamos a hablar con ilusión invencible, que se fue quebrando al comprobar que de la mayoría de nuestras preguntas ignorábamos la respuesta.

En principio captar noticias catalanas no ofrecía mayores dificultades, bastaba con poner algunos periodistas sobre el terreno, pero el problema era colocarlas en las redacciones y que pasaran la censura previa, todavía existía censura previa, y que las escogieran para publicar. No podríamos informar de ciertas noticias, las que tendrían mayor importancia y calado en la sociedad. Teníamos el ejemplo entre nosotros. No podríamos informar con objetividad o simplemente informar sobre la detención de Jordi y ya no digamos sobre las torturas a que le sometieron. Bastaba ver como trató el asunto la presa catalana. Podríamos hacer crónicas beatificas sobre  Montserrat y la Moreneta, pero sin poder difundir declaraciones análogas a las que había hecho en Le Monde el abad Aureli María Escarré y que el gobierno había calificado de disolventes después de prohibir la entrada en España de Le Monde. Escarré  había hablado sobre la identidad catalana y la asfixia de las libertades en Cataluña. Citamos otros ejemplos igual de plásticos que tuvieron efectos perturbadores sobre nuestro ánimo. Aparte de los contenidos se nos presentaba otro problema serio, el tecnológico. ¿Cómo trasladábamos las noticias a las redacciones? En Radial Press lo hacíamos de forma absolutamente primaria, teníamos unos vendedores que recorrían las diferentes redacciones, especialmente las de las revistas del corazón, llevando las carteras llenas de reportajes. Estos métodos tan primarios y artesanales no servían para distribuir noticias. Sobre ese tipo de distribución nosotros conocíamos muy poco, creo que entonces nuestros conocimientos no pasaban de la palabra teletipo. Desolados, abandonamos el proyecto, aceptando un fracaso sin alternativas.

Unos 11 años más tarde me volví a encontrar con Jordí Pujol, había perdido bastante pelo. Yo dirigía entonces la revista política Posible y nuestro corresponsal en Barcelona era Enrique Sopena que me propuso hacer un especial sobre Cataluña, bajo el título de: “Cataluña Viva”. Era abril de 1975 y Franco estaba herido de muerte, la oposición vivió aquellos días con una nerviosa impaciencia.

Uno de los temas fuertes sería reunir en torno a una mesa a los exponentes más significativos de lo que se llamaba la oposición democrática catalana.  De juntarlos y coordinarlos se encargaría la estupenda periodista Margarita Sáenz Díaz. Acudí a Barcelona para asistir como observador curioso a esa mesa redonda que tanto prometía. Allí me encontré a Jordi Pujol, Antón Canellas, Josep Pallach, Alfonso Carlos Comín, Joan Raventós, Jordi Solé Tura, Jorge Trías, Antonio de Juana y Francisco Sitjá. Cataluña, el futuro de Cataluña era el único tema sobre la mesa: ¿Qué pensaban? ¿Qué querían? ¿Qué necesitaban? ¿Qué planteaban las gentes de una región que estaba empeñada en construir el futuro? 

Entre cataluña y españa

Respondieron a todas las preguntas y parte de las respuestas, leídas ahora, siguen teniendo vigencia para resolver alguno de los problemas que incendian las relaciones de Cataluña con el resto de España. Hice un largo aparte con Jordi Pujol y me convencí de que no iba a pedir imposibles, ya que el nacionalismo catalán tenía una vocación nacional, democrática y federante. Que en principio puede revestir todas las formulas políticas.  La cultura catalana tiene vocación de unir y no separar, me aseguró Pujol. Fue la última vez que nos hablamos de tú, después ya como presidente de la Generalitat él  y yo como presidente de la Agencia EFE tuvimos varios encuentros, alguno con comida incluida, y siempre nos relacionamos bajo el arco del usted ritual, pero dentro de una exquisita cordialidad. 

El prestigio de Pujol se iba disparado hasta convertirlo en uno de los políticos más valorados de España, tanto que la redacción de ABC, bajo la dirección de Ansón, le eligió como el "Español del año", galardón que recogió en la sede social del periódico bajo un diluvio de alabanzas. Cada día que pasaba el president iba encarnado cada vez con más intensidad a Cataluña.

Voces vacías

Muchas veces hablamos de ética, sostenía que la ética era la base indispensable para un buen gobierno. Pero el compacto discurso de Pujol, un día se vino abajo. La ética que predicaba era solo verbal, un ruido de voces vacías. La estatua que había construido de sí mismo un día se cayó de manera estruendosa. Y entonces comenzó la lapidación y las revelaciones sobre su dualismo moral, y los escándalos de su familia. El 25 de julio de 2014 reconoció haber ocultado a la Hacienda Pública durante 34  años un dinero importante en el extranjero. Una herencia de su padre Florenci Pujol, una herencia de la que su propia hermana dudaba que existiera preguntándole ¿pero de qué herencia hablas, Jordi? A continuación fuimos conociendo con asombro que toda la familia Pujol era una enredadera de corrupciones. Me era muy difícil creerlo en aquel hombre que tantas veces me había hablado de “fer país”, y  lo que estaba haciendo era dinero. Marta Ferrusola, su mujer, escribía al banco BPD de Andorra en este tono: “Soy la madre superiora de la congregación, traspase dos misales al capellán de nuestra parroquia.” El capellán es el hijo mayor Jordi Pujol Ferrusola.

No sé cómo estará viviendo Pujol lo que está viviendo Cataluña, seguro que él lo hubiera hecho de manera distinta. No se tiraría a una piscina sin agua con Puigdemont.

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