Juguetes inteligentes y sus peligros: ¿nos espían?

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En estas navidades, son muchos los regalos que se consideran “inteligentes”, con conectividad a internet y con una recopilación de datos del usuario, lo que viene a ser un tratamiento de datos, más si cabe, cuando se recopilan datos como la voz o imagen, y especialmente, cuando se trata de juguetes y menores de edad.

¿Qué tipo de regalos tratan datos?

Todos aquellos que recopilen datos que permitan identificar a una persona. 

Por ejemplo: relojes deportivos, pulsómetros, robots de cocina, central domótica de una casa, altavoces, televisores, y los más peligrosos, juguetes que para una mayor interacción con el menor, graban imagen o voz con sus datos, nombre, edad, sexo…

¿Qué peligros implican?

En primer lugar el tratamiento de datos, la captación y recogida de los datos, y en segundo lugar, su posterior tratamiento, es decir, que el usuario (pudiendo ser un menor de edad) pueda ser identificado, y posteriormente la gestión de esos datos, cómo se almacenan, dónde, qué se hace con ellos, para qué, con qué objetivo, su difusión…

¿Cuándo se produce la captación de los datos?

El dispositivo o juguete cuenta con herramientas como micrófono, cámara, altavoces o pantalla, que recopilan información sobre los usuarios -en su mayor parte menores- lo que puede suponer un riesgo para su privacidad y la protección de sus datos.

Por lo que, es necesario conocer qué datos recoge el micrófono, la cámara o el resto de sensores instalados en el juguete, así como la información que registra la app asociada, y con qué medidas de seguridad cuenta el protocolo a través del cual el juguete intercambia datos con la aplicación.

¿Cuándo se produce el riesgo en el tratamiento?

El uso de estos dispositivos, a menudo requiere de la instalación de una aplicación en otro dispositivo (teléfono móvil, ordenador, tablet…), por lo que, para poder usar y disfrutar del objeto, nos obligan a descargar de la correspondiente aplicación.

A la hora de usar el dispositivo, una vez captados los datos que nos soliciten (imagen, voz, datos como altura, sexo, peso…), éstos son transmitidos a través de internet a la aplicación, que a su vez, la transmite al servidor de la app, a fin de que se procese la información y se reciba la respuesta, bien sea una información (como a la altura, peso, etc.., nuestro estado de forma) o incluso una frase pregrabada pero que coincide a la pregunta realizada. ¿Cómo?, pues habiendo procesado la información recibida, para poder responder con coherencia. Siendo esto último, más habitual en juguetes para menores de corta edad.

¿Qué hacer para estar protegidos?

En primer lugar, informarse sobre el fabricante, que nos ofrezca garantías, sobre todo su identidad y datos de contacto, para poder dirigirnos a él, poder ejercitar nuestros derechos en protección de datos (como el derecho de supresión de datos).

En segundo lugar, sobre el juguete o dispositivo, conocer en concreto qué datos va a recopilar, cómo los almacena y cómo los transmite a la app (si el contenido está encriptado y el acceso es mediante usuario y contraseña).

En tercer lugar, la configuración del juguete y la app, qué posibilidades nos ofrecen los ajustes de los mismos, a fin de limitar el uso de los datos, el tiempo de almacenamiento de los mismos y su transmisión.

Finalmente, como en otros muchos tratamientos de datos, la prevención y limitar los datos que facilitamos es la mejor de las medidas, siendo conscientes de que estamos renunciando a una mejor interacción con el dispositivo, una publicidad y oferta menos personalizada, y en definitiva a todas esas facilidades que nos ofrecen, pero no hay que olvidar, que todo ello, es en contraprestación a nuestra privacidad.

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