SOCIEDAD

Kenia mutila la ablación

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photo_camera El drama de la ablación en Kenia.

Cuando regresen a la ciudad: habrán sido mutiladas en rituales de iniciación a la edad adulta que pondrán fin a su educación e integridad como mujeres.
 

Muchas niñas kenianas viajarán este agosto al pueblo de su familia para pasar las vacaciones escolares. Algunas no serán las mismas cuando regresen a la ciudad: habrán sido mutiladas en rituales de iniciación a la edad adulta que pondrán fin a su educación e integridad como mujeres.

La nueva unidad anti-Mutilación Genital Femenina (MGF) puesta en marcha por la Fiscalía keniana afronta su prueba de fuego este mes, una de las "temporadas del corte", cuando debe demostrar que es capaz de hacer cumplir la ley que prohíbe la ablación y mantener al país como líder mundial contra esta brutal tradición.

Kenia ha logrado reducir a un 11 % el número de adolescentes sometidas a la ablación del clítoris, lo que la convierte en uno de los países donde más se está abandonando esta aberración cultural, que sufren 140 millones de mujeres en 29 países del mundo.

La prevalencia de la MGF en Kenia era del 21 % en 2014, un 27 % menos que en los últimos seis años, descenso que solo ha equiparado República Centroafricana, según Unicef.

Así, las kenianas de entre 45 y 49 años tienen hoy tres veces más probabilidades de haber sido mutiladas que las chicas de 15 a 19, según la última Encuesta Demográfica de Salud en Kenia.

"El hecho de que la ley -que prevé penas de hasta cinco años de cárcel- esté ahí ha marcado la diferencia", asegura a Efe la jefa de la unidad judicial anti-MGF, Christine Nanjala, preguntada por el éxito del caso keniano.

El país africano aprobó en 2011 la norma que criminaliza la ablación y crea el Comité Anti-MGF, dotado de una unidad judicial para castigar estas prácticas que comenzó a trabajar este año.

La tarea no es fácil, ya que 37 de los 42 grupos étnicos que conviven en Kenia extirpan el clítoris a sus adolescentes tras la llegada de la menstruación. A veces, dado que las niñas están cada vez más informadas, la ablación se adelanta a edades tan tempranas como los 5 años.

Los acusados de mutilar a las niñas no se asustan con facilidad, avisa la fiscal Nanjala: "Para ellos, las practicas están tan arraigadas que no se preocupan".

"En Nairobi hay familias somalís que se van al hospital y regresan pitando la bocina del coche. Te crees que es una boda y no lo es. 'Han cortado a mi hija', dicen", relata la especialista en protección infantil de Unicef Zeinab Ahmed, en un foro sobre mutilación genital en Nairobi.

Aunque hasta ahora las niñas eran mutiladas principalmente por familiares o líderes tradicionales, últimamente ha aumentado el número de ablaciones realizadas por profesionales sanitarios, que ya son responsables del 40 % de los casos.

"La medicalización de la MGF está creciendo porque se puso énfasis en los efectos -de la ablación tradicional- sobre la salud. Por eso la gente ahora dice 'bueno, puedo hacerlo en el hospital'. Y eso es ilegal. Esos doctores deberían ser juzgados", sostiene la directora del Programa contra MGF de Equality Now, Mary Wandia.

Pero llevar a los médicos a los tribunales es complicado porque ninguno quiere testificar en contra de sus colegas, apuntan fuentes judiciales consultadas por Efe.

A pesar de estos escollos, Gobierno y activistas celebran el gran avance en la lucha contra la MGF, en la que el apoyo político ha sido clave, según la activista.

Durante mucho tiempo, los líderes políticos locales "tenían miedo de perder votos por ir en contra de una práctica cultural, o mal llamada práctica religiosa, que no lo es", puntualiza.

El ejemplo de las niñas que han evitado la ablación e incluso han llegado a convertirse en líderes de sus comunidades son la mejor baza en esta batalla: "Ven que pueden ser responsables y no necesitan ser mutiladas o dadas en matrimonio", subraya Wandia.

Ahora se trata de comprobar lo que funciona y lo que no en la aplicación de la ley para continuar avanzando, pero Kenia ya ha abierto un camino prometedor en los lugares de África y Oriente Medio donde la MGF es cotidiana.

"Kenia está proveyendo un modelo posible a otros países", concluye la activista de Equality Now.

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