SOCIEDAD

Una madre en el planeta "Belieber"

Las jóvenes llenaron el Barclaycard Center de Madrid para la actuación de Bieber.
photo_camera Las jóvenes llenaron el Barclaycard Center de Madrid para la actuación de Bieber.

Acudir con una hija adolescente al concierto de la estrella canadiense Justin Bieber, fue como entrar a un planeta distinto. La pasión que demostraron las fans, contrastaba con la desgana del ídolo juvenil

Afortunada por tener una adolescente moderadamente fan, no por ella, sino porque las entradas para el concierto se compran con un año de antelación y los 14 años no son los 15 en el fervor por Justin Bieber, asistir como madre al concierto del canadiense fue algo extrasensorial, la entrada a otro planeta. 

Teniendo en cuenta que nuestro lugar en el planeta Bieber era el gallinero y más allá, todavía resulta más espeluznante presenciar los estragos emocionales que acarrea la simple presencia del artista canadiense sobre el escenario, que se dejo el sexi en casa y apareció vestido de leñador y gafas de pega, que deben ser tendencia porque también las viste Cristiano Ronaldo cuando se pone interesante.

Las gafas, sin embargo, en las gradas, eran un elemento fundamental para las madres enrolladas que se afanaban en "wasapear" la emoción de su descendencia y amigas, y de grabar vídeos en azul oscuro casi negro con las siluetas de la prole fan. La oscuridad reinante en el Barclaycard Center de Madrid, a años luz de las perseidas electrónicas que proyectaba el escenario, no impedía que las niñas, adolescentes, jóvenes y mujeres  (sí, veinteañeras, porque el fenómeno fan de Justin abarca más de una década) bailaran, saltaran, cantaran, grabaran y se "selfiaran" sin ofuscarse.

En las antípodas de las madres que, con suerte, tararearon "Baby", el tema estrella de los comienzos de Justin Bieber, más afanadas en mirar el reloj y recoger para los anales de la historia adolescente y la propia la vivencia obligada, porque los menores deben ir acompañados. Lo más impresionante es que la estrella canadiense conmocionó sin hacer, entrecomillas, nada. No rozó ni la ley del mínimo esfuerzo, ni en la primera parte, ni en la segunda, en la que reapareció, si cabe, todavía más abrigado, con una sudadera con capucha.

LAS FANS PUEDEN CON TODO

Su voz, ahogada por el eco unánime de unas aplicadas fans, y su baile, desapasionado, mecanizado, que solo rompió para dar dos excelentes volteretas en el aire, a ambos lados del tendido, sobre una cama elástica, flotante, dignificada por el cuerpo de baile que le arropaba, ellos sí, bordaban unas coreografías espectaculares. Justin Bieber bailó lo justo para no perder las gafas y regaló cuatro abrazos a cuatro niños bailarines, como si fuese Dios en la tierra, mientras las fans se desgañitaban en un claro clamor de "ojalá fuera yo".

Sus gritos constantes, mezclados con las letras archisabidas del repertorio, demostraban no solo que en España mejoró el nivel de inglés, sino que el fenómeno fan puede con todo lo que se ponga por delante, con un cantante que no debía tener su mejor día pero que emocionó a su abarrotado auditorio  hasta las lágrimas.

Llantos que se tornaron hipo hacia el final, cuando el canadiense destapó sus tatuajes y, ya en camiseta, se dio una ducha mientras cantaba y abrazaba a su elenco, más de veinte bailarines que hicieron las delicias, sobre todo, de las madres.

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