CON LOS PROTAGONISTAS DE LA HISTORIA

Pascual Maragall, el brillante viaje hasta las sombras

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photo_camera Alfonso S. Palomares, Pascual Maragall y Carlos Sentís, en la presentación del libro "Ahora Barcelona" de Sentís.

Para conocer mejor los problemas de sus conciudadanos decidió ir a vivir un día con algunos de sus vecinos elegidos por sorteo

A veces me pregunto si Pascual Maragall, sumergido ahora en las mudas sombras del Alzheimer, recordará la enigmática frase que soltó un día como una pedrada sobre las tranquilas aguas del pujolismo, aunque dirigida a Artur Más, y que iba a agitar profundamente todo el paisaje político catalán. Se celebraba un pleno, aparentemente tranquilo, en el Parlamento. Pascual Maragall, presidente de la Generalitat, estaba en el uso de la palabra hablando en su tono tranquilo habitual. A veces, soltaba latigazos brillantes sobre sus oponentes, sin cambiar el tono monocorde. Nadie sospechaba que iba a decir lo que dijo y a pesar de decirlo con toda claridad, muchos no le entendieron completamente hasta diez años después. La frase literalmente fue esta: "Vostès tenen un problema, i aquest problema es diu tres per cent", -"Ustedes tienen un problema y ese problema se llama tres por ciento-. No dijo más y Artur Mas, entonces jefe de la oposición, a quien iba dirigida, no se dio por enterado dejándola correr hacia el fondo del misterio que iba a desvelarse diez años después. El 1 de septiembre de 1915, cuando Pascual Maragall jugaba ya sus partidas oscuras en el tablero del doctor Alzheimer, la guardia civil intervino CatDam, la fundación de CDC, Convergencia Democrática de Cataluña, el partido fundado por Jordi Pujol, descubriendo las mordidas del 3% que los empresarios que querían trabajar con el gobierno de la Generalitat tenían que pagar. Ese escándalo todavía anda hoy por los juzgados y comisarias de policías marcando la imparable caída de Pujol y atormentando las pesadillas de Mas.  Tuvieron que cambiar dos veces el nombre del partido para disimular la corrupción con un sudario de silencios artificiales.


Un cambio inesperado


En 1982 se produjo un cambio inesperado, Maragall pasó de teniente de alcalde a alcalde convirtiéndose en el rostro visible de la ciudad. Ese año el PSOE ganó las elecciones generales y Felipe González sorprendió nombrando a Narcís Serra ministro del ejército a pesar de no haber cumplido el servicio militar obligatorio por tener los pies planos, lo que sirvió en los primeros momentos para hacer algunos chistes amables. El salto de Narcis dejó libre el consistorio que pasó a ocupar Maragall, su segundo en la alcaldía. 

Muy pronto se hizo sumamente popular a causa de su gran empatía con la gente y algunos gestos curiosos e inéditos. Para conocer mejor y de manera más directa los problemas de sus conciudadanos decidió ir a vivir un día con algunos de sus vecinos elegidos por sorteo. De esa forma palpaba las dificultades de la gente de manera directa y escuchaba los pareceres que le daban para solucionarlas. Muchas veces, los alcaldes y los dirigentes de ciudades y países son fruto de sus circunstancias, y hay circunstancias que los convierten en mitos, el máximo ejemplo mitificador de un personaje por la coyuntura de una guerra fue Churchill. En otra dimensión, Maragall lo fue como alcalde de Barcelona por una circunstancia muy buscada, los Juegos Olímpicos de Barcelona.

En 2007 reveló que padecía un principio de la enfermedad de Alzheimer. Se rebeló manifestando su decisión de luchar a fondo

El alcalde aprovechó la ocasión para cambiar la ciudad y proyectarla a la opinión pública mundial y nacional. Era una ciudad cerrada al mar, aunque estaba pegada a él, de espaldas al mar aunque estaba rodeada de Mediterráneo y aprovechando las obras se abrió sobre el mar echándose de bruces sobre él. De una ciudad oscura por el sur marítimo pasó a ser una ciudad luminosa, llena de claridad solar.

Los años que precedieron a los Juegos Olímpicos yo era presidente de la Agencia EFE y frecuenté bastante a Pascual Maragall, de la mano de su amiga Margarita Riviere, delegada en Cataluña. Queríamos contribuir al éxito mediático de los juegos y con cierta frecuencia acompañados de Pascual íbamos a los distintos escenarios de los juegos para dar testimonio del avance de las obras y poner un acento crítico sobre algunas que no llevaban el ritmo programado.

Fuimos testigos de cómo se iban abriendo las cortinas que daban paso a los torrentes de luz. Pascual nos iba contando sus sueños, de cómo iba soñando la ciudad y como se desarrollarían los juegos que iban a ser y fueron los más brillantes de la historia Olímpica. El alcalde consiguió que todos se conjurasen para el éxito, desde los Reyes, hasta el gobierno y la élite de la familia Olímpica empezando por el presidente del COI, Juan Antonio Samaranch. Al hablar de la familia olímpica tengo que recordar la gran labor que hizo el orensano mexicano, presidente del COI de México, Mario Vázquez Raña para colaborar en la elección de Barcelona como sede de los juegos como antes lo había sido para que Juan Antonio Samaranch fuera elegido presidente del COI aportándole los votos de los países sudamericanos y dejándole un avión para recorriera el mundo haciendo campaña.

Aproximadamente un año antes de que se inauguraran los juegos, una tarde recibí una llamada de Ernest Maragall, no me extrañó, algunas veces nos intercambiábamos llamadas sobre algún problema de la banalidad cotidiana. 

Esta vez era algo diferente, me pedía que presentara en el colegio de periodistas catalanes, el libro “Ahora Barcelona”, escrito por el prestigioso periodista Carlos Sentís con una dilatada historia profesional, no hacía falta que me la repitiera, conocía perfectamente su biografía. Entre otras cosas había sido presidente de la agencia EFE y como político diputado por UCD  por Barcelona en las dos primeras legislaturas de la democracia. Durante le Segunda Guerra Mundial fue corresponsal en Europa y África para la Vanguardia y el ABC. Al general De Gaulle lo siguió por varias zonas de África. Nos reunimos a comer antes de la presentación, era una delicia escuchar el torneo dialéctico entre Maragall y Sentís sobre el significado de “Ahora Barcelona” en su proyección de futuro. Significaría un giro de 180 grados. Después de oírles, dejé las notas que tenía escritas para mi intervención e hilvané un nuevo discurso basándome en algunas de las muchas ideas que ellos habían apuntado.

Ganó por mayoría absoluta varias elecciones a la alcaldía, parecía que iba a eternizarse como alcalde, pero un día de 1997, de forma inesperada, dejó la alcaldía en manos del teniente de alcalde Juan Clos y se marchó un año de profesor a Roma. Respondiendo así a su carácter de imaginativo, carismático e imprevisible. En 1999 se presentó de nuevo en Barcelona para disputarle a Jordi Pujol la candidatura a la Generalitat. Armó una coalición del Partido de Socialistas de Cataluña y Ciutadans pel canvi, que en Lerida, Girona y Tarragona incluyó también a Iniciativa per Catalunya Verds. Obtuvo mayor número de votos que Pujol, pero Pujol consiguió más escaños y pudo gobernar con el apoyo del PP. En las nuevas elecciones de 1993 volvió a tener más votos que Pujol, pero menos escaños, a pesar de eso logró alzarse con la presidencia al lograr los votos de las candidaturas de centroizquierda que apoyaban a José María Vallés.

A principios del verano de 2007 por su cabeza empezaron a soplar unos inciertos vientos sombríos y cada vez eran más frecuentes los olvidos en él que había tenido una memoria feliz. El 20 de octubre de ese año reveló que padecía un principio de la enfermedad de Alzheimer. Se rebeló manifestando su decisión irrevocable de luchar a fondo contra ella, no solo por su interés, que tal vez no llegaría a tiempo sino por interés de otros en el futuro. No hay que convivir con el Alzheimer como con una derrota aceptada sino enfrentarlo en una partida de ajedrez complicada, pero que algún día se podrá ganar.

Antes ya habían detectado algunas señales que apuntaban por donde iba a ir su destino. Su esposa Diana Garrigosa fue la primera que percibió las señales de alarma, fue en una cena a la que asistía también el cardenal de Barcelona, monseñor Martínez Sistach. Maragall se dirigió al purpurado preguntándole: ¿Cómo van las obras de la catedral, cardenal? El cardenal le dio una respuesta detallada y prolija. Al cabo de poco tiempo,  le volvió a preguntar: “Por cierto, cardenal, ¿cómo van las obras de la catedral? Garrigosa y el cardenal se dieron cuenta de que algo extraño sucedía en la cabeza de Maragall. Ese año escribió: "Sufro una pesadilla, llegará un día en que olvidaré el nombre de Diana y el mío". Terrible reflexión. Para articular la lucha en esa partida creó una fundación que se ha convertido en referencia de lucha contra el siniestro mal en el que uno se va olvidando de la propia existencia.

En 2010, Carlos Bosch rodó una película siguiendo a Maragall con el sugestivo título de “Bicicleta, cuchara, cuchillo”, palabras muletilla para tratar de fijar el resbaladizo recuerdo. Ganó el Premio Goya a la mejor película documental. 

Tenía también otras estratagemas para conjurar el olvido. Colgaba la chaqueta en una silla en la mitad del pasillo, para recordar que tenía que ponérsela para salir.

El que estuvo siempre tan atento y preocupado por los problemas de Cataluña ahora ignora todo lo que está ocurriendo a su alrededor. Su hija Cristina ha declarado recientemente: “Si mi padre estuviera bien, quizá  no habríamos llegado a esto en Cataluña”

Es posible. 

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