Los metales comenzaron a contaminar el Mediterráneo hace 2.800 años, con el desarrollo de Grecia y Roma, según expertos

La contaminación por metales en el Mediterráneo comenzó hace 2.800 años, coincidiendo con el desarrollo minero, metalúrgico, cultural y tecnológico de las civilizaciones humanas de los periodos griego y romano, según un trabajo de investigación liderado por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
El trabajo ha analizado la concentración de residuos metálicos en los sedimentos de las praderas de Posidonia oceánica de la bahía de Port Lligat, en Gerona, que se extienden 94.315 metros cuadrados y cubren el 69 por ciento de los fondos de la bahía.

Concretamente, los sedimentos estudiados alcanzan los cinco metros de espesor y reflejan 4.500 años de antigüedad, mientras que los primeros vestigios de contaminación antropogénica sobre el Mediterráneo a causa de los metales datan de unos 2.800 años de antigüedad.

A este respecto, el investigador del CSIC en el Centro de Estudios Avanzados de Blanes Óscar Serrano ha explicado que estos depósitos son un 'registro privilegiado' para la reconstrucción del pasado en la costa mediterránea, un área 'especialmente expuesta a las perturbaciones naturales y antropogénicas'.

Los resultados del trabajo, liderado por el científico del mismo centro del CSIC Miguel Ángel Mateo, han sido publicados en la revista 'Science of the Total Environment' y revelan un 'aumento inicial' en la concentración de metales hace unos 2.800 años.

Además, los investigadores han observado un incremento en las cantidades de zinc, plomo, cadmio, cobre, arsénico y hierro hace unos 3.500 años, especialmente durante el periodo romano. Mientras, a lo largo de los últimos 1.200 años, el Mediterráneo ha experimentado un 'aumento gradual' en la presencia de metales que se aceleró notablemente en los últimos 350 años a partir de la revolución industrial, cuando sobre todo aumentan el plomo, el zinc y el arsénico.

En este contexto, Serrano subraya que las praderas de posidonia oceánica no solo generan registros milenarios, sino que almacenan 'grandes cantidades de metales pesados' que refuerzan las funciones de esta planta en la biogeoquímica costera.

Finalmente, destaca que frente a la 'clara agresión' que están sufriendo estos ecosistemas, la posidonia demuestra ser un 'gran filtro y sumidero' de contaminación en primera línea de costa.

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