Ni el invierno ni las vallas detienen a los refugiados

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photo_camera Refugiados afganos permanecen en un campamento improvisado en la plaza Victoria de Atenas, Grecia. (VLACHOS)

En la mayor crisis de refugiados en el continente desde la II Guerra Mundial, más de un millón de refugiados y migrantes han llegado a Europa por el mar Mediterráneo en 2015

Ni el frío invernal y la mar revuelta, ni las nuevas vallas y los controles adicionales en Turquía o Macedonia han detenido, aunque sí frenado en las últimas semanas, la llegada récord de refugiados a Europa en 2015.

En la mayor crisis de refugiados en el continente desde la II Guerra Mundial, más de un millón de refugiados y migrantes han llegado a Europa por el mar Mediterráneo en 2015, casi cinco veces más que el año anterior, según los últimos datos de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

Según los registros de este organismo, los llegados hasta ahora por mar son 1.000.573 personas y casi el 85 por ciento de ellos alcanzaron el continente a través de Grecia, especialmente por sus islas más cercanas a territorio turco.

Más de 3.700 personas han muerto durante una travesía que se ha tornado más peligrosa por el mal tiempo invernal y que se hace en frágiles lanchas neumáticas.

La mayoría de los recién llegados provienen de Siria (un 49 por ciento) y de Afganistán (un 21 por ciento). Un 58 por ciento son hombres, un 17 por ciento mujeres y un 25 por ciento menores.

La inmensa mayoría desea ir a Alemania, que ha acogido a más de un millón de refugiados en los últimos doce meses, así como a los países escandinavos, Holanda, Bélgica y Austria.

En Grecia, la puerta de entrada hacia Europa, las llegadas han disminuido ligeramente durante las últimas semanas, sobre todo a causa del mal tiempo, y en lugar de 5.000 arriban a las islas unos 3.500 refugiados y migrantes al día.

De los cinco puntos de registro que el Gobierno griego prometió establecer hasta finales de año, solo hay uno a pleno funcionamiento, el de la isla de Lesbos, con capacidad para identificar y tomar huellas dactilares de 4.000 personas por día.

El éxodo se mantiene pese a que las autoridades turcas han aumentado los controles en su costa y a que Macedonia solo permite seguir viaje a quienes portan un pasaporte sirio, iraquí o afgano.

Desde mediados de noviembre, los países balcánicos solo permiten ingresar en su territorio a los ciudadanos de esos tres países, al entender que el resto son "emigrantes económicos".

El alcalde de Atenas, Yorgos Kaminis, ha lanzado un llamamiento de urgencia al Gobierno griego para que habilite campamentos militares para las miles de personas que vuelven a llenar las plazas de la capital griega ante la dificultad de proseguir el viaje hacia el norte.

Desde Macedonia a Eslovenia o Austria, varios países han seguido la estrategia del primer ministro húngaro, el nacionalista Viktor Orbán, de usar vallas como respuesta a la crisis de los refugiados.

A mediados de septiembre Hungría cerró su frontera con Serbia y, en octubre, la de Croacia: desde entonces las llegadas han caído en picado, desde más de 5.000 por día hasta menos de diez, mientras que ACNUR acusa a Budapest de no respetar el derecho de asilo.

Otros países como Eslovenia, Austria y Macedonia han decidido también levantar alambradas, aunque matizan que no será para cerrar la puerta a los refugiados, sino para regular su entrada.

En los Balcanes la oleada de refugiados ha causado fricciones entre países como Serbia y Croacia, con heridas aún abiertas por la guerra de desintegración de Yugoslavia de hace dos décadas.

Alemania, Austria y los países escandinavos, que han acogido a la inmensa mayoría de los refugiados, han endurecido sus políticas.

El Gobierno alemán, que tiene la titánica tarea de integrar a un millón de refugiados, reconoce la necesidad de reducir sensiblemente las llegadas, pero se niega a imponer límites.

La situación ha generado tensiones en las propias filas de la Unión Cristianodemócrata (CDU) de la canciller Angela Merkel, así como con su socio bávaro, la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU).

Una manera de reducir la presión es agilizar los trámites de asilo y la devolución a los países de origen seguros de aquellos peticionarios cuya solicitud es denegada.

En Suecia, que espera hasta 190.000 peticionarios de asilo en 2015, se presentó en noviembre un nuevo paquete de medidas para endurecer las condiciones para los solicitantes y aumentar los controles fronterizos con el fin de frenar la oleada de refugiados.

Y Austria, que espera unas 90.000 solicitudes de asilo este año, la semana pasada deportó a 400 personas a Eslovenia tras asegurar que o portaban documentos falsos o mintieron sobre su nacionalidad.

El Gobierno austríaco también tiene listo un proyecto de ley que introduce la figura del "asilo temporal", que deja de existir cuando la situación en los países de origen mejora.

Los refugiados saben del endurecimiento de las políticas de asilo en Europa y eso les lleva a emprender el viaje en pleno invierno, antes de que Europa termine de cerrar las puertas.

Por eso, muchos advierten que este descenso en las llegadas es solo debido al mal tiempo invernal.

"Los refugiados nos cuentan que en sus países mucha gente espera a que mejore el tiempo para emprender el camino", relata a los medios serbios Rados Djurovic, director de la ONG Centro de Ayuda a los Refugiados, situado en Belgrado.

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