Obituario | Xosé Duro Vieiro, un hombre bueno

Ha fallecido Xosé Duro Vieiro, un trabajador incansable, compañero leal y justo, un amigo incondicional, un hombre bueno. Como profesor consagró su vida a la docencia y a la gestión en la Universidad de Santiago de Compostela (USC).

Por más que resulte dramático contar los miles de fallecidos diarios y ver cómo poco a poco se reduce el paisaje humano que nos rodea, no se siente el dolor que paraliza hasta que se estrecha el círculo y llega a tu mejor amigo.La muerte es ese shock de consecuencias terribles que hoy supuso una ruptura liberadora para Xosé, pero que aprisiona a todos aquellos que lo queremos.

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Pepe luchó contra una leucemia con una entereza indescriptible, como nunca había visto. Sabía que el alemán –así le llamaba a su donante– no le iba a fallar, tampoco el gran equipo médico del CHUS, al que tanto admiraba: Marta, Natalia, Sonia, Adrián, José..., pero una bacteria se cruzó en su camino y… no pudo ser.

Sus ganas de vivir hacían que se rebelase contra su enfermedad cada vez que podía y se escapaba a la Aguieira, daba largos paseos con sus perros, reunía a sus amigos alrededor de una mesa o se escapaba para ver cómo estaban las cosas por la Facultad, la de Económicas, claro. Contaba con tal naturalidad todo lo que le tocó vivir en estos dos últimos años que parecía un cuento. No quería vernos tristes, nos animaba y nos invitaba a saborear la vida a pequeños sorbos a su lado.

Así era él. Un compañero discreto, un profesor al que todos los alumnos querían, fiel a sus principios y valiente, muy valiente. Se enfrentó a todo lo que consideró injusto, costase lo que le costase, no soportaba la equidistancia. Era un hombre libre, sin más ataduras que su conciencia y un amor infinito hacia su familia –Rosa, su mujer e inseparable compañera de viaje, Miguel y Olaya, sus hijos, sus nietos– y sus amigos. Nos regaló lo mejor que tenía: lealtad, apoyo y respeto.

Me atrevería a decir que todos los economistas formados en la USC en las tres últimas décadas han sido alumnos suyos, por todos fue querido, por todos fue admirado y consiguió aquello que solo consiguen los maestros, transmitir su pasión por la hacienda pública. Un profesor generoso, activo, capaz y siempre implicado.

Sirvan estas palabras como un sentido homenaje a su bonhomía. Me honra el privilegio de haberlo conocido, de haber sido su compañera, su amiga y estoy agradecida por todo lo que me dio sin pedir nunca nada a cambio. “Porque es tocando fondo donde uno llega a saber quién es y desde ese punto empieza a pisar firme hasta llegar donde se merece”, decía. Y así fue.

Xosé -fallecido a los 65 años- hablaba mucho del derecho a la vida, se afanó en el deber de vivirla y supo hacerlo. Allá arriba lo espera su inseparable amigo, Javier Rojo, a quien tanto echó de menos cuando prematuramente se marchó en el año 2016. Juntos podrán celebrar todas aquellas cosas que tenían pendientes, aunque aquí hoy nos quedamos huérfanos.

Como decía José Luis Sampedro, “lo humano es sobrevivir en la conciencia de la muerte, el resto solo existe”. D.E.P. Xosé. 

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