El colectivo, formado por 11 vieneses, utiliza hortalizas para crear instrumentos de 'tocar y tirar'. En su último trabajo, 'Onionoise', exploran el universo sonoro de puerros, cebollas o zanahorias

La original Orquesta de las Verduras lanza su tercer disco

Los integrantes de la Orquesta de las Verduras con algunos de sus instrumentos. (Foto: ZOEFOTOGRAFIE)
Su sonido es igual de sabroso para los oídos que para el paladar.
La única Orquesta de las Verduras del mundo lanza un tercer disco cargado de buen gusto (musical), con las hortalizas como todo instrumento. 'Onionoise' (El sonido de las cebollas) es el tercer trabajo de la orquesta. El colectivo vienés de 11 miembros cuenta con una docena de años de experiencia en la construcción de instrumentos 'verdes' y la exploración del universo sónico de los vegetales. Para otros músicos un concierto empieza con el ensayo previo, pero para Susanna Garthmayer y Ernst Reitermaier, dos de sus integrantes, todo empieza mucho antes, en el mercado de Viena al que acuden para comprar los que serán sus futuros instrumentos.

Para su último concierto en la prestigiosa Konzerthaus de Viena, el pasado viernes, necesitaron entre 70 y 100 kilos del verdura y unas tres horas de trabajo para crear decenas de instrumentos como el 'pepinófono' que toca Ernst: una boquilla de zanahoria, un cuerpo de pepino y una campana formada por un pimiento.


VIOLINES DE PUERROS

Las zanahorias se transforman en flautas, los puerros en violines, las berenjenas en algo parecido a las castañuelas, las fibras del ruibarbo en arpas y las calabazas y otros tubérculos en tambores y cajas de percusión. Incluso el sonido del apio, el perejil y las cáscaras de cebolla, entre muchos otros, tienen su espacio en el viaje acústico que proponen a través de huertas imaginarias de sonido excepcional.

Los sonidos de las hortalizas son sorprendentemente complejos: crujientes, oscuros, duros y, definitivamente, hipnóticos. Un amplio registro que permite al grupo un repertorio que va del tecno minimalista a la música étnica, pasando por la electroacústica o el sonido más pop. 'Este no era un proyecto a largo plazo. Lo hicimos por primera vez para un festival y caímos en que tenía muchas posibilidades. Hemos seguido investigando y construyendo instrumentos, y además fue bien recibido por la gente', explica Ernst.

En sus 12 años de historia acumularon al menos 200 conciertos por algunos de los escenarios más conocidos, desde el festival de música electrónica Sónar de Barcelona, hasta templos de la música como la mencionada Konzerthaus. En sus conciertos se requiere una estrecha labor con los técnicos de sonido que, mediante condensadores y micrófonos sensibles de canto y contacto, logran captar y amplificar los sonidos vegetales. Un ejemplo es un tema de su último disco, el 'Rock de la col', que rinde un tributo a los grupos de metal de los 70 y 80, incluso destrozando la col en el escenario como si fuera una guitarra.

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