CON LOS PROTAGONISTAS DE LA HISTORIA

Ortega, del sandinismo a la caricatura

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photo_camera Dos periodistas entrevistan a Felipe González, ante Daniel Ortega (a su derecha), Alfonso S. Palomares y Javier Solana, entre otros.

Felipe le reprochó sin tapujos al sandinista la deriva dictatorial que estaba tomando... Debía convocar elecciones

En la primavera de 1980 acompañé a Felipe González en un viaje a Centroamérica, iba también Javier Solana. Felipe ya se perfilaba como posible ganador de las próximas elecciones generales (1982) y quería articular Iberoamérica en su proyecto. El ingreso en la Comunidad Europea y la colaboración preferente con Iberoamérica serían los dos grandes ejes de su política exterior. De ahí sus frecuentes viajes europeos y sudamericanos.

En la primera etapa volamos a Panamá, en donde el presidente Arístides Royo se declaraba amigo incondicional de España y cordial de Felipe. Arístides era el hijo político de Omar Torrijos que hacía poco tiempo había muerto en un accidente de aviación, y también era el incondicional protector de Felipe González. El presidente Royo le cedió su avión personal para que el líder socialista visitara la zona. En la agenda figuraba de forma preferente Nicaragua donde tenía una cita con Daniel Ortega. Y volamos a Managua en el avión de Royo. En Managua todavía olía a pólvora sandinista y quedaban los ecos de los alaridos de los represaliados por Somoza exilado en el Paraguay bajo la protección del dictador Alfredo Stroessner, a pesar de ello fue asesinado a tiros en Asunción meses después.

En Nicaragua mandaba la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional coordinada por Daniel Ortega y compuesta por personalidades de distintos colores políticos algunos de los cuales la habían abandonado por las tentaciones autoritarias que exhibía Ortega. El viaje no iba a ser fácil desde el punto de vista  político para el mandatario español, a pesar del gran prestigio del que ya gozaba en la zona. 


Cita tensa con González


Nos trasladamos al edificio de gobierno, en donde Felipe se reunió en una larga cita a solas con Daniel. La reunión fue tensa, ya que Felipe le reprochó sin tapujos al sandinista la deriva dictatorial que estaba tomando, si el sandinismo quería tener una salida democrática debía convocar elecciones, le advirtió. Al terminar concedieron una entrevista a dos reporteros que representaban a importantes medios nicaragüenses. Los dos estuvieron conciliadores, aunque Felipe habló de elecciones y democracia, pero con palabras envolventes y curvas, nada agresivas. 

Dimos después una vuelta por Managua, pero solo pudimos ver el esqueleto de una ciudad que no existía, imagen de la desolación; el terremoto de 1972 la había destruido completamente y las ayudas internacionales que llegaron sirvieron para enriquecer más a los Somoza, en vez de aplicarlas a la reconstrucción de la capital. En la zona histórica solo quedaban en pie las paredes de la catedral, lo demás era un páramo pedregoso.

Cinco años después de esta visita, a finales de 1984, casi por sorpresa, Daniel Ortega convocó elecciones generales. Los sandinistas eran los únicos preparados y organizados para afrontar una campaña electoral con solvencia y las ganó Ortega con un 63% de los votos. 

Todavía mantenía la imagen de joven rebelde del sandinismo, pasó siete años en las cárceles de Somoza, convirtiéndose en una referencia de la lucha contra la dictadura como “el preso 198”, y al ser liberado se estableció en Costa Rica desde donde siguió combatiendo al somocismo.

El 10 de enero tomó posesión como presidente avalado por las urnas. Fueron cinco años de política de síntesis, parte inspirada en Fidel Castro, de quien se confesó admirador, al fin y al cabo, el castrismo y el sandinismo fueron los dos únicos movimientos guerrilleros que llegaron al poder desde la lucha guerrillera; la otra parte de su política fue un continuismo de posiciones liberales.

La oposición pudo organizarse para las elecciones de 1990 bajo las siglas de UNO (Unión Nacional Opositora) y puso como líder a doña Violeta Chamorro, viuda de Joaquín Chamorro asesinado por Somoza. Ganaron las elecciones y doña Violeta se convirtió en presidenta. 

Con vaivenes más o menos agitados, las distintas coaliciones opuestas al sandinismo se mantuvieron en el poder quince años. A lo largo de esa quincena, Daniel hizo una oposición bronca moviendo constantemente la calle contra el poder. A doña Violeta le montó asonadas de distinta factura, huelgas prefabricadas, barricadas, choques con la policía con saldo de muertos. Aflojó las tensiones antes de las elecciones de 2006,  año en que Daniel Ortega con un programa muy diferente ganó. 

En 1998 vivió un episodio  muy turbio que desgastó sus posiciones éticas. Su hijastra, Zoilamérica, hija de su esposa Rosario Murillo y de su primer marido le denunció por delitos de abusos deshonestos, violación y acoso sexual. Estos abusos comenzaron cuando tenía 13 años. La madre Rosario se puso de parte de su marido Daniel, cubriendo con los peores adjetivos a su hija. Después de una dura batalla legal y tensos debates mediáticos el asunto se archivó.

Cuando Rosario Murillo se unió sentimentalmente a Ortega ya había tenido dos maridos y tres hijos, el del segundo marido murió en el terremoto de Managua. Fue en Costa Rica donde ambos estaban exilados como guerrilleros del Frente Sandinista donde decidieron unir sus vidas. En 2005, el año antes de las elecciones, se casaron por la Iglesia Católica en una ceremonia oficiada por el cardenal arzobispo de Managua, monseñor Ovando y Bravo. El cardenal había sido un enemigo constante del sandinismo, con duras descalificaciones. La conversión del matrimonio facilitó la amistad con el cardenal y una cierta reconciliación con la Iglesia. El matrimonio declamó en un extraño show su cambio de creencias y símbolos, aunque manteniéndose dentro de ciertas coordenadas sandinistas. 


Cambio radical


Eligieron como canción electora de esos comicios: “Dale una oportunidad a la paz” de Lennon, y empezaron a hablar de Dios, de paz, de amor y de reconciliación. Una mezcla de religión, de espiritualidad y de esoterismo, principalmente de Rosario, que también cambió de look vistiendo blusas y colores vivos y variados. Al estilo hippy. Esta madre de diez hijos, siete con Daniel Ortega y tres con sus dos primeros maridos sufrió un transformismo visual, tanto que los nicaragüenses la llaman "la bruja". 

Desde entonces fueron concentrando poder y perdiendo popularidad hasta que los nicas se cansaron de los dos. 

Desde las últimas elecciones en 2017 se reparten oficialmente el poder, él como presidente y ella como vicepresidenta, aunque la oposición la acusa de ser la presidenta en la sombra, especialmente a la hora de la represión unánime que se viene practicando estos últimos meses. En realidad, la rebelión y la represión se vienen retroalimentando desde el pasado 18 de abril en que estalló la calle por una reforma de la seguridad social realizada sin consenso desde el poder.

La nueva iniciativa incrementó las contribuciones y redujo las pensiones. Los nicas cansados de las desigualdades y de los rigores económicos acudieron a las convocatorias espontáneas de las protestas y las manifestaciones se multiplicaron. Los estudiantes tomaron las calles y a ellos se unieron los movimientos indígenas, los desempleados y los millares de descontentos con el régimen. 

La represión fue implacable. Desde entonces se acumulan los muertos, los Ortega no tienen escrúpulos en disparar contra su propio pueblo. ¿Cuántos muertos acumulados desde abril? La cifra mínima es de 400, y cada día se van sumando nuevos cadáveres.  Uno de los dirigentes del levantamiento, Ismael López, que se refugió junto a docenas de estudiantes en la iglesia que está pegada al campus de la UNAN, escribió: “Nos dan de desayuno una lluvia de balas. Ráfagas interminables de balas desde parque contiguo a la Iglesia". Por su parte, la activista por los derechos humanos, Bianca Jagger exesposa de Mick Jagger, acaba de declarar: “Este es un régimen brutal y asesino, que mata a una población desarmada”.

 El matrimonio Ortega ha distribuido parte de las riquezas del país entre la familia al igual que hicieron en su tiempo los Somoza. Y la opresión que ejercen hoy los Ortega contra los rebeldes es similar a la que ejerció Somoz. La lucha en la calle está ahora articulada por la recién creada Unidad Nacional Azul y Blanco, que coordina a 40 organizaciones civiles. Acusan al matrimonio Ortega de corrupción desenfrenada, violaciones de los derechos humanos y explotación de los recursos públicos de Nicaragua en beneficio propio. Los Estados Unidos han bloqueado los bienes del matrimonio.

A todo esto, la vicepresidenta Rosario, también conocida como "la bruja", manifiesta: “Esta invasión de malos sentimientos, esta invasión de odio que hemos tenido y que tenemos que ver y reconocer como invasión de malignidad, de espíritus que no son positivos, de espíritus malignos que quieren que el mal reine en Nicaragua.”

Hay países predestinados al sufrimiento como si se tratara de una maldición divina. Nicaragua es uno de los ejemplos más claros, pero la maldición no proviene de ningún dios, a no ser que los dioses se llamen Somoza, Daniel o Rosario.

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