Pipas Facundo: 75 años de vida en “este mundo"

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photo_camera David Villagrá y sus padres, Rosa Blanco y Vicente Villagrá.
Hubo un tiempo en que nadie quería "dejar este mundo sin probar pipas Facundo" y 75 años después esta marca sigue "dando en el blanco" con mucha imaginación y un saber hacer que les ha convertido en la compañía más querida en el sector de los frutos secos y aperitivos.

Hoy, con tanto movimiento antitaurino, han preferido dejar su eslogan en "un placer de este mundo" y el toro filósofo de antes, con sangre, banderillas y posición de haber entrado al trapo, es ahora un estilizado "Cundo" luciendo pantalones vaqueros.

La historia de Pipas Facundo ha estado plagada de aciertos en todos los sentidos. Y aquella empresa de frutos secos, que arrancó sus motores en plena posguerra, ha sabido adaptarse durante décadas hasta llegar a la enorme gama de frutos secos y aperitivos que tienen actualmente, todos aptos para celíacos o sin sal para hipertensos, con los que han sido capaces de atrapar a un público fiel que consume cada año 80 millones de bolsas.

Hoy es la tercera generación de la familia, Vicente, David y Rosa Elena, la que está detrás de esta marca, "la más querida en el sector de los frutos secos y aperitivos en España", afirma David Villagrá. "Nosotros no queremos ser los que más pipas vendamos, queremos tocar el corazón de la gente". 

Y es en las redes sociales donde pescan los gustos de los consumidores y las ideas para desarrollar nuevos productos. Su objetivo es ser una empresa imaginativa, ingeniosa, cercana, socialmente responsable y atrevida que permita sorprender constantemente a sus clientes con productos exquisitos y sabrosos y saludables, dice David.

Y aunque esto parezca nuevo, no hacen más que recoger la llama que dejaron encendida los creadores de esta marca, Facundo Blanco y Lola de la Fuente, en aquel tostador de avellanas y cacahuetes que tenían en la tienda de ultramarinos de Villada (Palencia), en plena posguerra.

En tiempos de escasez durante la posguerra, la imaginación y creatividad convirtieron la necesidad en una oportunidad

Eran tiempos de escasez, la mayor parte de los alimentos estaban intervenidos, pero las pipas de girasol era uno de los pocos productos con los que se podía comerciar libremente. Así que con la imaginación y creatividad de Facundo y el tesón de doña Lola convirtieron la necesidad en una oportunidad.

Con 90.000 pesetas del antiguo Banco Hispanoamericano empezaron a revolucionar un sector que todavía no existía, fueron pioneros en tostar pipas de girasol con duchas de sal, instalaron el primer motor en los tostaderos de café que hasta entonces se movían con una manivela, sustituyeron los sacos de yute por bolsas de polietileno y trajeron de Alemania la primera máquina para embolsar las pipas, cuando la bolsa costaba una peseta. De forma paralela Facundo Blanco inventó su marketing: acudió, en 1950, a la I Feria del Campo en su burro Baldomero para llamar la atención, rotuló sus vehículos de reparto con el logotipo de la marca que aun se mantiene, una diana que "da en el Blanco" de su apellido y del acierto de su empresa, y llenó las emisoras de radio con algunos de los eslóganes más famosos de la historia de la publicidad.

La segunda revolución llegó con la segunda generación de la familia en la década de los 70. Las hijas y yernos de Facundo y Lola fueron cogiendo el timón de un negocio que durante 40 años se abrió a un nuevo mundo de posibilidades y no dejó de crecer. Desarrollaron nuevos productos, como los chasquis, -su producto estrella-, y el maíz frito, y pasaron más de una crisis, la última "tan gorda que no había ni para pipas", añaden.

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